Trastorno de aprendizaje
“La dislexia no es una barrera para aprender”
Las letras, las palabras y los números se invierten. La dislexia provoca dificultad para escribir, memorizar, pensar o comprender. María Ángeles y Mateo Piacentini son hermanos y disléxicos. En la nota cuentan cómo es vivir con este trastorno.
Por Isabel Fernández|LVSJ
María Ángeles y Mateo Piacentini son hermanos y, además de compartir rasgos físicos parecidos, ambos son disléxicos. Las letras, las palabras y los números se invierten. La dislexia provoca dificultad para escribir, memorizar, pensar o comprender.
Se trata de un trastorno específico del aprendizaje de origen neurobiológico y hereditario que afecta a diversas áreas de funcionamiento, tales como el desempeño lector y de escritura, incidiendo en el rendimiento académico de los niños y adolescentes en edad escolar, así como el desempeño laboral en adultos.
Pero para los hermanos Piacentini ser disléxicos no es un impedimento para aprender. María Ángeles estudia abogacía en Uces y Mateo cursa el tercer año de secundaria en el Ipet N° 50 “Ing. Emilio F. Olmos” en la especialidad de Electricidad.
Hoy domingo 8 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Dislexia con el objetivo primordial de visibilizar uno de los trastornos de aprendizaje más comunes que afecta a los niños en edad escolar. Según la OMS afecta a un 10% de la población y es hereditario, es decir, que los rasgos o características se transmiten por información genética.
Con el objetivo de derribar mitos y prejuicios, Angi y Mateo contaron a LA VOZ DE SAN JUSTO cómo aprendieron a vivir con dislexia, enfrentando desafíos, la desinformación y el bullying, siempre apoyados por su familia y con la guía de su psicopedagoga, Silvana Busato (MP-322084).
“La dislexia no es una barrera para aprender y pensar, podemos hacer todo lo que nos proponemos con apoyo de la familia, la escuela y una psicopedagoga. Sería importante que los profesores realicen capacitaciones sobre la dislexia y otros trastornos para que puedan acompañar a los alumnos”, aseguraron los hermanos.
No es una enfermedad
Angi aclaró que la dislexia “No es una enfermedad, no es algo que curar, simplemente es una forma de interpretar distinta. Soy disléxica, no tengo dislexia”.
“Esto, no nos hace más o menos capaces, no es una limitación, y mucho menos una razón para que las personas nos miren despectivamente. Las diferenciación y discriminación existe por la falta de conocimiento, por el desinterés al informarse, escuchar y en su mayoría por no realizar adaptaciones. No hay una única forma de aprender y mucho menos de enseñar, aunque muchas veces parezca que sí”, consideró.
Por su parte Mateo, que tiene 15 años recordó que le diagnosticaron dislexia a los 6 años y destacó la importancia de que se detecte a temprana edad. “Cuando se diagnostica temprano se pueden mejorar muchas cosas y aprender herramientas para controlar el trastorno”.
En la escuela con su diagnóstico, Mateo tiene que aprender de otra manera. “las letras se invierten, a veces omito las palabras de una oración hablando o leyendo, las letras se mueven y tengo dificultades para memorizar ciertas cosas. En la escuela puedo usar la computadora, una grilla de guía o calculadora para matemáticas. En muchos casos tengo que releer el texto para buscar palabras que puedo omitir o que está mal escrita, los tiempos son diferentes para aprender”.
El cerebro trabaja de otra manera
Angi agregó que es una manera diferente de procesar la información, “el cerebro trabaja más detalladamente, analiza las letras individualmente, en conjunto y a partir de ahí la palabra, hasta que se forma el texto. Una vez formado el texto ahí está el significado, mientras que para las personas sin dislexia, el significado está solo leyendo la palabra”.
“La cantidad de trabajo que tiene que hacer el cerebro se va compensando con la capacidad de memoria que uno tiene. Mi hermano Mateo y yo tenemos muchísima memoria, me acuerdo de muchas cosas que leí, incluso si la leí hace años”, aseguró.
Agregó que entonces “no tengo problemas al momento de estudiar, si bien me puede llevar un poco más de tiempo leer, pero me voy acordando lo que dice el profesor, porque me queda más lo que se dice oralmente, al estudiar en voz alta lo memorizo más rápido”.
