Análisis
Ha sonado la campana
El impacto de la condena a Cristina Kirchner resuena en el sistema político argentino, donde la disputa entre oficialismo y oposición se intensifica de cara a las elecciones.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
“Cuando sos mina, cuando sos mujer, todo te lo hacen 20 veces más difícil, y si por algo me castigan no es solamente por todo lo que hice, sino porque soy mujer y no se bancan discutir con una mujer y no tener razón”. Cristina Kirchner, victimizándose y repitiendo la teoría del lawfare, volvió a subirse al ring (¿alguna vez se bajó?). Asumiéndose ahora como feminista, pareció celebrar la confirmación de la condena judicial a seis años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos por el delito de administración fraudulenta en la causa Vialidad.
Retornó al centro de la escena. Ya venía preparándose para ello, sabedora de que el fallo de Casación sería el que finalmente fue. Volvió a desparramar su verba inflamada y bebió otra vez el fervor de su militancia, aunque con menor efervescencia que en anteriores oportunidades.
"La persiguen porque es mujer y puede ganar las elecciones del próximo año y ser la próxima presidenta". La simplificación de la realidad en una frase que no rebate ninguno de los argumentos o pruebas de la sentencia condenatoria, que esboza una teoría conspirativa y es azuzada con vehemencia en las redes sociales. En términos boxísticos, un jab: es el primer golpe, sirve para abrir la guardia del oponente y lanzar luego más puñetazos. Pero fundamentalmente es una estrategia de distracción. Por cierto, todavía dueña de una cuota de poder importante, sobre todo en el populoso Conurbano bonaerense, la ex presidenta aún está en condiciones de lanzar ganchos que pueden surtir efecto aun cuando su potencia no alcance para el nocaut.
Pero la ratificación de la condena fue un directo de derecha al mentón. La última instancia judicial penal confirmó una sentencia de corrupción por apropiarse de recursos públicos a través de las licitaciones en las que se veía favorecido Lázaro Báez, el oscuro personaje que acumuló fortunas y que tiene todas las fichas colocadas para que se lo identifique como un testaferro. También debió soportar el uppercat gubernamental con la decisión inédita de quitarle la jubilación de privilegio por “indignidad”, lo que motivó un round extenso con el “pequeño dictadorzuelo” a través un escrito llameante.
Los magullones son evidentes. Pero no tira la toalla. Sabe que “la Corte tendrá la última palabra. Pero eso lleva su tiempo”, Maqueda dixit. Extraño sería que el pronunciamiento del máximo tribunal se produzca antes de las elecciones de medio término. Volvió al centro del ring y eso es lo que vale. En el rincón adversario, Milei celebra este revival del “nosotros” contra “ellos”. “A partir del fallo se puede “afirmar sin ninguna duda" que la exjefa de Estado es "culpable de actos de corrupción”, posteó.
En las gradas, peronistas históricos miran para otro lado, opositores al kirchnerismo esbozan sonrisas, fanáticos de la popular y la preferencial se enfrascan en sus cámaras de eco. Y, allá en el gallinero, millones de argentinos lamentan en silencio el hecho de que el sistema político escuchó la campana que da inicio a la única pelea por la que sus miembros son capaces de jugarse el pellejo: la electoral.