Análisis
Gobernanza y libertad de prensa
Cobra protagonismo la misión central de la prensa que es la de informar, mucho más si denuncia abusos o delitos.
La Real Academia Española define la palabra gobernanza como la “forma de gobierno basada en la interrelación equilibrada del Estado, la sociedad civil y el mercado para lograr un desarrollo económico, social e institucional estable”. Las vinculaciones que se alcanzan en esta manera de gobernar incluyen a los más variados actores sociales en la búsqueda del anhelado bien común. Y es la democracia la forma de gobierno óptima para alcanzar aquel desarrollo.
Entre estos actores, cobra protagonismo la misión central de la prensa que es la de informar sobre los hechos de interés público, incluso si esa información revela acciones reñidas con la esperada conducta de las autoridades. Mucho más si denuncia abusos o delitos. De este modo, el periodismo hace una de las contribuciones más importantes a la democracia, pues se transforma en el contrapeso que impide desniveles en el equilibrio que la definición de gobernanza exige y que se vincula con la limitación de los poderes propios de los sistemas democráticos.
Es bienvenido siempre el debate de ideas en una asamblea constituyente que, se supone, ilumina desde los valores de la convivencia todos los aspectos de las relaciones equilibradas entre los distintos actores sociales para redactar un texto constitucional. Entonces, en principio, no es grave que el gobernador de La Rioja haya abierto las sesiones del cuerpo que reformará la Carta Magna de esa provincia, afirmando su intención de debatir distintas temáticas, enfatizando en que debe analizarse la relación entre “la libertad de expresión y la gobernanza”.
Sin embargo, la intención del mandatario riojano parece ir a contramano de la definición expresada en el primer párrafo de esta columna. Porque, al tiempo que reclamó a los medios de comunicación que sean “conscientes de su papel en la formación de la opinión pública y en el debate constructivo, sabiendo las graves consecuencias de transmitir mensajes sesgados, malintencionados o injuriantes, al sembrar odio y noticias falsas”, insistió con instalar un debate para imponer limitaciones a la prensa y exigió “respeto” a los periodistas en el trato a las autoridades elegidas por el voto popular.
El gobernador de La Rioja confirmó, con su discurso de inauguración de la convención constituyente provincial, la posición que expresó al día siguiente de ser reelecto: “Nosotros respetamos la libertad de expresión a rajatabla, pero creemos que es importante que todos nos autolimitemos cuando tenemos que hablar de las autoridades legítimamente electas por la voluntad popular”.
Se retoma, así, un debate añejo y agotado sobre el rol de la prensa en la democracia. Un debate que la historia democrática ya ha saldado y que solo asoma cuando las posturas autoritarias pretenden imponerse –casi siempre desde el Estado- para alterar el equilibrio que supone la gobernanza. Es verdad que cierto periodismo sufre una crisis potenciada por el desarrollo de los medios tecnológicos que permiten recibir, procesar y enviar información. Así también, por el clima enrarecido, intolerante y politizado de este tiempo. Pero cualquier intento de eliminar o limitar la libertad de prensa, especialmente cuando cumple con su rol de controlar al poder político, es inaceptable. Esencialmente, porque rompe el equilibrio previsto en el significado de la palabra gobernanza.
Al homenajear en 1955 a un periodista colombiano que debió exiliarse en París debido a la persecución que sufría en su país, el escritor Albert Camus –autor de libros emblemáticos como La Peste- sentenció: “Con libertad de prensa, la gente no tiene certidumbre de avanzar hacia la justicia y la paz. Pero sin ella, con certeza no avanzarán”.