Mateo agregó que otra de las herramientas con las que contamos para mejorar lo que provoca la dislexia son los lentes con filtro de color amarillo o verde. “Estos lentes con una tonalidad amarilla opaca nos ayudan a ver más claro el relieve de las letras, al ser más opaco se fatiga menos el ojo y se pueden enfocar bien las palabras, con eso logramos leer mucho más rápido”.
Hay discriminación porque falta información
Con respecto a la discriminación advirtieron que todavía existe y consideran que se debe a la falta de información. “El bullying existe en todos lados, hay compañeros que por desinformación te miran raro o como el más lento y también profesores que no aceptan, que no creen que existe la dislexia y no nos incluyen en trabajos o competencias. Aunque también existen profesores que nos hacen participar y nos dan el empujón y nos apoyan, además hay compañeros muy buenos que acompañan”, afirmaron.
No es fácil, pero se puede
No es fácil el diagnóstico de dislexia para una familia, pero es importante buscar ayuda e informarse. Orgullosa, Natalia, la mamá de los hermanos Piacentini aseguró: “Mi mayor temor siempre fue que tanto Angi como Mateo no pudieran lograr cumplir sus sueños, pero estaba equivocada. No digo que es fácil, lamentablemente no es así por la falta de información y adecuaciones que necesitan nuestros hijos”.
“Ellos lucharon poniendo el doble y muchas veces más esfuerzo que tal vez la mayoría, y así van cumpliendo sus metas, van logrando sus sueños y yo aprendiendo de ellos, de su constancia y resiliencia. Sin el apoyo de Silvana no hubiésemos podido llegar hasta aquí. Como mamá el único consejo que puedo dar es que acompañen a sus hijos, los alienten y siempre se dejen guiar por los profesionales capacitados”, finalizó.
Se aprende a vivir con dislexia
La dislexia es un trastorno de origen neurobiológico con el que se nace y acompaña toda la vida. “Se compensa y se aprende a vivir con dislexia. Es importante que se descarte, a la hora de realizar el diagnóstico, cualquier tipo de problema físico o psíquico”, aseguró la licenciada en Psicopedagogía Silvana Busato (MP-322084) de Synapsis Neurociencias.
Es un trastorno que se manifiesta por una dificultad en el aprendizaje de la lectura y escritura, independientemente de que el paciente haya recibido educación, disponga de las capacidades intelectuales y crezca en un entorno sociocultural adecuado.
La licenciada Busato remarcó que este trastorno “no tiene nada que ver con la inteligencia, aunque su rendimiento escolar se va a ver afectado debido a la baja comprensión lectora asociada”.
La persona disléxica presenta dificultad para descifrar lo que hay escrito, lo que afecta la velocidad de lectura y la comprensión de lo que está leyendo, es como si no estuviese identificando las palabras y frases resultándole muy complicado comprender qué lee. Sin embargo, si alguien le lee el texto, no presenta ningún problema en la comprensión del mismo.
Gracias al avance de la neurociencia, con el estudio de cerebros vivos, se puede acceder a importante información para comprender esta condición. Busato explicó que en el cerebro del disléxico “se observan alteraciones en varias zonas de la corteza cerebral, menor actividad en las áreas relacionadas con la lectoescritura y desorganización en las conexiones neuronales”.
¿Cómo se manifiesta?
La psicopedagoga afirmó que es muy importante que los padres y los docentes estén atentos si advierten que al niño le resulta difícil aprender los colores, los números, las letras, la hora, si presenta dificultad para escribir su nombre, para aprender en orden los días y meses del año, si escriben en espejo (al revés) las letras o números, si agarran de modo incorrecto el lápiz o la tijera, si saltean hojas en el cuaderno, si al leer se confunden o les cuesta seguir la línea de la lectura, si escriben palabras pegadas (sin segmentar), si presentan dificultad en la lateralidad (discriminar la derecha e izquierda). “Todos estos signos son señales significativas que deben derivar en una interconsulta psicopedagógica”, afirmó.
“Es un mito considerar que el diagnóstico de dislexia debe realizarse entre los 7 u 8 años. A medida que se investiga sobre una dificultad, se sabe cómo reconocerla y se desarrollan herramientas que permiten detectarla. Hoy se sabe cómo detectar la dislexia a partir de los 4 o 5 años. Cuanto más temprano se empiece un tratamiento adecuado, antes y mejor se compensarán las dificultades”, destacó Busato.
Tipos y consecuencias
- Dislexia fonológica: referida a la lectura de palabras que la persona no conoce y cambia.
- Dislexia superficial: ocurre comúnmente en niños, relacionado con el cambio de palabras que no conocen y tienen dificultad para leer.
