Análisis
Fue una gran fiesta de la cultura
La Feria de San Francisco fue gran oportunidad para tomar nota, citando a Kafka, de que “un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro”.
Cuando se discute sobre la lectura y su importancia en la formación de la persona, una frase se ha transformado en un lugar común. Al momento de argumentar acerca de la necesidad de tener contacto con ellos, se sostiene que “los libros no muerden”. En otros casos, quitando una letra al verbo y aludiendo a la impresionante revolución digital de este tiempo, no pocos agoreros han pronosticado que los libros mueren.
La primera es una idea falsa. En verdad los libros muerden la ignorancia, la inoperancia, la anomia y el desinterés entre otras cosas. En el segundo caso, la muerte de los libros lejos está de ser una realidad. Borges afirmó que es imposible su desaparición: “Se dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La diferencia es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye asimismo para el olvido, es algo mecánico y por lo tanto frívolo. Un libro se lee para la memoria”, escribió. Y también porque un libro es “una forma de felicidad”.
Esta última palabra se asocia con festejo, con alegría. Precisamente, los sanfrancisqueños vivimos este fin de semana una nueva edición de la Feria del Libro. Una nutrida grilla de actividades, la presencia de laureados escritores, la presentación de autores de San Francisco y la región y espectáculos atrayentes son el núcleo de una fiesta de la cultura que, por fortuna, anualmente podemos gozar en la ciudad.
Por ello, conviene insistir en lo que esta columna editorial viene sosteniendo desde siempre: la realización de la Feria del Libro de San Francisco es una magnífica oportunidad para disfrutar de una oferta cultural de excepción. La industria editorial y el ecosistema del libro son el motivo convocante para participar de una fiesta en las que las palabras adquieren vida propia en poesías, relatos, novelas, cuentos y hasta en nuevos lenguajes que proclaman la vigencia de un hábito central para el desarrollo de una persona y de la sociedad.
Es la experiencia de leer, escuchar y contar historias una de las facetas esencialmente humanas que nunca desaparecerá. Así, casi es una obviedad resaltar la importancia de la lectura para una sociedad como la nuestra, especialmente en tiempos donde se impone la obligatoriedad de comprender e interpretar fenómenos socioculturales complejos.
Retomando a Borges, conviene a todos “mantener el culto del libro”. Porque “puede estar lleno de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo sagrado, algo divino, no con respeto supersticioso, pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría”.
En definitiva, la Feria de San Francisco una gran oportunidad para tomar nota, citando a Kafka, de que “un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro”.