Análisis
“Días felices”
La actualidad política en 2025 estará marcada por el cronograma electoral y por la marcha de la economía.
Por Fernando Quaglia / LVSJ
Apenas comenzado el año, el presidente de la Nación publicó en redes sociales un saludo en el que destacó los logros que considera alcanzados. Afirmó que “hemos dejado atrás lo peor” y que se aproximan “días felices”. En un posteo posterior, aseguró que su gobierno seguirá “bajando la inflación, reduciendo el riesgo país, el gasto público y desregulando”. Algunos números positivos en estos rubros son el cimiento que sustenta la esperanza de un triunfo electoral en las legislativas, algo que –con los reparos del caso- vienen insinuando la mayoría de las encuestas de opinión.
En el terreno en el que se siente más a gusto (las redes sociales) y explayándose sobre el tema que más le apasiona (la economía), Milei repitió lo que otros mandatarios proclamaron en distintas épocas: lo mejor está por venir; lo peor quedó en el pasado. No siempre estas expresiones de deseo se cumplieron. Es más, en la mayoría de los casos fueron solo eso. Sin ingresar en el análisis de las afirmaciones sobre la economía que formuló, en el saludo presidencial la formalidad le ganó, otra vez, a la originalidad.
Por cierto, los “días felices” prometidos deberán verse las caras con las agitadas aguas de un año electoral, en el que el gobierno nacional apuesta a alcanzar un éxito que le permita mayor margen de maniobra en el Congreso y avale el proceso de reformas que, con espasmos y sobresaltos, pero empecinado, viene llevando adelante. Con suceso en algunos puntos. Con incertidumbre, en otros.
Este año la actualidad política en el país estará marcada por el cronograma electoral y por la marcha de la economía. Nada nuevo. Siempre ha ocurrido así en los años en los que se renueva el Congreso de la Nación. La ciudadanía tiene experiencia en estas situaciones y sabe que los juegos del poder y las dificultades económicas moldean el discurso.
En este marco, la dirigencia política tradicional tendrá que hallar respuestas al desafío que redujo su protagonismo y puso en peligro su relevancia. Ya no puede asombrarse por las disrupciones de un presidente que capitalizó el profundo descontento popular contra quienes se atribuían su representación. El reto no es menor. El resultado de las elecciones legislativas brindará elementos para tomar nota si la política “profesional” es capaz de encontrar el camino.
Mientras se mantenga la incertidumbre de las fuerzas que antaño manejaban los resortes del poder, los ataques a la “casta” continuarán siendo efectivos. Aun cuando se trate más de retórica incendiaria que de hechos concretos. Aun cuando se vislumbre que la motosierra contra la “casta” se diluye en el entramado de intereses cruzados, alimentando sospechas de acuerdos encubiertos.
El último día del año anterior, la Argentina recibió la noticia del fallecimiento de un periodista polémico, controvertido, discutido, pero brillante y notable que reinventó los modos de reflejar la realidad. Las dos figuras que actualmente representan la grieta, concepto acuñado por Jorge Lanata, “acordaron” no expresarse respecto del triste suceso que dominó la agenda pública la semana anterior. Militantes de uno y otro lado incluso llegaron incluso a “celebrar” el desenlace. No hubo grieta entre los adherentes más fervorosos de una y otra corriente. Si bien Javier Milei y Cristina Kirchner no tenían obligación de expresarse públicamente, su silencio podría interpretarse como la muestra de desdén personal hacia alguien no escatimó críticas e investigaciones para ambos o quizás como la consecuencia de un escaso aprecio por la libertad de prensa.
Es una obviedad, pero si fuera real el último argumento, vale la pena insistir en que los “días felices” prometidos, tanto en años electorales como en cualquier otro momento, solo son posibles con la plena vigencia de esta libertad.