SanFran Circo
Gonzalo ‘El cuete’ Borgogno y el valor del arte a la gorra
“Es complejo trabajar a la gorra porque uno lo que tiene que hacer es convencer y seducir", expresó el artista.
Desde hoy domingo, y durante toda la semana, San Francisco se convertirá en un escenario propicio para el circo itinerante ofreciendo distintos espacios públicos para el desarrollo de espectáculos artísticos con base circense.
Una vez más, y por quinta edición, se desarrollará SanFran Circo, a través del cual, durante las vacaciones de invierno los vecinos de San Francisco podrán disfrutar de 20 funciones artísticas con espectáculos a cargo de elencos de distintos puntos del país junto a artistas de otros países que vieron en San Francisco un lugar ideal para desplegar su arte.
En este marco, cobra un papel fundamental La Parlota, el grupo artístico que nació en 2014 a partir del accionar de Gonzalo Borgogno ‘El cuete’ y Luciana Balangione, una pareja conformada por dos artistas callejeros que comenzaron en septiembre de 2003 lanzando objetos para arriba aprovechando la pausa de los semáforos para demostrar sus habilidades como malabaristas.
Gonzalo Borgogno, visitó LA VOZ DE SAN JUSTO para dar a conocer las características de las presentaciones que se están preparando para las vacaciones de julio en San Francisco y a su vez invitar a toda la comunidad a disfrutar del circo a la gorra.
“Junto con Luciana conformamos ‘La Parlota’ para devolver al público de San Francisco todo lo que nos aportó desde que comenzamos a trabajar en el semáforo que, con el tiempo nos transformamos en gestores culturales. De hecho, en las gráficas del festival de este año hay imágenes de semáforos para rememorar el origen de todo esto”, comentó.
Definido como miembro de la cultura circense pero que pertenece “al nuevo circo” entendido como “la gente que no nació de carpa” recordó que en su caso “empecé a hacer malabares con pelotas en el semáforo de Cabrera esquina avenida Urquiza, siendo testigos de la transformación comercial de ese sector y del transitar de las personas que pasaban de manera reiterada por allí y nos llevó en algunos casos a formar vínculos con ellos”.
“Al semáforo siempre lo vimos como un espacio escénico concreto donde producíamos un mini espectáculo de 40 segundos que estaba destinado a un público complejo a quien teníamos que convencer que lo que estábamos haciendo era algo bueno y además tenía que pagar. Era un desafío muy grande y por eso creemos que dentro de nuestra trayectoria el semáforo fue el escenario más complejo”, explicó.
En cierta forma, el trabajo de los malabaristas de semáforo con lo que plantean en SanFran Circo está emparentado mediante el sistema conocido como ‘a la gorra’ por medio del cual una vez que termina el espectáculo son los propios artistas los que se acercan al público a pedirle una colaboración voluntaria con la cual, teniendo en cuenta la magnitud de la misma, se puede evaluar si lo que presentaron en escena fue del gusto del público.
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Tras asegurar que “se puede vivir” con espectáculos a la gorra, ‘el cuete’ sostuvo que “la gorra es un momento de libertad porque la persona paga después de ver. Es complejo para el artista trabajar a la gorra porque lo que tiene que hacer es convencer y seducir a la gran mayoría del público para que puedan pagar lo que se ofreció como espectáculo y en ese convencimiento y en esa seducción está el mensaje que uno quiere dar”.
Enseñar con los malabares
Gonzalo y Luciana se caracterizan, por sobre todas las cosas, por realizar presentaciones de malabares con clavas hasta llevar esa disciplina a un nivel de lecto escritura. “Nosotros tenemos partituras numéricas expresadas en cada lanzamiento que llevamos a cabo. Al igual que lo hacíamos en las escenas del semáforo, buscábamos transmitir la relación de dos personas realizando malabares en armonía sin que nada se caiga al suelo”.
“En cierta medida, tratamos de mostrar con nuestro trabajo lo que día a día se hace en una familia, donde padre y madre se combinan para esa estructura esté segura y tenga una estabilidad”, comentó para luego agregar que “al finalizar el número en grandes escenarios siempre terminábamos con alguna situación cariñosa entre ambos y la gente queda reflexionando de que nuestra presentación no solo es un hecho de destreza sino que busca dejar un mensaje a través de la acrobacia”.
Tras varios años mostrando su arte en el semáforo, corría el año 2014 en momentos en que ‘el cuete’ comenzó a trabajar como voluntario en la Fundación Víctor Kee, uno de los malabaristas más importantes del mundo mezclando las técnicas tradicionales con la danza contemporánea y durante muchos años fue el emblema de ‘Circe Du Soleil’. Tras acceder a actividades que le permitieron visualizar una nueva manera de organizar sus actividades Gonzalo y Luciana pensaron que era el momento de “empezar a generar un cambio social a través del arte”.
De esa manera surgió la primera edición del festival Sanfran Circo “como una forma de agradecimiento al público de San Francisco por esos años en el que nos entregaban sus monedas en los semáforos y decidimos poner en esencia la estructura del festival en función de la formación del público para darle la posibilidad de que pueda expresarse en torno a cada presentación luego de haberla vivido”.
“El momento de hacer arte a la gorra es la más pura expresión de libertad porque le da al público la posibilidad de pagar después por algo que ya vio y allí decide si quiere, si puede y si en verdad desea pagar lo que acaba de ver”.
Por último, Gonzalo no dejó pasar la oportunidad para dejar bien en alto a San Francisco en cuanto a la calidad de público en los espectáculos ‘a la gorra’ indicando que “nosotros tuvimos un montón de oportunidades para trabajar fuera de la Argentina pero nos quedamos en la ciudad porque creemos que hay un mercado súper abierto y se puede vivir tranquilamente de los espectáculos a la gorra. Hay que darlo todo en escena porque sabemos que al mercado al que nos dirigimos responde y eso nos muestra que se puede vivir tranquilamente de este tipo de espectáculos”.