La plaza del fin del mundo
Un espacio verde ubicado en la zona noroeste de la ciudad permanece escudado por eucaliptus a lo lejos y casonas alrededor. No tiene cartel, pero su gran secreto es que homenajea a un gran filósofo argentino que vivió aquí: Manuel Gonzalo Casas.
Por Ivana Acosta | LVSJ
San Francisco no tiene los atractivos de grandes ciudades, sin embargo, esconde una multiplicidad de curiosidades y homenajes que pasan desapercibidos para muchas personas, pero hacen a la cultura local. Este es el caso de la plaza del "fin del mundo" que es el último gran espacio de esparcimiento en la zona noroeste. En realidad, el lugar no se llama así, pero no muchos saben el nombre y menos la historia de la persona a la que homenajea.
El espacio está ubicado entre las calles Las Camelias, avenida de los Constituyentes, José Lencinas y Bv. Luis Costamagna e indicaron desde la municipalidad que debe ser mantenido por los vecinos de barrio Savio.
Si bien no hay árboles, el viento se hace sentir en esa plaza que está ubicada entre medio de barrio General Savio y el loteo Magdalena II y, además, a lo lejos es custodiada por los eucaliptus y observada de reojo por los vecinos de que habitan sus alrededores.
La plaza está rodeada por las calles Las Camelias, Av. de los Constituyentes, José Lencinas y Bv. Luis Costamagna
No tiene cartel, ni árboles, pero sus juegos lucen como nuevos y los adolescentes suelen hacerla suya cuando se reúnen. Es un lugar tranquilo, alejado, que invita a reflexionar y tal vez tenga algo del espíritu del hombre al que homenajea: Manuel Gonzalo Casas. La denominación fue adjudicada así por la Ordenanza N° 6807 correspondiente al año 2016, mientras que los juegos llegaron dos años después.
En ella reside una gran historia porque Casas fue un destacado filósofo argentino que nació en Arroyito y vivió gran parte de su vida en San Francisco, pero no solo por vivir acá lleva su nombre la plaza sino porque fue un intelectual reconocido incluso en España, en Tucumán donde dictó clases, escritor, periodista y, además, un exponente de la escuela escolástica y neotomista en el país.
Larga trayectoria
Casas nació en Arroyito el 14 de abril de 1911, estudió en Santa Fe en el Instituto de la Inmaculada Concepción y posteriormente se radicó en San Francisco. En el archivo de LA VOZ DE SAN JUSTO están todavía las noticias que tipeó hace muchos años cuando se desempeñó como redactor, y en el Archivo Gráfico y Museo Histórico (AGM) guardan la copia de un ejemplar de la revista que llevó adelante "Nuevos rumbos" en 1936.
En la ciudad se convirtió en un referente de consulta académica para seleccionar libros fundamentales en la que era la Biblioteca Ministro de Justicia e Instrucción Pública Jorge E. Coll. A pesar de ello el tiempo lo llevó lejos de San Francisco y siguió su camino al norte donde fue uno de los fundadores de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA).
Manuel Gonzalo Casas, participando en un acto en la ciudad.
En San Miguel de Tucumán e impartió clases en el Gymnasium Universitario (colegio para varones de educación preuniversitaria perteneciente a la Universidad Nacional de Tucumán, ubicado en San Miguel de Tucumán que se caracteriza por su orientación humanista). Es autor de una prolífica bibliografía orientada al a filosofía humanista, de la corriente escolástica y suele ser identificado como neotomista.
Cuando falleció en 1981 su muerte para muchos pasó desapercibida por el contexto de la dictadura ya que él se identificaba con otros ideales políticos y en 2008 la familia decidió que su vasta biblioteca que contenía ejemplares originales en español, alemán, portugués, italiano, latín, griego y hebrero fuera donada a la UNSTA que él ayudó a fundar.
La bibliografía que aportó, además, al enriquecimiento de las doctrinas filosóficas abarcan diversos trabajos entre los años 1942 y 1984 ya que la última obra fue póstuma.
La vida de este hombre hace honores al espacio verde que lo recuerda pues pocos personajes de la cultura han dado tanto al saber y conocimiento no solo en la ciudad sino en el mundo. La trayectoria de este hombre hace imperiosa la necesidad de que exista un cartel, un monolito, un sentido homenaje que revitalice esta plaza del fin del mundo.