Europa se derrite: el relato de un sanfrancisqueño
Javier Maranchino nos cuenta en primera persona desde Europa como la "ola de calor" no da tregua a los habitantes viejo continente. Mientras las cismas más altas de los Alpes pierden la nieve, en las heladería de Roma apareció el gusto "dulce de leche", que rápidamente se transformó en el preferido de todos.
Si todavía a algunos les quedan como imagen los hermosos valles nevados del norte de Europa, empiecen a cambiar la imagen, porque el "Dios Sol" este verano está cayendo con toda la furia en el viejo continente.
Solamente alcanza con levantar la vista desde Milán y ver que los Alpes suizos ya no tienen más nieve en sus puntas, las cadenas montañosas que aún en verano mantenían al menos dos metros de nieve en el paisaje, ya no existen más... Es que aparte de arruinar la foto, eso significa que los ríos se están secando, ya no hay agua para lo que quieras y cuando quieras.
En Alemania, Italia, España y Francia, por ejemplo, ya no se puede desperdiciar el agua y hay severas multas para los que riegan las plantas o llenan una pileta en los días no establecidos. Es que las temperaturas de este verano están alcanzando entre los 40 y 42 grados, y en algunos casos como Alemania, a 45. Por otro lado, el índice más duro es que la mortalidad por deshidratación aumentó con respecto a años anteriores un 80 por ciento.
Esto influyó negativamente en el turismo, muchas cancelaciones sobre todo en ciudades de arte, como Roma, Venecia, Florencia, Madrid, Berlín y París. Es que, honestamente, ir a visitar museos con 40 grados es para los más intrépidos.
El problema es que el pronóstico no da tregua, los servicios meteorológicos hablan que lo peor no llegó y se espera un veranito largo, al menos hasta la mitad de octubre.
Doña Juana Piccolo de San Francisco, "dulcelecheando" a su nieto en Berlín
Pero en toda crisis siempre hay algo de positivo que rescatar. Con semejante calor, se intensificó la industria heladera y ahora en cualquier heladería del norte de Europa, pero sobre todo en Italia, empezaron a aparecer gustos extraños, y entre los más "exóticos", no podía faltar nuestro dulce de leche.Con esta incorporación, vimos a niños, adultos y familias enteras con una sonrisa distinta haciendo colas interminables para saborear un solo y único gusto. Con esto, no vamos a pedir que siga esta ola infernal de calor, pero entre las plegarias de los argentinos, la más común es que el calor se vaya, pero el helado de dulce de leche se quede para siempre.