Sociedad
La influencia italiana en la arquitectura de San Francisco
La inmigración italiana ha dejado una profunda marca en la arquitectura de San Francisco, visible en edificaciones emblemáticas. La arquitecta Cecilia Chiosso, coautora del capítulo sobre San Francisco en el libro “Hibridación Ítalo-Argentina en suelo cordobés”, comparte su visión sobre este importante patrimonio cultural.
La inmigración italiana ha dejado una huella indeleble en la arquitectura de San Francisco. Un legado que se explora a fondo en el libro “Hibridación Ítalo-Argentina en suelo cordobés”.
Este texto, resultado de una investigación liderada por el arquitecto Hugo Daniel Peschiutta, incluye un capítulo dedicado a la ciudad de San Francisco, escrito por las arquitectas Cecilia Chiosso y Laura Marchesini, donde se examinan los aportes significativos de los inmigrantes italianos en la conformación del paisaje urbano y arquitectónico de la ciudad.
En el libro se aborda este fenómeno con especial atención destacando cómo los inmigrantes italianos no solo llegaron a buscar nuevas oportunidades, sino que también aportaron su legado arquitectónico, que todavía se puede apreciar en la ciudad.
A finales del siglo XIX y principios del XX, Argentina recibió un gran flujo de inmigrantes, siendo los italianos uno de los grupos más numerosos. Este fenómeno migratorio coincidió con el desarrollo de la infraestructura ferroviaria en San Francisco, lo que facilitó la llegada de colonos y trabajadores. Chiosso explica que “San Francisco se vio muy emparentado con lo que fue la llegada de la infraestructura más grande que ha visto la República Argentina”, refiriéndose a la red ferroviaria que conectó la ciudad con otras regiones.
Los primeros inmigrantes italianos llegaron con el deseo de construir un futuro mejor. Muchos eran jóvenes constructores que arribaron motivados por un cartel del fundador del José Bernardo Iturraspe que prometía: “Venga a construir San Francisco, un lugar tranquilo”, afirma Chiosso. Nombres como Basilio del Zopo, Juan B. Piccardo, Francisco Vallania y Francisco Venturruzzi transformarían la ciudad, dejando su huella en edificaciones emblemáticas de la ciudad.
Inicialmente albañiles, estos jóvenes pronto se convertirían en empresarios constructores. Un ejemplo paradigmático es Domingo Zanardi, quien construyó en 1926 el Banco de Italia y Río de La Plata, actual Banco Galicia.
El patrimonio arquitectónico italiano en San Francisco no se limita a grandes edificios como el banco mencionado. Chiosso destaca que “tenemos un montón de patrimonio doméstico, un patrimonio ambiental muy valioso”. Las viviendas italianizantes son una parte esencial del paisaje urbano, con características distintivas como zaguán y distribución funcional centrada en un espacio principal.
“San Francisco tiene muchas casas de este estilo, muy bien conservadas”, afirma Chiosso al referirse a ejemplos emblemáticos como la Casa Revol y la Casa Lozano. Estas edificaciones son representativas del estilo arquitectónico traído por los inmigrantes y forman parte integral del patrimonio cultural local.
El Banco de Italia y Río de la Plata
El Banco de Italia y Río de la Plata es un ejemplo destacado del aporte italiano a la arquitectura local. Chiosso menciona que “Domingo Zanardi, por ejemplo, construyó en 1926 el Banco de Italia y Río de La Plata”, una edificación que ha sobrevivido con algunas modificaciones y que hoy alberga al Banco Galicia. Este edificio no solo es significativo por su función financiera, sino también porque refleja el estilo arquitectónico traído por los inmigrantes italianos.
La importancia del banco radica en su papel como un centro neurálgico para la comunidad italiana. “Era tan importante la italianidad, o el concepto de ser italiano, que ahí estaba el Banco de Italia”, explica Chiosso. Para trabajar en esta institución, se requería hablar dialectos italianos como el piemontés, lo que subraya la relevancia cultural del banco en la vida cotidiana de los inmigrantes.
La transformación urbana
La llegada del ferrocarril fue un hito crucial en la construcción y desarrollo de la ciudad de San Francisco, Córdoba. Este medio de transporte no solo facilitó la conexión con otras regiones, sino que también atrajo a un gran número de inmigrantes, especialmente italianos, que encontraron en la ciudad una oportunidad para establecerse y contribuir al crecimiento urbano.
La ciudad contó con tres líneas ferroviarias estratégicas: el Central Córdoba, el Mitre y el Belgrano, siendo este último especialmente relevante por conectar con los puertos de Buenos Aires y Rosario. Este contexto ferroviario modificó radicalmente la estructura urbana.
"El centro histórico de San Francisco fue el centro operativo de la playa de maniobras", señala Chiosso. "Nuestra Plaza Cívica era la playa de maniobras. Entonces, esta lógica de lo productivo y lo industrial con el centro siempre estuvo muy hermanada".
La proximidad al ferrocarril impulsó no solo el desarrollo industrial, sino también una reconfiguración del tejido urbano, donde las edificaciones comenzaron a alinearse con las necesidades productivas y logísticas que el ferrocarril traía consigo. Así, el ferrocarril no solo fue un medio de transporte, sino un motor de cambio que moldeó la identidad y el crecimiento de San Francisco.
La industrialización y su impacto
La llegada de los inmigrantes italianos también estuvo vinculada al desarrollo industrial de San Francisco. Con su experiencia y voluntad laboral, estos inmigrantes transformaron una economía más artesanal en una más industrializada. La arquitectura industrial adoptó un lenguaje italiano, visible en edificios como el edificio de la Fábrica Tampieri y diversas fábricas que aún perduran.
Chiosso explica que “la forma siguió mucho la función” en las edificaciones industriales, lo que permitió integrar estos espacios al tejido urbano sin perder su identidad arquitectónica. Esta combinación ha permitido que muchas estructuras históricas convivan con las modernas necesidades urbanas.
“Hibridación Ítalo-Argentina en suelo cordobés” no solo documenta el impacto arquitectónico de la inmigración italiana en San Francisco, sino que también resalta la importancia de preservar este patrimonio.
La obra, invita a reflexionar sobre cómo estas construcciones son testigos del pasado y continúan formando parte del paisaje cotidiano de los sanfrancisqueños.
Chiosso enfatiza en la necesidad de preservar no solo grandes obras arquitectónicas sino también las construcciones más modestas que conforman el carácter de la ciudad. Reconocer y valorar estas contribuciones es fundamental para entender no solo el pasado sino también el futuro de San Francisco como una ciudad rica en diversidad cultural e histórica.
A medida que se avanza hacia el futuro, es fundamental reconocer y valorar este legado para garantizar su preservación para las generaciones venideras. La arquitectura italiana no solo embellece el paisaje urbano sino que también narra historias de esfuerzo y dedicación de aquellos que llegaron a estas tierras buscando un nuevo hogar.
El trabajo realizado por Chiosso y Marchesini en el libro, es un paso importante para visibilizar esta rica herencia cultural y arquitectónica. A través de su investigación, se reafirma el compromiso con el patrimonio local y se invita a todos los sanfrancisqueños a apreciar y cuidar este legado invaluable.