La hinchada “visitante” del Nacional mezcla de pasión y camarería
Las noches de baby fútbol acercaron a la ciudad un gran número de personas que llegan desde distintos puntos del país para alentar a sus equipos.
El Club Racing de Córdoba, que trajo una nutrida delegación de acompañantes a San Francisco. Ellos se alojan en el predio de la Asociación Bancaria. Allí la frondosa arboleda les brinda un poco de sosiego ante las altas temperaturas que se registran en San Francisco desde que comenzó el torneo.
Omar Sorsini es padre de Leonel, uno de los niños que integran el grupo que trajo la Academia cordobesa en la categoría 2007 y si bien uno de sus hijos disputó el Nacional en la edición 2019, esta es la primera vez que viene a San Francisco a apoyar.
"Alentar a un hijo en un certamen como este es algo hermoso, un experiencia inolvidable", indicó para luego reconocer la calidad que tienen los estadios donde se desarrolla el Nacional.
"Se vive un clima muy lindo, con mucha pasión en las tribunas. En mi caso he venido a hacerle el aguante a mi hijo, pero no puedo evitar por momento sufrir detrás del alambrado".
Reconoce también que como padre "me toca bajarle un poco la ansiedad por lo que viven", sobre todo porque "en toda la familia queremos mucho a Racing".
De noche disfrutan de los partidos pero durante el día las horas se pasan compartiendo momentos con el resto de las personas que están acompañando, como ellos, a los verdaderos protagonistas del campeonato.
"Es un lugar donde hay mucha onda entre todos. Ya hicimos un picado mezclando algunos más jóvenes con los más viejitos y la pasamos bárbaro".
Amor incondicional de abuelo
Roque Cardozo vino desde Córdoba para alentar a su nieto, Ramiro Ledesma, quien integra el equipo de Racing de la capital provincial.
Apenas comenzó a hablar de Ramiro se escaparon las primeras lágrimas. Es que para Roque, su nieto es su verdadero tesoro y como tal lo disfruta a pleno.
"Yo lo sigo a todos lados al nene, pero esta es la primera vez que vengo al Nacional. Es muy lindo verlo jugar al fútbol, voy con él a los entrenamientos, a todas partes".
Un abuelo, una mamá, una madrina y un papá llegaron para alentar a Racing de Córdoba
La posibilidad de conocer a familiares de otras delegaciones hace que se forme una camaradería muy especial, a pesar de la aparente rivalidad de los colores de cada equipo.
"Aquí no existen rivales. Nos llevamos todos muy bien. Hemos conocido padres de otros chicos que juegan en otros equipos y son fantásticos", comentó para luego explicar que "vivimos una hermosa experiencia alentando a los chicos".
Eugenia Cardozo es la hija de Roque y a su vez, madrina de Ramiro. Ella no podía faltar ya que vino en representación de su madre que se quedó en Córdoba trabajando.
"No lo dudamos un segundo con mi papá y nos instalamos acá una semana completa. Es una hermosa experiencia que estamos compartiendo aunque a Ramiro lo vemos poco porque él está con sus compañeros de equipo".
Más allá de vivir el Nacional como una espectadora no dudó en asegurar que es una experiencia "muy buena" ya que "es un momento donde los chicos se sienten 'más grandes' ya que en muchas cosas se tienen que manejar solos".
Sandra Colrat es la madre de Agustín Iriarte, el arquero de la categoría 2007 de Racing de Córdoba. Se reconoce como una persona "para nada objetiva" a la hora de hablar de su hijo quien "se ataja todo" cuando juega con su equipo.
Más allá del análisis de las cualidades futbolísticas de Agustín, Sandra explicó que desde que comenzó a jugar al fútbol "lo acompaño a todos lados".
Como hincha de su hijo reconoce que vive los partidos de manera muy intensa. "Prácticamente se puede decir que yo atajo con él", sentenció para luego agregar que "ser la mamá del arquero de un equipo es mucha responsabilidad porque sufrimos mucho".
Aliento al volante
Fernando García y Carlos Barbato son los choferes encargados del traslado de la delegación deportiva de Villa Bonich, de la provincia de Buenos Aires.
