Entrevistas
Julián Pastore: dejando marcas en el arte callejero
Julián Pastore tiene 32 años y con su talento ya dejó su marca artística en paredes de la ciudad. Contar historias, dejar mensajes y provocar sentido de pertenencia; es su propósito como muralista.
En la Sociedad de Bomberos Voluntarios, en el dispensario de barrio Roque Sáenz Peña, en el Comedor La Virgencita, la avenida Cervantes, el Centro Cultural San Francisco y en los boliches de la ciudad está la marca de Julián Pastore. Este sanfrancisqueño, como muchos artistas callejeros, es parte de la nueva generación de creadores de nuestra ciudad que vuelcan todo su talento en los muros de la ciudad y se puede visibilizar gracias al programa cultural municipal #lasparedeshablan.
Con solo tres años dedicados al muralismo, su pasión por la pintura la lleva dentro de sí desde muy chico heredando este gusto de su mamá pero fue la pandemia la que lo reencontró con el arte.
Desde este año abandonó su trabajo en la secretaría de Salud de la Municipalidad de San Francisco para dedicarse de lleno al muralismo, trabajo del que hoy vive. “Me siento orgulloso de mi aporte a la ciudad”, afirmó el artista.
Inquieto, autoexigente, el pintor se considera un aprendiz constante de lo suyo y afirma que se siente realizado cuando los vecinos se apropian de sus obras y lo valoran como un patrimonio de su lugar de pertenencia.
Estás trabajando sin detenerte…
Estoy en la ciudad de Córdoba. Soy parte del programa “Arte de nuestra gente” y ya voy por el octavo mural. En este caso, se trata de una pintura en una cancha de futbol en la villa 28 de Noviembre con la temática “No a la violencia en el fútbol”. La idea es hacer un boceto donde todas las personas puedan participar mientras yo me encargo de lo complejo. También la gente pide agregar dibujos. Son 140 metros en total.
Cuando uno ve al artista trabajando, cree que él es el protagonista pero en este caso sos como el “conector” entre la gente y el arte.
Ese es el sentido de este trabajo. Si bien es mi boceto, siempre tengo que estar abierto a opiniones y agregar cosas propias del barrio. Lo que se busca es que la gente misma que vea el mural sienta que participó y que fue parte del mismo.
Es una manera de provocar un sentido de pertenencia.
Totalmente. También es la posibilidad de cuidar un espacio, que no se vandalice. Si lo pinta el mismo vecino, lo ponen en valor y lo cuidan.
¿El artista callejero se inspira en el espectador para su obra?
Me pasó en otro barrio cordobés es que cada vez que veo mi trabajo, me encuentro con vecinos limpiando o repasando la pintura. Es hermoso ver como se valora el trabajo de uno. Si tal vez solo se pintara una pared de blanco, al otro día seguramente estaría vandalizada. El arte permite crear un patrimonio del barrio.
¿Qué marca caracteriza a un mural tuyo?
Lo que me distingue son los ojos. Siempre hay ojos y miradas. El realismo está siempre, me gusta salir de lo plano. Si me lo permiten, dibujo una mirada porque trasmiten emociones, sentimientos y es algo que me gusta hacer. Dibujo ojos por todos lados (risas).
¿Cómo es tu proceso de creación?
Intento que nadie me imponga copiar algo. Me gusta que me den la temática, las ideas y luego diseñar una especie de collage o montaje. La mayoría de mis murales tienen cosas diferentes a los bocetos que planteo previamente. Busco contar historias y dejar un mensaje. Un ejemplo es el de Bomberos. Lo que busqué ahí es que mi arte le llegue a la gente y sientan que los bomberos arriesgan su vida por nosotros.
Un aprendiz constante
Tu carrera ascendió rápidamente…
Te voy a ser sincero, nunca me imaginé estar pintando murales. Durante la pandemia, como le pasó a mucha gente, tuve más tiempo y volví a dibujar después de una década. Antes, pintaba en grises pero descubrí el color. Publiqué algunas fotos de cuadros a color que hice en mis redes sociales y comenzaron los pedidos. Con el tiempo, me encargaron el mural de NetPádel del Sport Automóvil Club.
Diste un salto gigante y me refiero por el tamaño de tus obras.
No me considero una persona con tanta paciencia para pintar pequeños cuadros y ser detallista por lo que el mural es más rápido porque a través del dibujo logrado, no se necesita tanta perfección y es más fácil. Lo que más me atrapó del mural, que es el estilo de vida que llevo actualmente, es la posibilidad de dejar una marca con mi trabajo y sentirme orgulloso de mi aporte a la ciudad. Yo me considero un aprendiz en el mundo del muralismo.
¿Estudiaste pintura?
Aprendí de mi mamá que le gusta pintar y tengo recuerdos de ella siempre pintando. No estudié pintura pero siempre estoy investigando, leyendo y aprendiendo de mis colegas.
La intervención de Estado es clave para tu trabajo
Estoy muy agradecido por el lugar que nos dio el municipio a través del programa #lasparedeshablan. Se trata de una oportunidad única para los artistas de poder mostrar lo que nos gusta hacer. No solo le gusta a la gente, sino que nos abre las puertas al trabajo porque lo nuestro es como un catálogo de nuestro arte. Lo más lindo es que las energías son positivas, los comentarios alentadores y gusta mucho la movida artística que hay en la ciudad.
Visibilizar el Asperger
El artista no solo expresa su talento pero también visibiliza en sus redes sociales el síndrome de Asperger, condición que tiene su hermano Gerónimo y que él asegura es un gran maestro que le enseña en la vida. “Gerónimo nos enseñó muchísimo a toda la familia. Con él no hay barreras y es una persona muy cariñosa con todos nosotros”.
Su sello
“Lo que me distingue son los ojos. Siempre hay ojos y miradas. El realismo está siempre, me gusta salir de lo plano. Si me lo permiten, dibujo una mirada porque trasmiten emociones, sentimientos y es algo que me gusta hacer”.