Análisis
¿Hacia un nuevo orden mundial?
El retorno de Trump a la Casa Blanca redefine las relaciones de Estados Unidos con Europa y marca un cambio en la política global.
Apenas un mes ha transcurrido desde el retorno del controvertido Donald Trump a la Casa Blanca, sede del gobierno más poderoso del planeta. Entre otras múltiples variables que surgen de las decisiones polémicas que viene adoptando, surge nítido el cambio en materia de política exterior.
En este punto, no es exagerado afirmar que los fundamentos de las relaciones entre Estados Unidos y Europa han cambiado de manera drástica. La nueva estrategia norteamericana para negociar el final de la guerra nacida luego de la invasión rusa a Ucrania es el hecho que disparó nuevos alineamientos y múltiples preocupaciones. Porque se trata de una iniciativa que intenta renegociar el vínculo entre Estados Unidos y el continente europeo. Y que, posiblemente, determine un cambio de eje radical: sin desvincularse totalmente, Europa se vería relegada ante la necesidad de conformar o renovar alianzas con los países de Asia para rivalizar con China.
Los hechos de las últimas dos semanas indican que se camina en esa dirección. El vicepresidente de Estados Unidos dijo en Alemania que el Viejo Mundo debe "dar un gran paso adelante para garantizar su propia defensa". De inmediato, Washington anunció la apertura de negociaciones directas con el gobierno ruso para terminar con la guerra en Ucrania, ignorando al gobierno de Kiev. Más aún, Trump llamó “dictador” al presidente ucraniano sin reparar en que luego de la invasión se declaró la ley marcial y la Constitución de ese país impide la realización de elecciones mientras rija el estado de excepción. En la misma línea, Pete Hegseth, el secretario de Defensa de Estados Unidos dijo en la sede de la Otan en Bruselas que Europa tendría que ocuparse de las defensas de Ucrania una vez que la guerra terminara, y con un apoyo limitado de Estados Unidos. El impacto de estas posturas obligó a los líderes europeos a una cumbre para determinar los pasos a seguir.
Los interrogantes se multiplican. ¿Cuál será el futuro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte? ¿El rol de Europa en el nuevo orden impulsado por Trump sería secundario? ¿Qué repercusiones tendría una potencial fractura de occidente? ¿Qué sucederá con Ucrania? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos está reivindicando al régimen de Putin? ¿Se formará un bloque asiático para resistir frente a China? ¿Cuál será el futuro de la democracia?
No obstante, algo parece estar claro: en un tiempo en el que se sacuden los pilares del sistema internacional surgido luego de la Segunda Guerra Mundial, mientras un nuevo orden quizás esté emergiendo, América latina seguirá siendo espectadora de estos movimientos bruscos de la geopolítica. Pensar lo que países como la Argentina podrán hacer frente a la onda expansiva que se está generando depende de múltiples resortes que manejan otros protagonistas de la política mundial.