Análisis
La pirámide invertida de Milei
Se abre una nueva etapa de la democracia argentina. Un modo nefasto de hacer política sufrió un golpe demoledor. Nuevas cartas se colocaron sobre la mesa. Otras, todavía, no se dieron vuelta.
La revolución tecnológica producida por la irrupción de los medios digitales y las redes sociales prácticamente ha hecho caer en desuso a los viejos manuales de periodismo, ésos que enseñaban cómo escribir noticias en formato de “pirámide invertida”. El método consiste en incluir en las primeras líneas del texto la información más relevante para el lector. Su objetivo es captar la atención para, posteriormente, ir incluyendo ideas secundarias en las partes más avanzadas del texto e ir guiando la lectura.
Se trató de una premisa que cimentó el trabajo de la prensa y continúa vigente, aunque los nuevos medios se encargaron de propinarle varios magullones. Derivadas de las limitaciones tecnológicas que existieron durante mucho tiempo y, además, de la necesaria rigurosidad en el relato de los hechos de interés público, establecían el requisito de responder a las preguntas básicas de cualquier información periodística: qué, quién, cuándo, dónde y por qué. En algunos casos, a estas “cinco W” en inglés (what, who, when, where y why) se adosaba el “cómo”.
Un columnista político, analizando ayer el resultado de la elección que consagró a Javier Milei como el futuro presidente de la Nación, aseguró que el balotaje terminó con la intriga, pero no con la incertidumbre. Volviendo a aquellas preguntas centrales de la información periodística, el amplio triunfo de La Libertad Avanza respondió algunas: qué, quién, cuándo y dónde. Es decir, satisfizo la gran curiosidad e interés que encerraba la incógnita sobre quién sería el habitante de la Casa Rosada en los 4 años que vienen. El “qué” rompió con todos los esquemas de la política clásica y el “quién” aminoró las incertezas, pero sigue siendo una incógnita. Además, el intento de responder a las últimas dos preguntas ofrece muchas alternativas.
El presidente electo dijo ayer en una entrevista radial que su victoria se debió a que una gran mayoría “abrazó por fin las ideas de la libertad”. No asoma demasiado convincente esta aseveración. Al menos en un principio, los motivos, las razones, las causas del voto popular no se hallan contenidas en esas palabras. Una mirada sobre la realidad da pie a que las interpretaciones sobre el resultado electoral discurran por otros senderos. El hartazgo social frente a un modo soberbio y fullero (por utilizar un término de moda) de hacer política, la mentira y el acomodo como prácticas usuales, el desastre económico, la falta de perspectivas y horizontes, la desconfianza creciente, la debacle educativa y cultural –entre otras variables- conforman un panorama social angustiante, generador de un malestar profundo que las urnas se encargaron de expresar. Hasta sus críticos admiten, en mayor o menor grado, que el hoy presidente electo supo captar el pesado clima en el que la sociedad argentina ve, a diario, desvanecer sus esperanzas de una vida mejor. Por cierto, estas reflexiones solo son un intento de aproximación, una especulación al fin, respecto de lo que aconteció con la voluntad popular. Las respuestas al por qué continuarán dando material para la reflexión y el análisis.
Mientras los porqués de lo sucedido continúen debatiéndose, mientras la respuesta al “quién” o su plural “quiénes” sigue una navegación oscilante y tormentosa por momentos, llegamos al último interrogante: ¿cómo? Frente a esta pregunta, el abanico se abre más hacia lo que viene que para hacer referencia a lo ocurrido en el balotaje. ¿Cómo convivirá el Ejecutivo con un Parlamento en el que sus adherentes son ínfima minoría? ¿Cómo será su capacidad de negociación para llegar a acuerdos que permitan instrumentar algunas de sus propuestas de campaña? Atendiendo a algunos antecedentes, ¿cómo serán sus reacciones frente las “batallas” que ofrecerá la oposición? ¿Cómo se comportarán las fuerzas opositoras que ya hablan de pasar a la resistencia? ¿Cómo logrará el nuevo gobierno mantener el nivel de aprobación popular? ¿Cómo encontrará los caminos para resolver el enorme desaguisado recibido? ¿Cómo podrá satisfacer ese anhelo de cambio expresado por mucho más de la mitad de la ciudadanía? Algo mucho más urgente implica el “cómo” tras la elección: ¿de qué manera se acordará la transición en las tres semanas que restan hasta el 10 de diciembre?
Las líneas informativas más relevantes del texto que se está empezando a escribir en esta nueva era que se inicia en el país ya están puestas sobre el papel. La atención de la mayoría de la ciudadanía ya ha sido captada: el voto popular lo acaba de demostrar. Faltan los detalles que darán fisonomía propia a la aventura que el presidente electo Javier Milei (quién) comenzó a protagonizar luego de su amplia victoria en el balotaje (qué) del pasado 20 de noviembre (cuándo) en la Argentina (dónde). Por estas horas, en el país y también fuera de él, se analiza, discute y reflexiona sobre las razones de la decisión popular (por qué).
Se abre una nueva etapa de la democracia argentina. Ya no hay intriga. Un modo nefasto de hacer política sufrió un golpe demoledor. Nuevas cartas se colocaron sobre la mesa. Son mayoría las que muestran que está viva la esperanza por revertir la declinante pendiente. Otras, todavía, no se dieron vuelta. Se expresan en aquellos “cómo” cuyas respuestas aparecerán en el nuevo tiempo que está amaneciendo.