- Dislexia mixta o profunda: está relacionada con dificultades mayores en la percepción y lectura de las palabras. Es un tipo de dislexia avanzada mediante la cual el individuo no puede leer ni escribir con facilidad, cambiando palabras sencillas por otras diferentes.
Este trastorno del neurodesarrollo genera las siguientes consecuencias, dificultades y limitaciones:
- Deserción escolar.
- Episodios depresivos.
- Estrés y ansiedad.
- Bullying.
- Baja autoestima.
- Trastornos alimenticios.
Es una condición
La dislexia no es una enfermedad, por lo tanto, no “se cura”, es una “condición”. Tras el diagnóstico, se iniciará el tratamiento psicopedagógico específico en la reeducación del aprendizaje y, si fuera necesario, psicológico para afrontar los aspectos emocionales implicados.
Es muy frecuente que los pacientes que presentan dislexia cuenten con más problemas asociados. Entre ellos podemos mencionar: disgrafía: dificultad para coordinar los movimientos de la mano y el brazo para dirigir el lápiz y escribir de forma ordenada y legible, discalculia: dificultad para realizar operaciones matemáticas y para el pensamiento abstracto necesario para calcular, disortografía: dificultad para asimilar las normas de ortografía, repitiendo constantemente los mismos errores y sin ser capaces de asimilarlos.
- ¿Qué sucede con el aspecto emocional de las personas con este diagnóstico?
Con frecuencia se observa tensión nerviosa, irritabilidad, baja autoestima, insomnio, fobia al colegio, falta de atención, timidez, inseguridad, susceptibilidad. El estudiante disléxico debe poner tanto esfuerzo en las tareas de lectoescritura que tiende a fatigarse, a perder la concentración, distraerse y evitar este tipo de tareas, ante esta situación, el déficit de atención es comórbido al cuadro de dislexia.
La valoración por el profesional psicopedagogo basada en pruebas estandarizadas permitirá un diagnóstico adecuado, tanto de un cuadro de dislexia como de la falta de atención o de otras alteraciones del aprendizaje, permitiendo así iniciar las intervenciones inmediatas, tanto en el ámbito escolar como familiar.
El tratamiento involucra trabajar directamente con el colegio, ya que los docentes deberán recibir información del estudiante, conocer en qué consiste el diagnóstico e implementar “adecuaciones”, hoy llamados “ajustes razonables” es decir, las estrategias acordes a las necesidades del estudiante. Cabe mencionar la Ley Nacional de Dislexia N° 27.306, que establece como objetivo prioritario garantizar el derecho a la educación de los niños, niñas, adolescentes y adultos que presentan Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA).
Muchas consultas de los padres remiten al aprendizaje de los idiomas. Los estudiantes disléxicos pueden aprender idiomas. Los errores en la escritura estarán presentes, por lo que deberán ser evaluados desde la oralidad, podrán dominar muy bien la lengua oral, ya que al expresar las ideas por escrito aparecerán los errores. Aquí serán fundamentales los ajustes al momento de evaluarlos, ya que la ortografía será una barrera importante.
-¿Cómo es el tratamiento?
El diagnóstico y tratamiento precoz de la dislexia derivará en una mejoría del rendimiento escolar y de la calidad de vida del paciente. El rol del psicopedagogo es entrenar al paciente en estrategias lectoras que le permitan una lectura fluida, técnicas de estudio, ayudas mnemotécnicas (memoria de trabajo).
Algunos padres suelen consultar sobre el “alta en el tratamiento de la dislexia”, en este punto es difícil hablar de alta cuando se sabe que la dislexia supone un funcionamiento de base neurobiológica diferente. Con tiempo, los pacientes van compensando sus dificultades, lo que hace que tomen períodos de descanso. En algunos casos se realizan supervisiones quincenales o mensuales. El “alta parcial” del tratamiento se otorga cuando el paciente ha logrado los objetivos que se esperaban y puede manejarse con autonomía.
En el abordaje, diagnóstico y tratamiento de la dislexia se requiere determinar las dificultades específicas en cada paciente con la intervención de un equipo multidisciplinar, conformado por neuropsicólogos, oftalmólogos, otorrinolaringólogos, neurólogos, logopedas, pediatras y especialistas conductuales y del desarrollo.
Es muy importante contar con el apoyo familiar para reforzar la comunicación, la confianza y mejorar las habilidades de lectura y escritura, mediante la aplicación de técnicas educativas específicas.