Análisis
La lucha contra frecuente modalidad delictiva
El combate contra los ladrones y los que lucran con los materiales robados debe ir a la raíz del asunto, ser más efectivo y constante.
Cables de los tendidos eléctrico y de televisión, medidores, tapas de desagüe, picaportes, floreros de panteones y otros elementos metálico similares son el botín preferido de algunos delincuentes. Las noticias sobre robos de este estilo son frecuentes, pero quizás no dan real dimensión del fenómeno, puesto que son muchos los hechos que ni siquiera se denuncian o que no llegan a los portales y medios informativos.
El valor del cobre que pagan los “reductores” es apetecible para los delincuentes, muchos de los cuales recién se inician en este mundo ilegal o están necesitados de dinero que, de este modo, pueden conseguir rápidamente. La falta de control que existe asegura cierta impunidad, así como el trabajo en áreas no pobladas densamente. En estas circunstancias, esta modalidad delictiva se ha convertido en una actividad con muchos “adeptos” y no siempre combatida con la eficacia que corresponde.
Se trata de un fenómeno recurrente que reaparece con fuerza en tiempos en los que la crisis golpea a vastos sectores de la sociedad. Y es también un quebradero de cabeza para las autoridades que deben combatirlo, así como para algunas empresas que prestan servicios públicos y ven resentida su actividad debido a los constantes ataques que reciben. Así también, son un trastorno para muchos vecinos que quedan huérfanos de los servicios básicos, situación que se extiende por varios días en algunas ocasiones.
En verdad, el robo de cables y otros elementos metálicos se basa en la existencia de un comercio ilegal en el que intervendrían organizaciones con ramificaciones importantes. Son estos desarmaderos los que hacen negocios con los delincuentes y no tiene ninguna clase de escrúpulos para funcionar al margen de la ley. Lamentablemente, mientras se conoce la detención de varios ladrones de cables, muy pocas veces se informa sobre procedimientos que pongan tras las rejas a los que adquieren los elementos sustraídos.
Atacar el problema que se genera a partir del crecimiento de este tipo de delitos supone, entonces, no solo dar con el autor del hecho. Se requiere, además, profundizar la pesquisa para encontrar las redes ilegales en las que se comercializa lo robado. Se impone, por lo tanto, encarar tareas preventivas y de control para que los cómplices también sean debidamente identificados y juzgados.
De lo contrario, continuará agravándose el daño que esta modalidad delictiva causa a la sociedad en su conjunto, medido tanto por la falta de prestación de servicios básicos que son afectados, por ejemplo, por la destrucción del tendido de cables, como por el impacto económico y emocional que se padece al constatar haber sido víctimas. Por ello, el combate contra los ladrones y los que lucran con los materiales robados debe ir a la raíz del asunto, ser más efectivo y constante, mucho más en este tiempo en el que proliferan estos hechos ilegales.