Pasión
Héctor Benedetto: 27 años navegando con el corazón
Con títulos, anécdotas inolvidables y una gran familia en el mundo del rally, Héctor Benedetto se despide de las pistas, pero no del corazón de quienes lo vieron triunfar.
Por Ignacio Omedes | LVSJ
En el mundo del rally, hay nombres que trascienden las carreras y se convierten en leyendas. Héctor Benedetto, conocido cariñosamente como “Tío”, es uno de ellos. Después de 27 años ininterrumpidos navegando por los caminos rurales y montañosos más desafiantes, decidió colgar el casco y ponerle un punto final a una carrera llena de títulos, victorias memorables y una pasión desbordante por el automovilismo.
Benedetto no solo dejó una huella en cada competencia, sino que también forjó campeones y transmitió su sabiduría a una nueva generación de pilotos. Su debut en el rally fue en 1997 en el Rally de Pérez junto a Jorge Rasetto, y de manera casi poética, su última carrera, 27 años después, también fue en el Rally de Pérez, acompañando esta vez a Ignacio Anselmi al volante.
En 1997 logró su primer título junto a Jorge Rasetto, y en 2002, consiguió su primer campeonato junto a su sobrino Marcos Benedetto, un binomio que marcaría historia en el rally sanfrancisqueño. Los éxitos continuaron: fue campeón de la clase A6 en el Rally Cordobés en 2006, y nuevamente en 2008. En 2009, alcanzó el subcampeonato en el Rally Santafesino, y ese mismo año compitió en el campeonato argentino de rally junto a Héctor Rasetto. También fue parte del rally nacional junto a Luis María Vega, y en sus últimos años de actividad, navegó a Tomás Perotti y a Ignacio Anselmi con quien consiguió su última victoria en el Rally de Pérez y Soldini, un cierre perfecto para una carrera inquebrantable. Además de estos logros, Benedetto acumuló varios subcampeonatos que consolidaron su lugar como un referente indiscutido en el mundo del rally.
A lo largo de estas casi tres décadas, Hector se ganó el cariño y respeto de todos, tanto dentro como fuera de los caminos. Su habilidad como navegante y su generosidad como mentor lo convirtieron en una figura clave del rally regional y nacional. Pero más allá de los títulos, lo que queda es su legado: la formación de pilotos, la camaradería y las innumerables anécdotas que cosechó en tantos años de aventuras.
En 1997 realizaste tu debut. ¿Cómo fue que empezaste en el mundo del rally como navegante?
Fue una idea loca de mi hermano y Jorge Rasetto. Teníamos un galponcito donde jodíamos siempre con las motos. Mi hermano “Cacho” corría en moto, pero se cansaron de doblarse los huesos, entonces decidieron armar algo con cuatro patas, más que con dos. El problema era quién iba a manejar y quién iba a navegar. Yo estaba ahí, de loquito, mirando todo y re manija por lo que me gustaba. Así que un día decidieron que el que iba a empezar era yo. Arranqué con Jorge Rasetto en 1997, un loquito de guerra, pero tremendo piloto. Y en ese primer año salí campeón de navegante en el Rally Sprint Cordobés, una locura.
27 años arriba del auto...
Los años transcurrieron y seguimos corriendo varias carreras, con Jorge, con mi hermano. Marcos (Benedetto), mi sobrino, también corría en moto y se rompía todo. Al final, decidió hacer un auto para correr en rally. La primera carrera que corrimos juntos fue un desastre, lo tumbamos al auto, un 147, en el primer tramo. Pero eso fue el comienzo de una historia increíble. Marcos fue un campeón, con un talento impresionante. Ganamos campeonatos en Santa Fe, en Córdoba, en el Federal, todo gracias a un equipo extraordinario.
A lo largo de tu extensa carrera, ¿tenés alguna anécdota que te haya marcado?
Uf, sí, hay tantas. Pero una que siempre cuento es una carrera que corrimos en Ascochinga-La Cumbre. Estábamos en la última etapa de un rally de montaña, sin frenos, con la segunda rota, y para colmo, se nos rompe una cubierta del lado mío. Marcos, que siempre iba más rápido de lo que el auto podía, seguía como si nada. Y yo le decía, “Despacio, Marcos, nos vamos a matar” Pero no me daba bola. En un momento, tuve que cortarle la corriente al auto, guardar la hoja de ruta y decirle: “Yo hasta acá llegué. Si querés seguir, seguí solo.” Ahí fue cuando se largó a llorar. Tenía 17 años y no entendía que lo primero que tiene que aprender un piloto no es acelerar, sino frenar.
Ganaste varios títulos importantes. ¿Cuál es el campeonato que más te marcó?
El campeonato que definimos en San Francisco en 1999. Veníamos de correr en Freyre, y en el último tramo, Monte Monzoni (Luxardo), teníamos un minuto y cinco segundos de diferencia con Eduardo Barra. Antes de largar, nos encontramos con que teníamos dos gomas pinchadas del lado mío. Solo teníamos un auxilio, así que pusimos la rueda buena adelante y largamos con una goma desinflada atrás. Ganamos el tramo y el campeonato por cuatro segundos. Fue increíble.
San Francisco fue siempre especial para vos…
Sí, correr de local siempre fue un orgullo. Las carreras acá son raras, porque conoces cada curva, cada detalle. Siempre decíamos que mientras corras acá, no te van a ganar tan fácil. El último año que corrí fue hace unos años, con el viejo Grazzo. Y bueno, logramos el premio de los mejor clasificados de San Francisco. Fue un gran cierre.
A lo largo de los años, te convertiste en un formador de pilotos. ¿Qué significa para vos ser un referente para las nuevas generaciones?
Es un orgullo. Formar pilotos jóvenes, ayudarlos a crecer, es algo que me llena. Este año estuve trabajando con los chicos Anselmi, preparando las hojas de ruta. Es lindo que te sigan considerando un referente, que te pregunten dudas o busquen consejos. Me duele bajarme de los autos de carrera, pero no de las competencias. Ya les dije que no se van a librar de mí tan fácil.
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Para terminar, después de 27 años en el automovilismo, imagino que los agradecimientos deben ser muchos. ¿Qué mensaje tenés para todos los que te acompañaron en este largo camino?
Gracias. Gracias por confiar. Esto del rally es un trabajo de a tres: piloto, navegante y equipo. Si uno falla, ninguno sirve. Ganamos entre todos o perdemos entre todos. Y el equipo siempre fue fundamental, en cada carrera. Así que gracias a todos los que me acompañaron en este viaje.
Así se despide Héctor Benedetto, el “Tío” del rally. Un hombre que dejó todo en la pista y que, sin duda, será recordado por siempre en el corazón del automovilismo.