Más de 30 años de labor
La emotiva despedida de un símbolo de Bomberos: "Polaco" Santillán inicia una nueva etapa
Al histórico trabajador de la institución, le llegó la jubilación y se despidió de sus funciones, pero no de su sentimiento de pertenencia.
En una sencilla pero emotiva reunión llena de recuerdos y homenajes, los Bomberos Voluntarios de San Francisco se despidieron de uno de sus miembros más queridos y respetados, José Angel Santillán, conocido afectuosamente por todos como "Polaco". Después de más de tres décadas de dedicación y servicio, Polaco se jubila, dejando tras de sí un legado de compromiso, solidaridad y amor incondicional por la institución que considera su "primera casa".
En una charla con LA VOZ DE SAN JUSTO, Polaco compartió sus sentimientos sobre esta nueva etapa en su vida, asegurando que, aunque se jubila de su rol activo, su vínculo con los bomberos está lejos de terminar. "Mi corazón y mi alma seguirán aquí, colaborando y apoyando en todo lo que pueda", afirmó con la voz entrecortada por la emoción.
La historia del Polaco en los Bomberos comenzó en 1990, en un momento de necesidad personal y deseo de ofrecerle un mejor futuro a su familia. Con la sencillez y humildad que lo caracteriza, recordó su primer día en la institución, cuando aceptó con entusiasmo el trabajo que le ofreció Don Gerbaudo. Ese gesto de abrirle las puertas marcó el inicio de una vida de dedicación al servicio y al trabajo comunitario.
A lo largo de los años, Polaco se convirtió en una figura esencial dentro de los Bomberos Voluntarios, no solo por su labor sino también por su espíritu solidario y su capacidad de brindar apoyo emocional a sus compañeros. Su historia está marcada por momentos de alegría y profundo dolor, como el trágico fallecimiento de su hijo Mauro en 2003, un evento que lo marcó profundamente pero que también reafirmó su compromiso con la comunidad bomberil.
En su carta de despedida, un verdadero testimonio de vida, Polaco reflexiona sobre los desafíos, las pérdidas y los logros que marcaron su camino en los Bomberos. A través de sus palabras, se percibe la profundidad de su gratitud hacia la institución y sus miembros, quienes se convirtieron en su familia, ofreciéndole apoyo incondicional en los momentos más difíciles.
"Ustedes son mi familia y lo seguirán siendo", escribe Polaco en su conmovedora carta, dejando en claro que su relación con los Bomberos Voluntarios de San Francisco trasciende el trabajo y se enraíza en lazos de amor, respeto y camaradería.
José "Polaco" Santillán se jubila, pero su legado perdurará en el tiempo, inspirando a futuras generaciones de bomberos con su ejemplo de dedicación, sacrificio y amor por el prójimo. Su despedida no es un adiós, sino un hasta luego, ya que su espíritu permanecerá siempre entre los muros de la institución que lo acogió y lo vio crecer como bombero y como ser humano.
La comunidad toda de Bomberos le desea a Polaco toda la felicidad en esta nueva etapa de su vida, sabiendo que su historia seguirá siendo fuente de inspiración para todos los que tienen el honor de conocerlo.
Su carta de despedida
“Así empezó mi historia en los Bomberos. Año 1990, yo tenía una familia y mi hijo Mauro que tenía que darle un futuro para que pudiera cumplir su sueño, como todo papa quieere para un hijo. Lo hablamos con quien fuera mi mujer, nos miramos y le dije ‘yo me voy a Bomberos a pedir trabajo".
Era un día sábado, me atendió Don Gerbaudo que estaba en la cantina, me dijo... ¿te animás a levantar las botellas de la mesa? Yo le dije que sí, porque quería trabajar y así empecé. Al otro día teníamos para comer, fueron momentos muy duros, pero me sentía muy feliz verlo a mi hijo sonreír, y es por eso que, Dios te marca el camino a seguir, pero solo dependía de mí.
Así pasaron los años, estuve 8 años en la barra con Don Lencina, quien me ayudó muchísimo a aprender cómo manejarme en la cantina, también mis compañeros. Después me quedaba a limpiar porque al día siguiente había otro baile de nuevo.
En el año 1998 estaba de presidente el señor Macchieraldo. Nos llamó a todos mis amigos de la guardia y nos dijo que el 1 de diciembre quedamos en efectivo: no se imaginan la alegría que yo tenía. Era mi primer sueldo de tantos años de lucha como un loco, porque los sueños que yo tenía empezaban a ser realidad, pero un día para otro, cuando no lo esperaba, el mundo se me vino abajo.
El 14 de septiembre del año 2003, me avisaron que Mauro se había quitado la vida, yo me preguntaba en qué fallé, y hasta el día de hoy... no encuentro respuesta. Será que Dios necesitaba un "Ángel", y hoy en mi vida él me acompaña junto a mi vieja que sufrió mucho, porque les cuento que no tuve una infancia muy feliz. Cuando todo era alegría, me llené de lágrimas hasta que me vaya con ellos. La pasé muy mal, pero encontré un grupo de personas espectacular, me prestaban su oído para escucharme, me alentaban y compartían mis lágrimas para no caerme.
Hoy mi sueño se hace realidad, de llegar a mi jubilación...
Pero quiero decirles más allá de mis errores, puse lo mejor en el trabajo incluso de llegar a pasar dos días sin volver a mi casa. No soy perfecto, pero es tan lindo que la gente te diga ‘gracias Pola, mirá que dentro de unos meses venimos de nuevo’. Y yo sabía que mis compañeros de trabajo pensaban lo mismo, nos esforzábamos para que la institución junto con la comisión directiva generaran recursos para pagarnos el sueldo y poder alimentar a nuestras familias y a los bomberos no le faltara nada.
Ustedes son mi familia y lo seguirán siendo, porque para mí no era fácil conseguir trabajo, hoy les digo mucha gracias por abrirme las puertas del cuartel y no marginarme y aceptarme como soy, si me voy de este mundo les digo que valió la pena intentarlo, y hoy tener un plato de comida y sentarme a la mesa bajo un techo, cuando hay gente que la está pasando muy mal.
Les dejo un fuerte abrazo con el alma y en esta vida que Dios me regala, no me sentí solo. Una reflexión: disfruten todo lo que puedan, porque sabemos que estamos de paso y nos vamos con las manos vacías.
Sean muy felices, no se rindan, a cumplir su sueño. José Angel Santillán, el ‘Pola’ que le llevaba los bizcochos todas las mañanas y le hacía asados y los ayudaba cuando tenían mucho trabajo”.