Educación
La educación para adultos, una segunda oportunidad para Yamila
A sus 30 años, Yamila Juárez relata cómo superó los desafíos de abandonar el secundario, retomó sus estudios en un Cenma, y se graduó como profesora de Educación Especial. Su historia refleja la importancia de la educación de adultos en la transformación personal y social.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
"El Cenma fue mi primera revancha", afirmó con orgullo Yamila Juárez, una mujer de 30 años cuya trayectoria educativa y personal es un ejemplo de resiliencia y superación. Nacida y criada en la localidad de La Francia, Yamila abandonó el secundario en su adolescencia por motivos que ella define como "cosas de jóvenes". Sin embargo, años más tarde, encontró en la educación de adultos la oportunidad de cambiar su vida.
El abandono inicial del colegio, en su adolescencia, marcó un momento de incertidumbre. “En ese entonces, no pensaba mucho en el futuro, pero al cumplir los 18 años, viendo a mis compañeras empezar sus carreras, sentí que yo también quería estudiar, hacer algo más”, recordó. Fue entonces cuando decidió inscribirse en el Cenma 172, que funciona en La Francia. Allí, rodeada de jóvenes como ella y de personas mayores que buscaban retomar sus estudios, comenzó a recuperar la confianza en sí misma.
Un segundo comienzo
En el Cenma, Yamila no solo encontró un espacio de aprendizaje, sino también un lugar de apoyo y pertenencia. “Éramos un grupo muy diverso. Había jóvenes como yo y personas de 40 o 50 años que trabajaban durante el día. Los profesores siempre nos apoyaban, incluso esperaban a quienes salían tarde del trabajo para que pudieran rendir sus exámenes”, contó.
Durante los tres años que cursó allí, no solo completó su educación secundaria, sino que también vivió experiencias que marcaron su desarrollo personal. Participó en pasantías en la Cooperativa de Servicios Públicos de su pueblo, donde tuvo su primer contacto con el mundo laboral, y en actividades prácticas como la elaboración de productos para ferias. “Aprendí herramientas para defenderme en la vida, más allá de los contenidos académicos”, explicó.
Yamila egresó en 2014 del Cenma con un título secundario y una nueva perspectiva de vida. A partir de ahí, comenzó a soñar con una carrera profesional. En 2015, apoyada por su familia, se mudó a una ciudad cercana para comenzar el Profesorado de Educación Especial con orientación en Discapacidad Intelectual en la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda, de la ciudad de San Francisco.
El desafío de la educación superior
El camino hacia el título docente no estuvo exento de obstáculos. Yamila se enfrentó al desafío de adaptarse a las exigencias académicas del nivel superior. “Venía del Cenma, donde había menos carga horaria y más trabajos prácticos. Al principio, me costó mucho encontrar técnicas de estudio que funcionaran para mí”, admite. Sin embargo, con esfuerzo y apoyo, logró superar esas dificultades.
Uno de los momentos más significativos de esta etapa fue el trabajo personal que realizó para sentirse orgullosa de sus orígenes educativos. “Al principio, me daba vergüenza decir que venía de un Cenma. Pero con el tiempo, aprendí a valorarlo. Fue una segunda oportunidad que me permitió estar donde estoy hoy”, afirma. Esa reivindicación quedó plasmada en su trabajo final de historia, en el que destacó la importancia de las escuelas de adultos.
La maternidad fue otro desafío que enfrentó durante su formación. En 2017, Yamila quedó embarazada de su primera hija, Indiana. Aunque intentó continuar sus estudios, las responsabilidades como madre, sumadas a las dificultades económicas y la pandemia, la obligaron a pausar su carrera por algunos años. No obstante, en 2023 retomó sus estudios con determinación, cursando las materias pendientes y realizando sus prácticas docentes mientras esperaba a su segundo hijo, Andrés.
Un pilar fundamental
La historia de Yamila es un reflejo de la relevancia de la educación de adultos en Argentina. Desde la creación, en 1973, de la Dirección Provincial de Educación de Adultos en Buenos Aires, esta modalidad ha sido clave para ofrecer una segunda oportunidad a quienes no pudieron completar sus estudios en el sistema tradicional. Más allá de los contenidos académicos, estas instituciones fortalecen las identidades culturales y brindan herramientas prácticas para el desarrollo personal y laboral.
En palabras de Yamila: “En el Cenma no vamos los burros, como a veces dicen en los pueblos. Vamos quienes queremos tener una segunda oportunidad”. Esta afirmación desafía los prejuicios asociados a la educación de adultos y pone en valor su impacto transformador.
Un bien de familia
Yamila contó que tuvo como referente de estudiar de grande a su mamá, que empezó la carrera de enfermería siendo adulta. “A los 35 años empezó a estudiar y después hizo la licenciatura”, afirmó con orgullo.
La joven destacó que estudiar es muy importante y aconsejó a los más chicos que aprovechen las oportunidades. “Por mi rebeldía siendo adolescente no lo pude ver. Pero ahora sí, como que quiero dejar eso a mis hijos también, que el estudiar es esencial y es un bien de familia”, sostuvo.
Un futuro como docente
El pasado 27 de noviembre, Yamila Juárez culminó su formación como profesora de Educación Especial. Aunque el día estuvo marcado por la pérdida de su madre, quien falleció pocas horas antes de su egreso, Yamila lo vivió como un homenaje a todo el esfuerzo y las dificultades superadas. “Siempre digo que no me arrepiento de nada. Todo sacrificio vale la pena cuando ves el resultado”, concluye.
Hoy, Yamila se proyecta como docente, con el sueño de acompañar a sus futuros estudiantes en su propio camino de aprendizaje y superación. Su historia es un recordatorio de que nunca es tarde para estudiar, y que la educación puede ser el motor de una vida mejor.