Sociedad
Ingreso a la universidad, miedos y ansiedad: “Es muy importante generar lugares seguros”
Uces reeditó una experiencia enriquecedora: el taller “Cultivar la calma en el ingreso universitario”. La disertante, María Emilia Gobbo, destacó el rol de la educación emocional.
“Si pudiera volver atrás, a encontrarme con mi yo de 18 años que estaba comenzando la facu, en un momento de la vida donde los cambios y lo nuevo no eran nada fácil, donde había que elegir una profesión que iba a acompañar durante gran parte de la vida, tendría muchas cosas para decirle. Le diría, principalmente, que tenga paciencia, que los cambios asustan y el antídoto tiene que ver con hacerle frente a los miedos y no darles la espalda. Le diría que aprenda a rodearse de buena gente, personas que nutran el corazón y acompañen con paciencia y palabras cálidas. Le diría que se tome tiempo para conocerse, para cultivar la calma, que la vida no se trata solo de exigencias. Y que así, con tantos miedos en inseguridades, era una persona suficiente”.
Con estas palabras, la psicóloga María Emilia Gobbo se refirió a la experiencia de dictar, un año más, un interesante taller denominado “Cultivar la calma en el ingreso universitario”, en el marco del cursillo de inicio del ciclo lectivo de las carreras de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (Uces).
La elección de qué estudiar o qué camino genera importantes escenarios de estrés y ansiedad. El miedo a equivocarnos, defraudar o fallar. Y lo que viene después de la elección de la carrera no es más que un proceso complejo, en que los adolescentes se descubren a sí mismo y son responsable de las decisiones que toman.
“La idea fue generar un espacio para los alumnos abordando la cuestión emocional, de auto conocimiento”, comenzó contando Gobbo a LA VOZ DE SAN JUSTO sobre la propuesta que se llevó a cabo por segundo año consecutivo en Uces durante esta etapa de la vida universitaria.
“Fue una experiencia súper enriquecedora. El taller se dividió según las distintas carreras. Es que son más de 140 estudiantes” entre Contador Público, Recursos Humanos, Abogacía y Psicología.
“El perfil de los estudiantes de las distintas carrera es muy diferente. Con los de Piscología hubo una gran conexión, apertura e interés. Tal vez con el resto de los grupos también la hubo, pero costó más conectar con la parte emocional. Esto revela las distintas características de la personalidad de los alumnos de acuerdo a la carrera que eligen”, agregó Gobbo, que además es docente del Seminario de Neuropsicología en la universidad.
¿Cuándo se pierde la calma? A esta pregunta, la licenciada en Psicología respondió: “El ingreso a la facultad es un momento de muchos cambios en la vida de una persona. Pasar a un nivel educativo de mayor exigencia; muchos jóvenes vienen desde otros lugares; de hogares, familias diferentes; encontrase con nuevos compañeros, con nuevos profesores…, lo que puede despertar miedos, ansiedad, estrés, entonces en necesario cultivar, alimentar un poquito más, la calma para poder afrontar el proceso de la mejor manera posible”.
“Soy muy optimista. Veo en el sistema educativo un crecimiento del interés por la educación emocional para abordar cuestiones como el bullying y la salud mental”.
Miedo a la frustración
Durante el taller, la profesional también recurrió al mindfulness o su nombre en español, “la atención plena”, que propone, entre otras cosas, ser amable con uno mismo.
“Esto está muy relacionado a la auto exigencia. Uno a los 17 o 18 años tiene que elegir una carrera y pretende que sea algo para toda la vida y todavía no hemos terminado de madurar, por eso puede permitirse cambiar de carrera, de vocación. El miedo a la frustración está muy presente y se relaciona con el perfeccionismo, la exigencia, la tendencia a querer controlar. Es muy importante llevar calma a esa situación”, dijo Gobbo.
Como factor común de los estudiantes en el taller, comentó que “de los que se animaban a compartir o hablar surgió esto del miedo a lo nuevo, el miedo a los cambios” y marcó una diferencia entre aquellos jóvenes que son de la ciudad y los que llegan desde otras localidades. En este último caso, “se da un doble desafío: dejar la casa, la familia, lo conocido… y adaptarse a un lugar nuevo, con nuevos vínculos”.
“Hay variables contextuales que influyen muchísimo como cuestiones económicas –sostuvo Gobbo-. De hecho, según informaron desde la UTN (Facultad Regional San Francisco), este año la cantidad de alumnos que ingresan fue menor que años anteriores y seguramente los estudiantes estén atravesados y preocupados por la crisis económica”.
El contexto también empuja a muchos alumnos a “comenzar antes a trabajar, lo que obliga a conciliar las horas de cursado con lo laboral y una readaptación a la vida universitaria”.
El aporte del mindfulness
“¿Cómo funciona la mente? ¿Qué puedo hacer cuando siento ansiedad o miedo? Este taller fue pensado para que los estudiantes puedan entender cómo funciona el sistema nervioso y qué podemos hacer ante situaciones de miedo o ansiedad”, siguió Gobbo.
Una de las herramientas que la profesional compartió fue “frenar la mente y volver al presente, porque el sufrimiento suele estar asociado a pensamientos que se anticipan, por ejemplo: ‘Y si me va al’, ‘si no me cae bien la profe’. Eso es algo que me dice mi mente, pero eso se puede educar. Existe una práctica de mindfulness que se llama el ancla emocional y consiste en llevar la atención a los sonidos, el cuerpo, la respiración, volver al presente”.
“Otra práctica que surgió con uno de los grupos del taller fue la de crear un lugar calmo, tranquilo. Cuando uno se concentra en eso, el cuerpo llega a sentir como si estuvieras en ese lugar”, acotó.
“El ingreso a la universidad es una etapa muy movilizante, en la que también muchos traumas se vinculan a situaciones de bullying. Ante esto es muy importante concientizar y generar lugares seguros donde haya vínculos y relaciones sanas, porque esto puede generar consecuencias muy difíciles en la adultez”, indicó.
Consultada sobre cuáles son sus expectativas tras el taller, Gobbo señaló: “Soy muy optimista. Veo en el sistema educativo un crecimiento del interés por la educación emocional para abordar cuestiones como el bullying y la salud mental. Tengo buenas expectativas”.