Entrevista
Giuliana Boggio: los veranos en el club
La profesora de educación física sanfrancisqueña explica porque las escuelas de verano siguen siendo un espacio requerido, concurrido y necesario para niños, familias, profesores e instituciones.
A sus 28 años, la profesora de educación física y agrónoma sanfrancisqueña Giuliana Boggio asegura que buena parte de su vida la vivió en las instalaciones del Sport Automóvil Club.
Primero como cualquier vecina usando y disfrutando la pileta y el parque de la institución ubicada sobre avenida Urquiza y después como profesional, dando clases en la escuela de verano o en la escuela de natación.
Estamos en el Sport, y es un día de muchísimo calor en la ciudad. El club está lleno y hay rastros de mochilas de los niños de la escuela de verano por todas partes, mezclándose con los socios que estarán allí durante toda la temporada de pileta y con aquellos más ocasionales que tienen pase por día, semana o el mes.
Aunque la esencia es la misma, hay dos Giulianas. Una es la profe del Sport que tiene sus horas en la escuela de natación de verano, y la otra es la agrónoma que, en este momento de su vida, pasa buena parte de sus días trabajando en el negocio familiar.
“Dentro de la profesión que ejerzo, la de profe, trabajo en un colegio. Tengo a cargo todas las horas del primario y del jardín en el colegio San Francisco de Asís. Trabajé también muchos años en Alpi, en la parte de pileta. Y acá en el club dando natación y en escuela de verano, y después trabajo en el negocio familiar, algo nada que ver al rubro de la educación física, venta de repuestos del automotor, algo que también me gusta y surgió como proyecto en la familia. Además, como nosotros en el rubro de la educación física, por ahí tenemos que hacer un montón de horas y ya estaba un poco cansada también de ir y venir entre trabajo y trabajo, opte por un rubro que me da un poco más de estabilidad. Me quedé con el cole para seguir siendo profe y en el club siempre tengo alguna que otra horita porque me encanta estar acá”, cuenta Boggio.
-¿ Siempre supiste que querías ser profesora, docente?
-Mi abuelo era docente. Mi mamá también. Y yo siempre dije que no me gustaba la parte de la docencia en un colegio. Después, cuando entré, me di cuenta que sí me gusta. Por ahí no me gusta la parte del papeleo y la burocracia, pero sí me encanta enseñar, tener ese itinerario de contenidos que hay que dar dentro de un tiempo determinada y a mí me gusta estar organizada dentro de lo que hago. Por ahí en los otros trabajos es un poco más libre.
-¿Y qué tiene de diferente enseñar en un club y en una escuela?
En mi caso lo tomo a los dos de la misma forma. Me baso en contenidos que tengo que dar y trato de cumplirlos. Es como que me voy poniendo objetivos. Por ahí sí, en un colegio, los contenidos vienen con un programa ya predeterminado por el Ministerio y eso no se puede cambiar, lo flexibilizas apenas de acuerdo al proceso de cada chico o la cantidad de clases que podes dar en un año. En un club eso lo podes adaptar mejor a lo que cada persona quiere.
-Este año no, pero trabajaste muchos años en la escuela de verano, ¿por qué crees que se mantienen con tanta vigencia a lo largo del tiempo?
-Yo creo que en un principio porque siguen con una actividad. Cuando por ahí jugas en casa con un amiguito, es distinto. Vos aprendes, pero de otra forma, más a prueba y error. Te tiras a la pileta, salís, merendás. Haces otro tipo de cosas. Y tampoco tenés la posibilidad de todos los días tener un amiguito. Acá tenés eso. Y este club en particular es muy familiar. Si vos venís un fin de semana, los mismos nenes que vienen durante toda la semana también vienen el fin de semana. No pasa en todos los clubes. Acá para mí tiene eso, esa presencia familiar muy importante. Además de que el chico viene y sale con algo vivenciado y aprendido. Que eso es re importante. Tiene, la escuela de verano, otras cosas que durante todo el año ellos no lo transitan.
-Cuando vos ibas a la escuela de verano de chica, ¿era así?
-A mí me encantaba la parte de la pile, meterme a la pileta y jugar. En mi época no te enseñaban a nadar. Que me hubiera gustado, a lo mejor, aprender a nadar desde chiquita y no tener que ir después a aprender a nadar. Era libre. Te metías a la pile y hacías lo que querías.
-O sea, ha cambiado la modalidad de enseñanza en las escuelas de verano.
-Sí. En un principio era más libre. Después pasamos también por la época de pandemia, donde tenía que ser todo mucho más estructurado. Con un montón más de precaución en cuanto a las formas de dar las clases. Y ahora estamos en una época en donde practican muchos deportes, no solamente la parte de la pile. Tenes tenis, básquet, fútbol. Entonces el chico se va con un montón de posibilidades de continuar algunas de esas actividades que aprendió en la escuelita, en el año. Que eso está re bueno también, me parece re importante.
-Te toca estar con la escuela de natación en verano. Que no es lo mismo…
-Tenemos un montón de chicos y vienen con el objetivo de aprender a nadar. Yo veo que les gusta el hecho de aprender un deporte. Ya no es más porque el papá le dice que tenés que hacer algo. Lo eligen ellos. Quizás si en un primer momento vienen porque a lo mejor los padres les dicen que es importante que sepan defenderse dentro del agua, que aprendan a nadar. Pero después vienen y se dan cuenta que no es solamente nadar. Ellos hacen un montón de cosas más y se descubren también. Me paso de tener nenes que no se bañan, por ejemplo, con la ducha porque les da miedo que el agua les caiga en la cabeza. Después vienen acá, los salpican, se sumergen y ahí se dan cuenta que no es tan malo. Nosotros estamos acostumbrados a estar en el piso, en la tierra, y acá están en el agua. Es más, después de pasar por la escuelita, muchos terminan compitiendo, digamos. Y que por ahí hablar de competencia es un susto para muchos. Y no, están re motivados. Porque es un ambiente lindo y nosotros no le transmitimos la exigencia de la competencia.
- ¿Qué es los más gratificante?
-Mirá el año pasado no seguí trabajando durante el año por una cuestión de tiempos que me demanda el otro trabajo y el cole. Hice una pausa. Pero como te digo, por ahí tengo que reemplazar o agarrar la escuela de invierno y si yo tengo la posibilidad de hacerlo, lo agarro porque me gusta. Yo creo que ver cómo el chico transita, digamos, cada proceso y después ver que aprendió gracias a lo que vos le pudiste transmitir, eso es re lindo. Y me pasa que después el chico lo reconoce y se acuerda. Tengo nenes este año en la escuela de natación que les di cuando tenían 3, 4 años. Ahora tienen 11, 12. Y se acuerdan, te dicen seño Giuli y es como, que te llena. Es como que decís, bueno, todo el sacrificio que uno hace y que ellos hacen, tiene recompensa.
- ¿Volverías a elegir esta profesión?
Sí. Yo creo que mi vocación es la docencia y no sé si serviría para otra cosa. Yo estudié agronomía antes y trabajé uno o dos meses como pasante y no quise saber más nada.
Pero con la docencia, a pesar de todo, digamos, siempre busco alguna que otra horita. A pesar de que no lo necesito, es como que algo dice que tengo que estar acá. En el club.