La colección “retrocomputers” de Marcelo
El sanfrancisqueño tiene un espacio en su casa donde expone su propia colección de computadoras. Muy pronto realizará una muestra en el Museo de la Ciudad para que las nuevas generaciones conozcan los inicios de estos aparatos tan esenciales hoy en nuestra vida.
Por Stefanía Musso | LVSJ
Marcelo Esteban Olocco es un apasionado de la tecnología y de la informática. Descubrió las computadoras siendo un adolescente y por su discapacidad motriz, encontró en ellas una manera de experimentar la vida. También de aprender y como vía de insertarse en el mundo social.
A medida que fueron apareciendo más y nuevas computadoras, Olocco fue formándose y capacitándose en este mundillo. Hoy, Marcelo es un gran editor de videos además de programador, operador y un artesano de las maquinas informáticas.
Todas aquellas computadoras que lo acompañaron en su crecimiento entre los ochenta y los noventa, las fue recuperando y creó su propio museo: Retrocomputers.
Se trata de una colección en franco crecimiento que muy pronto llegará al Museo de la Ciudad con el objetivo que los más chicos conozcan y experimenten cómo fueron los inicios de la informática, tal como lo hizo él.
Un museo
Lo que parecía "chatarra electrónica", se convirtió en una renovada pasión de los nostálgicos. De hecho, Marcelo dice que es muy difícil conseguir para coleccionar. "Antes se conseguían cosas muchas más baratas, pero hoy es difícil acceder a las mismas".
A pesar de eso, Marcelo atesora piezas invaluables. Son alrededor de 12 y la mayoría le pertenecieron y guardó y otras que compró y las está arreglando porque no siempre se consiguen en buen estado. "Hace años que tengo la idea de hacer un museo. Fui guardando algunas máquinas y otras compré", indicó.
"Quiero demostrarle a los chicos que antes no era todo Windows, que era todo a pulmón", afirmó el coleccionista.
Un espacio que atesora la historia de la computadora.
Una pasión desde chico
"Soy radioaficionado y para el año 82 ya tenía la licencia, a partir de una tarjeta que me llegó desde España con la imagen de una computadora. Recuerdo que mi mamá me preguntó si quería tener una y no lo dudé, aunque no sabía para qué usarla", contó.
En esos tiempos no había tutoriales de Youtube o Podcast. "Para aprender no había nada, solo algunas revistas de computación, programas de televisión, el manual de la computadora o tener conocimientos de electrónica. Podías usarla para hacer cálculos y programábamos con lenguaje Basic", indicó.
La primera computadora de Marcelo fue una Sinclair modelo ochenta y proveniente de Brasil, por la que pagó 40 australes con la ayuda de su mamá y con su aporte como fabricante de ladrillos para hornos a leña para cerámica. "Fue a finales del '83 y principios del '84. Con 17 años nunca había visto una computadora o al menos, haberla tenido en mis manos".
Haber nacido en la época del boom de las computadoras forjó su pasión por estos aparatos. "Yo viví la época del surgimiento de las computadoras. La revolución informativa a nivel hogareño se plasmó entre los '80 y los '90, la conocida 'época de oro' porque los juegos y los softwares que hoy están vivos y modernizados, aparecieron en aquellos tiempos. Recuerdo que surgió un movimiento importante pero no todos teníamos una computadora, éramos como bichos raros".
Con padres artistas, Marcelo tomó el camino de la informática pero lleva en la sangre el arte a partir de la edición de videos sociales. "La gente me trae material, a veces en VHS, y rescato la parte social, la notoria de la familia y luego lo digitalizo".
Una herramienta de vida
Un episodio en su nacimiento lo llevó a desarrollar movimientos involuntarios, lo que lo obliga a movilizarse con silla de ruedas. Sin embargo, esto no es un freno en la vida de Marcelo ya que la tecnología llegó para ser su escape y adaptación al exterior.
"Mi vida no fue como la de cualquier chico porque no podía movilizarme como cualquiera por mi discapacidad. Entonces, la tecnología me ayudó mucho en mi vida social porque a diferencia de ahora, antes tenía una función mucho más formativa porque jugábamos y aprendíamos pero hoy, todo está servido", finalizó Olocco