Atletismo
Gustavo Rosso: “El cuerpo llega hasta donde la mente lo permite”
Con el Ironman de Cozumel en la mira, el atleta sanfrancisqueño se enfrenta a un año de logros que evidencian su crecimiento personal.
A tan solo 20 días del Ironman de Cozumel, Gustavo Rosso, triatleta sanfrancisqueño, se prepara para enfrentar una de las competencias más exigentes del calendario internacional. Este será su duodécimo Ironman, una hazaña que llega después de un año lleno de pruebas físicas y emocionales que, según él, han sido determinantes para su crecimiento personal.
“Este año ha sido muy especial”, cuenta Gustavo, con una sonrisa que refleja más orgullo que agotamiento. “Afiné la alimentación y el entrenamiento como nunca antes. Corrí carreras con distancias que nunca imaginé poder alcanzar”. Lo que para muchos sería imposible, para Rosso se ha convertido en su estilo de vida. 14 años de entrenamiento, disciplina y sacrificios lo han llevado a desafiar los límites de su cuerpo y su mente, siempre con la misma convicción: no rendirse nunca.
En mayo, Gustavo participó en una carrera en San Juan de 100 kilómetros, superando más de 6.000 metros de desnivel, y con la perseverancia que lo caracteriza, quedó tercero en la general y primero en su categoría. “Esa carrera me clasificó a la Patagonia Run 2025, donde voy a correr 100 millas, 163 kilómetros. Parece una locura, pero cada paso que doy me demuestra que el cuerpo llega hasta donde la mente lo permite”.
Sin embargo, no ha sido un camino fácil. El triatleta local tuvo que abandonar la Patagonia Run 100K por problemas pulmonares, pero solo 30 días después volvió a intentarlo. “La vida a veces te da golpes, pero si algo aprendí es que no hay que bajar los brazos. A los 30 días me anoté en otra carrera, y lo logré”, recuerda emocionado. “Esto no es solo sobre correr, es sobre no rendirse ante la adversidad”.
En septiembre, completó el Ironman de Termas de Río Hondo, donde, tras más de 13 horas de competencia, finalizó a pesar de las dificultades físicas. “Fue mi carrera internacional número 11. No abandoné, lo terminé. Para mí, ser finisher es un honor”, afirma con humildad.
Pero una de las experiencias más impactantes de este año fue una carrera de 100 kilómetros de arena en la costa argentina, un desafío titánico en el que lideró la competencia hasta el kilómetro 60, compitiendo con corredores mucho más jóvenes. “Terminé tercero en la general y primero en mi categoría, pero lo más importante fue descubrir de qué está hecha mi fortaleza. Ese día entendí de lo que es capaz el cuerpo humano cuando la cabeza está decidida”, dice, emocionado.
Ahora, con la mirada puesta en el Ironman de Cozumel que se celebrará el 24 de noviembre, Gustavo se enfoca en un solo objetivo: terminar la carrera “bien”. “Cuando digo bien, me refiero a hacerlo sin problemas de salud y en menos de 11 horas, que es el tiempo que entrené para lograr”, explica. Para prepararse, completará una maratón de natación de 10 kilómetros en el Paraná solo una semana antes, un último reto antes de su gran día en México.
El Ironman de Cozumel será la culminación de un año increíble para Gustavo, un año en el que ha demostrado que su capacidad de superación no tiene límites. “Lo más difícil no es la carrera, sino encontrar el equilibrio. Equilibrar la familia, el trabajo y este deporte es un arte. A veces entreno doble turno, cubro mi trabajo y sigo adelante. Ahí es donde realmente se demuestra la fortaleza”, comenta, agradeciendo a su entrenador, Gastón Montenegro, y a su familia por el apoyo incondicional.
“Cuando cruzo la línea de meta, no solo termino una carrera; termino un ciclo de desafíos, sacrificios y aprendizajes. El deporte me da esa paz que tanto busco. Mi locura es grande, lo sé, pero es lo que me mantiene vivo”, confiesa Gustavo, con una mezcla de emoción y serenidad.
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Con el Ironman de Cozumel, el sanfrancisqueño cerrará un capítulo importante en este 2024 lleno de desafíos, pero ya piensa en lo que viene. En abril de 2025 lo esperan las 100 millas de la Patagonia Run, y más adelante, el sueño de correr la Marathon des Sables en el desierto de Marruecos. “Cada carrera es un paso hacia lo que sigue, un paso más hacia descubrir de qué está hecha mi mente y mi cuerpo”, concluye, dejando claro que su verdadero motor no es solo la competencia, sino la pasión por vivir plenamente.
Así, Gustavo Rosso se prepara para enfrentar su próximo desafío, llevando consigo no solo el entrenamiento y la disciplina, sino también el respaldo de una vida equilibrada, sostenida por la pasión, la familia y la búsqueda constante de superación.