Acomodados bajo la sombra de un frondoso árbol intentan escaparle al sol abrasador del mediodía. Pese a la molestia que causa las altas temperaturas reconocieron que estar en ese lugar les da "mucha paz y tranquilidad" y aseguran que los chicos de la delegación "se comportaron muy bien durante todo el viaje".
Fernando García y Carlos Barbato, aliento al volante para los chicos de Villa Bonich
Una vez llegados a la ciudad solo tienen que esperar que transcurra el certamen para subirse nuevamente al colectivo y volver a destino. Mientras tanto, ambos recorren el predio de la Asociación Bancaria y en algunos momentos del día conocen algo de San Francisco.
"Es un lugar muy tranquilo. Hemos visto algunos partidos del campeonato que está muy bien organizado. Da gusto estar acá", indicaron.
Seis años de visita a San Francisco
El Club Lomas de San Martín es un viejo conocido del certamen del cual participaron en las últimas seis ediciones.
Fernando González es el director técnico de la delegación participante en el Nacional y comparte su experiencia con Guillermo Alba como ayudante técnico y Sebastián Goitía como delegado.
"Para nosotros siempre es un desafío venir a jugar el Nacional porque siempre venimos con expectativas de ganar el campeonato", reconoció González.
En cada ocasión que visitaron San Francisco, el predio de la Bancaria se transformó en su bunker. "Siempre hemos venido a este lugar, es muy lindo compartir esta experiencia aquí. Para nosotros cada vez que venimos es inolvidable".
"Lo lindo que tiene el Nacional es que no solo los chicos hacen amistades, los adultos también nos encontramos cada vez que volvemos y es algo muy lindo para todos. Acá todos nos ayudamos y cuando venimos a San Francisco nos visitan amigos de esta ciudad con quienes la pasamos muy bien", expresó.
Los chicos jugaron y ahora son hinchas
Junto a este grupo de responsables de la delegación deportiva del club Lomas de San Martín se encuentran ex jugadores de la institución que ya pasaron por la experiencia de un Nacional y ahora lo viven como hinchas.
Este es el caso de Emanuel González, Andrés Aguirre y Tomás Alba, quienes conocieron lo que significa jugar un certamen como este y ahora lo siguen desde la tribuna.
Emanuel González participó del Nacional en 2017, y pese a estar detrás del alambrado reconoció que vive cada partido "como si fuese un jugador. Hace 12 años que estoy en este club. Por más que ya dejé de jugar allí, Lomas es mi vida, todas las semanas voy a ver los partidos".
Andrés Aguirre jugó el Nacional en 2018 y por segundo año consecutivo volvió a San Francisco para alentar a sus compañeros.
"Venir al Nacional te da mucha alegría. A pesar de no jugar el partido, todo el preparativo de la previa se vive de manera muy intensa. Es una experiencia única", indicó.
Tomás Alba es quizá el que tiene el recuerdo más fresco de esta competencia porque la disputó en 2019. En este caso recordó que "el Nacional me dio muchas alegría y muchos compañeros. Por suerte terminamos en el tercer puesto. Para mí no cambia demasiado ver el partido desde la tribuna, lo vivo como un jugador más, en este caso alentando a los chicos que están en la cancha".
De esta manera el colorido y el aliento en las tribunas forman parte del folklore de la previa que, más allá del estadio en que se juegue el partido y los colores de los protagonistas, una vez que suena el silbato y comienza la acción, el público tiene un solo objetivo: disfrutar del fútbol que ofrecen los pequeños, que son los verdaderos protagonistas de esta fiesta del deporte.
Números del Nacional
La 44ª edición del Campeonato Nacional de Baby Fútbol reúne en San Francisco a unos 500 participantes, que integran las 25 delegaciones que se dieron cita para dar vida a la competencia este año.
No obstante ello, una cantidad similar acompaña a los jugadores cada noche en los diferentes estadios donde se llevan a cabo los partidos.
Allí, ubicados en las tribunas tienen a su cargo el color y el calor del Nacional.
En cada una de las canchas los asistentes abonan 70 pesos para ingresar y una vez allí no faltan aquellos que se dirigen a la cantina para disfrutar del clásico menú de cancha.
En este caso, un choripán y una gaseosa cuesta entre 130 y 140 pesos. Un cono de papas fritas 50 pesos.
Además, y pese al calor, no faltan los termos con mate o en algunos casos con jugo bien frío para disfrutar de un reparador tereré.