Isabel y Gabriel, una historia de amor y solidaridad sin límites
Hay personas cuyas historias merecen ser conocidas. Este es el caso de Gabriel Marveggio, el sanfrancisqueño que vive en España y ayuda desinteresadamente a otros como hizo con su esposa, la brasileña Isabel Mann, quien contó en primera persona todo lo que hizo por ella.
Dos corazones rotos de Brasil y Argentina, un encuentro en un centro comercial de España y el nacimiento de un amor que ya tiene 12 años.
Más allá de la atracción, Isabel Mann de Brasil conoció al sanfrancisqueño Gabriel Marveggio, el hombre que hoy es su esposo, su compañero, el que le permitió salir adelante y salvar su futuro cuando estaba sola en un país desconocido buscando un mejor futuro.
Tal como contó LA VOZ DE SAN JUSTO en agosto de 2021, Gabriel fue el "ángel" que ayudó al club Alumni para un nuevo despertar de esta entidad deportiva. También, colabora con la beca educativa para una niña de nuestra ciudad y se hizo cargo de los gastos y estadía que necesito un joven para intervenirse de un trasplante de riñón en la ciudad de Córdoba, entre otras causas solidarias.
Luego de mucho tiempo por la pandemia, Isabel y Gabriel viajaron a la Argentina y se encuentran en San Francisco. En estos días que están en nuestra ciudad, Isabel se puso en contacto con el diario para contar la historia de su marido como forma de agradecimiento por todo lo que hizo por ella y otros compatriotas.
"Él es una persona que ayuda a todos, sin medir ni importarle quien es. Le avisan de un caso y se dispone a hacerlo sin pensar. Lo hace con cualquier persona y lo hizo conmigo", contó Isabel a este diario.
Isabel Mann y Gabriel Marveggio
Siempre por los otros
A los 23 años, Gabriel dejó nuestra ciudad y hace 31 que está radicado en España. Pero la distancia no hizo que se olvide de sus orígenes y mucho menos de sus amigos.
Con una dedicación enorme a los que más necesitan, Gabriel colabora constantemente dónde lo llaman. "En plena pandemia, alojamos a un sanfrancisqueño que quedó varado en Andorra luego que alguien nos pidiera ayuda. Vivió con nosotros durante cinco meses hasta que abrieron las fronteras y pudo volver", explicó Isabel.
Y no es todo. Radicados en Aia Guipúzcoa en el País Vasco "Nuestra casa es un verdadero hotel. Hemos alojado entre seis y siete personas a lo largo de este tiempo, a quienes le dimos trabajo para que pudieran dar sus primeros pasos y asentarse; a eso lo llamamos tiempo de transición. Desde argentinos hasta venezolanos. También le regalo tickets a sus empleados para que puedan viajar a sus países y ver a su familia".
"Esto nace de él, no lo piensa y no espera nada a cambio. Muchas veces lo decepcionaron, sintió que lo usaron, pero el sigue adelante", reflexionó Isabel.
"En la vida de todos los que puso su mano, la realidad cambió y solo él pudo hacerlo".
Isabel es brasileña y está casada con Gabriel, el hombre que ayuda desde España en nuestra ciudad y que también salvó su vida.
Encontrarse con un ángel
La historia de vida de Isabel es dura, como muchos de los que no encuentran un futuro en su tierra natal. Ella es oriunda de Toledo, Brasil; un pueblo a 170 kilómetros de la frontera con Paraguay, Uruguay y Argentina. Fue a los 17 que escucho hablar de Galicia, España y con el dinero que tenía se fue para allá. "Me fui como todos los que se van de su casa, sin rumbo ni destino fijo", recordó Isabel.
Isabel llegó sola y comenzó como muchos a trabajar como camarera. El 6 de abril de 2010 y ya radicada en esa zona de España, conoció a Gabriel. "Fue en un centro comercial donde vendía productos dietéticos. Cuando nos vimos, me dejo una tarjeta que decía, ´El día que te quedes sin curro, me llamas´ y casualmente, dos días después, me quedé sin trabajo. Lo llamé y de inmediato me ayudó".
"Hubo amor a primera vista. Él siempre dice que vio en mí unos ojos tristes y yo le digo que me enamoré de un osito gruñón".
Isabel y Gabriel tienen una diferencia de 31 años, algo que no impidió que comenzaran una relación. "Comencé a trabajar con él en su empresa de aplicación de suelos de resina y empezamos a salir".
Pero eso no fue todo. Gabriel se convirtió en un verdadero ángel para ella. "Al mes de conocerme me pagó el ticket de vuelo a Brasil para que pudiera reencontrarme con mis hijos que hacía cinco años no veía porque no tenía cómo hacerlo. Ellos se criaron con mis padres mientras desde España los ayudo porque es la única manera de darle mejor vida a ellos".
La pareja junto a Flika, la perra de la familia.
Al año siguiente de estar juntos, Gabriel le compró una casa a la madre de Isabel para que viviera con sus hijos. "Lo hizo sin conocerme", confesó la mujer.
Y por estos gestos y mucho más, la vida junto a Gabriel es un aprendizaje. "El me dio los mejores años de mi vida porque yo era una persona sin destino, sin nada y si no lo hubiera conocido, no sé si estaría viva".
Con amigos, con desconocidos, con su amada Isabel; Gabriel es una persona que lo da todo sin pedir nada a cambio y aunque esté en España nada lo limita a la hora de ayudar y con una frase tatuada en su piel que dice "Te quiero osito gruñón, tu niña de los ojos tristes", Gabriel es el "ángel" de todos.