Historias
Fardway: juguetes de nobles maderas
Fue una industria local que generó juguetes para que los niños de hace 75 años desarrollen sus fantasías.
Por Arturo A. Bienedell | LVSJ
A fines de los ´40, cuando los niños todavía “jugaban con juguetes”, un grupo de emprendedores dio formas a una empresa para fabricar juguetes de madera.
Se establecieron en barrio Iturraspe el 1 de abril 1948 en Santiago del Estero 160, donde con hábiles artesanos empezaron a producir diversidad de juguetes, algunos de tamaño pequeño, pero otros grandes y con pedales, para desplazamiento de los niños, entre ellos un Jeep, apreciado por los chicos de la posguerra; otro, de carrera, en tiempo que Juan Manuel Fangio brillaba en la Argentina y antes de hacerlo en Europa. Para las niñas el diseño se orientaba, como era propio de la época, a elementos de la casa: mobiliario, cunas y cochecitos de muñecos.
La empresa se llamó Fábrica Argentina de Juguetes “El Pibe” SRL y fue propiedad de Juan Bautista Pinta, Nicolás Natalio Losano, Juan Oscar Lamberghini, Juan Pinta, Remo Alejandro Pinta.
Menos de un año luego, el 10 de marzo 1949 por existir otra empresa en el país con el mismo nombre, la fábrica “El Pibe”, cambió su nombre por el de Establecimientos Fardway SRL y continuaron con su misma producción.
En el Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región, un catálogo impreso en los Talleres ANBO, de Devoto, nos muestra 75 años luego, los juguetes que ofrecían para la temporada 1949/1950.
En ese valioso documento los entusiastas fabricantes decían a los jugueteros a quienes proveían: “Tenemos el agrado de remitirles el presente catálogo en la seguridad que nos seguirán apoyando con vuestros gratos pedidos. Hacemos notar que nuestra nueva organización nos permite satisfacer los deseos de los comerciantes más exigentes, ya que contamos con amplios y bien montados talleres que garantizan una producción perfecta”.
En la oferta de vehículos manuales, produjeron autos de competencia, camiones jaula, volcadores y de auxilio, para cubrir varias expectativas de los niños, según sus preferencias de trabajo. También hubo trenes, reposeras, juegos de sapo, carretillas y carritos de fantasía tirados por caballos, camellos y hasta un perro, todos “finamente terminados y pintados al duco”.
Para las niñas la propuesta incluía cochecitos para pasear muñecos, sillones y cunas hamaca o juegos de jardín con mesa y sillas para jugar o hacer tareas sobre ellas. También diseñaron y fabricaron juegos de dormitorio o comedor, “último grito en materia de muebles de alta calidad. Con impecable terminación y soberbia presentación”.
Cuando en los años ´50, el plástico empezó a ser materia prima para todo lo imaginable y también para los juguetes, los diseños de madera fueron relegados -como los metálicos-, y ello determinó el cierre de Fardway. Sin embargo, por algunos años, esta industria artesanal, pudo dar a muchos chicos la oportunidad de que sus fantasías, a través de un juguete, tuvieran algo de realidad.
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