Ocurrió en el Hotel Riviera de Las Vegas, el 30 de marzo de 1984
La noche en que “Martillo” Roldán estuvo a punto de lograr la hazaña
Se cumplen 40 años de aquel histórico combate que enfrentó al púgil de Freyre con Marvin “Maravilla” Hagler por el título mundial de los medianos. El “dedazo” del norteamericano fue determinante. Y la posibilidad de nuestro recordado campeón se esfumó. Pero su guapeza será recordada por siempre.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
“La guapeza de Roldán no bastó”, tituló LA VOZ DE SAN JUSTO. Un malicioso pulgar en el ojo derecho del argentino cerró la posibilidad del título del mundo. La victoria por nocaut técnico del campeón mundial se produjo en el décimo round. Hagler tocó la lona en el primer asalto y en el tercero decidió propinarle al púgil de Freyre el famoso “dedazo”. Una maniobra que, luego, obligó a cambiar parte del reglamento. A partir de ese momento, los guantes de boxeo se confeccionaron de distinta manera: el dedo pulgar va adherido a la empuñadura.
El “no puedo ver más” se escuchó en la esquina del argentino durante varias vueltas. Sin embargo, su valentía se observó en todos los rounds. Pero aquel dedo en el ojo derecho fue determinante.
A partir de allí, cuatro palabras definieron las instancias de una pelea que no tuvo un desarrollo lineal como se esperaba, pese al triunfo de quien asomaba como favorito: sorpresa, fatalidad, impotencia e indignación.
Hubo sorpresa porque en menos de sesenta segundos el campeón estaba en el piso, alcanzado por una izquierda no tan potente. Y también porque el desempeño de Roldán en los tres primeros asaltos fue llamativo. Dominó el ring, colocó las mejores manos y se movió con impensada soltura.
La fatalidad irrumpió cuando el pulgar de Hagler se metió en el ojo derecho del retador y modificó la historia del pleito. “Ni los presentes, ni los televidentes podremos saber si existió intención por parte del campeón. Solo él conoce la verdad”. Roldán se vio de pronto en inferioridad física. Su visión se redujo drásticamente y ya no pudo encontrar a su movedizo rival.
Lo que siguió fue un esfuerzo descomunal del argentino por seguir dando pelea, pero la impotencia creció con los minutos. Íntimamente, incluso los más fervientes fanáticos de Roldán pedían que alguien detuviera el combate.
“Le metió el dedo en el ojo, mirá cómo lo tiene”, le señaló vehementemente Juan Carlos Lectoure, mánager de Roldán, al árbitro Pérez durante el descanso entre el tercer y el cuarto round. “No veo”, se quejó el damnificado, en un reclamo que se reiteraría en cada pausa hasta convertirse casi en una súplica para que el combate fuera detenido. “No te entregues, por favor, no te entregues”, le pidió Lectoure. Y se lo repitió tres veces, a gritos, desde la esquina cuando la campana para el inicio del asalto estaba por sonar. Roldán hizo lo imposible. Pero la limitación en la visión fue determinante.
Al final, primó la indignación por la maniobra desleal y antideportiva de un extraordinario boxeador que se vio superado en las primeras instancias de la pelea por un enjundioso “gringo”, forjado en las lides rudas de nuestro campo. "Tuvo que meterme el dedo en el ojo para poder ganar. El árbitro lo vio, pero nadie hizo nada, Hagler era la gallina de los huevos de oro y yo un argentino que quería ser más grande que Monzón", recuerda el púgil cordobés.
Marvin Hagler, leyenda de este deporte, murió en marzo de 2021. Pocos meses antes, en noviembre de 2020, “Martillo” perdió el combate contra el Covid. A cuatro décadas de aquella noche histórica, la figura de Roldán continúa agigantándose. Y su recuerdo perdurará por siempre en la afición deportiva de toda nuestra región.
Apuntes de aquella noche
La crónica de Cherquis Bialo
El experimentado periodista Ernesto Cherquis Bialo fue testigo directo de aquella maniobra ilícita del campeón del mundo que cambió el curso de la pelea: En el tercer round “Roldán salió de un cuerpo a cuerpo y fue víctima de un foul evidente para todos menos para el árbitro Tony Pérez. Hagler, con incuestionable experiencia, dejó que Roldán se aproximara al cuerpo y al levantar el gancho desprendió el dedo izquierdo de su guante hasta introducirlo y lesionarle el ojo derecho. Martillo se lo advirtió al arbitro: “No veo, no veo nada”, le dijo sin que éste lo escuchara. Y después de un uppercut de Hagler cayó. La infracción fue tan visible que el entrañable Miguel Díaz (quien se hallaba en la esquina como curador de heridas) apeló a su experiencia y le gritó a Adolfo Robledo (segundo de Roldán “¡quitale los guantes Robledo, quitale los guantes, ya está, ya está, descalificación, eh referí, eh Tony...!”. Fue en vano ya que el combate continuó. Desde allí hasta el final la pelea fue un martirio pues el ojo se cerraba cada vez más, la cara se transformaba en una máscara, no tenía visión directa ni periférica, la órbita era una estrecha ranura sangrante y el esfuerzo de Roldán era tan grande que para atacar lo hacia lateralizando el cuerpo desde su perfil izquierdo, bien de costado para poder ver lo que le permitía ese ojo. Después de cada asalto llegaba al rincón y le decía a Tito que no veía. Y la respuesta era increíblemente recriminatoria: “No te entregués, no seas cagón, tenés aire para 20 rounds... Esta escena se repitió hasta el final del 9no. Roldán tenía el rostro muy congestionado por hematomas violáceos y un profundo corte en el puente de la nariz. Lectoure lo presionaba, le seguía exigiendo lo imposible e invocaba a Galíndez y su estoico triunfo en Sudáfrica ante Richie Kates en el último round: “Acordate de Galíndez que estaba peor que vos y ganó... A este tipo lo podes poner nocaut, poné huevos”. Fue en vano pues lo obligó a salir en el 10mo. y Hagler le pasó la zurda en todo su recorrido hasta golpearlo en el ojo lesionado. Roldán cayó resignado hacia atrás y le dijo al referí que no iba más”.
Hagler era el favorito
Para los especialistas, “Maravilla” el púgil más famoso de su tiempo era largamente favorito. “Posee técnica y un suficiente poder en sus manos. Por eso, según los observadores, existen razones más que poderosas para contrarrestar al boxeador argentino, frontal y elemental. Ni siquiera la potencia demoledora de nuestro compatriota parece ser un argumento como para que aquí en Las Vegas se cambie de opinión. Se verá”. Y se vio. Incluso antes de la pelea. Los sparrings de “Martillo”, Clark y Cottrell terminaron maltrechos luego de las duras sesiones de entrenamiento. El primero terminó con la fisura de dos costillas y el otro con serios problemas en el tabique nasal y el labio superior.
“No es tan maravilla”
Tito Lectoure, el histórico dueño del Luna Park, le ponía picante a la previa: “Hagler es un excelente profesional, es zurdo, tiene pinta de malo y tira bien los golpes. Pero no es tan fenómeno ni tan maravilla, como dicen”.
El cambio del reglamento
Ray “Sugar” Leonard, otra enorme figura de la historia del boxeo, comentó la pelea para HBO junto a Barry Tomkins. Fue testigo directo del “dedazo”. Y pidió, para su siguiente combate contra Hagler, que se modificara el diseño de los guantes y que el dedo pulgar no quedara suelto, que se pegara al resto y que todo el guante fuera una sola pieza anatómica. Las autoridades lo escucharon y desde la derrota de “Martillo” frente a Hagler se cambió la reglamentación. En la actualidad y desde hace 40 años, los guantes de boxeo tienen el espacio del dedo pulgar adheridos a la empuñadura.
El asado que no fue
Mientras tanto, aquí cerca, en Freyre, la expectativa era enorme: carteles, gorros, propagandas diversas y varias otras manifestaciones “son claros testimonios de una expectativa asombrosa. Y no es para menos, ya que llegar a un sitial de tal privilegio es propiedad de elegidos. Y Martillo Roldán, quieran o no, es uno de ellos. En la vecina localidad la confianza era enorme: mucho antes de la pelea ya se hablaba de un festejo multitudinario si el freyrense obtenía el título: un asado para cinco mil personas a realizarse en un establecimiento cercano al caso céntrico de Freyre. Para este posible evento, varios caracterizados productores agropecuarios de la zona ya habían donado varias vaquillonas.