Estudios de danza perdieron la mitad de sus alumnos y apenas sobreviven
Las escuelas de baile de todos los géneros de la ciudad perdieron el 50% del alumnado al no poder trabajar normalmente. Los docentes afirman que lo que ingresa les sirve para pagar gastos fijos.
Con restricciones en la capacidad, todas las academias perdieron la mitad
de sus alumnos. "El porcentaje y perdida de alumnos fue del 45 al 50 por ciento",
dijo Julieta Oses de la Academia Tepsicore.
Lo mismo le ocurre a Noelia Bedino en su Academia Petit Dance. "Actualmente estoy trabajando con un 50% menos de lo normal".
Pero la baja no es solo por el espacio disponible. Los profesores entienden que la situación económica de las familias también afecta que puedan enviar a sus hijos a las academias. "Lo que cambió por completo es la presencialidad de las personas y la continuidad de ellos, es decir, vienen un mes y otro no, eso tiene que ver con la situación económica de la gente", afirmó Emanuel Araya que se dedica a las danzas árabes.
Gustavo Jaluf, de Ritmo Azul especializado en ritmos latinos aseguró que "la pérdida es de un 50% y lo perdido está perdido".
Flavia Andrea Mugna, de Sílfides Escuela de Ballet que enseña Danzas Clásicas, afirmó que "es muy complicado trabajar. Tengo una pérdida del 58% del alumnado desde diciembre de 2019 hasta hoy".
Horarios "absurdos"
Todos los entrevistados afirmaron que trabajar hasta las 19 es ilógico. "Es absurdo porque en cada horario nos manejamos siempre con el mismo alumnado, no tenemos gente nueva cada día", confió Bedino.
Por eso, "nuestro horario acorde para trabajar bien es después del horario que los niños salen del colegio y después de las 20 cuando los adultos salen de trabajar. Tener restricción hasta las 19 es realmente un absurdo. Yo perdí dos grupos importantes debido a esta medida ya que en otro horario no pueden asistir", Bedino.
"Este año, ya cambiamos cuatro veces los horarios a causa de las restricciones. Muchas alumnas han decidido dejar de asistir un tiempo para cuidarse, otras están aisladas, además de haber tenido que cerrar algunas semanas y tanto cambio hizo que el alumnado descienda, y las pocas alumnas que asisten estas desanimadas, porque no se puede continuar con el mismo ritmo que veníamos, no se puede continuar con una coreografía o lo que es peor cambiarla constantemente. Para el que no sabe, en una clase de danza además de entrenar individualmente cada paso, salto o giro se entrena en grupo, coordinando entre si y teniendo ubicaciones en el espacio y se hace muy difícil si el alumnado no está completo" agregó la profesora.
Con este panorama, lo remoto fue imposible. "Trabajar en la virtualidad no funciona, no se puede. Nosotros usamos una barra para practicar y ellos en casa lo hacen con una silla. Con los chicos es imposibles y con los grandes, no hay motivación", comentó Mugna.
Además, "las clases virtuales no son lo mismo y no resultan atractivas para el alumnado", expresó Oses.
Para Araya, "las restricciones suelen ser ilógicas porque no se puede estar en un salón de danza, pero si en un gimnasio y son actividades, casi relacionadas".
"Las restricciones son tomadas por individuos con mínimo de sentido común y empatía. Al recibir un sueldo fijo todos los meses no tienen la capacidad e ponerse en nuestro lugar", remarcó Jaluf.
Un sector castigado
Todos los entrevistados afirmaron que en sus academias se cumple a rajatabla con los protocolos. "El protocolo se cumple y se cumplió al pie de la letra siempre. Las nenas lo respetan y cumplen re bien. Llegan, pasan por la alfombra con sanitizante, dejan su calzado en el sector demarcado, se colocan alcohol y van a su lugar con barbijo. Desde que volvimos a abrir nunca hubo un contagio dentro del salón, cada familia sabe que al mínimo síntoma no sebe asistir a clase y si se contagió en otro lado lo informa de inmediato", manifestó Bedino.
Mugna confesó que llegó a pasar los pisos cuatro veces por día. Lo hizo tantas veces que arruinó el tapete que recubre todo el salón. "Estaba paranoica con cumplir los protocolos con tal de trabajar. Hoy arruiné el piso y no lo voy a poder comprar de nuevo por el alto costo que tiene".
"Debemos trabajar el doble y ni soñar con recuperarnos de inmediato. Por mucho tiempo vamos a estar abocados al pago de deudas" Jaluf.
Sobrevivir
La realidad que las academias apenas sobreviven. Algunos, hasta recurrieron a ayudas familiares o del Estado. "En tiempo de pandemia total los gatos fijos los cubrió mi familia directamente. Vivir de nuestro trabajo es complicado y en pandemia fue peor", dijo Oses.
"La realidad es pésima y con muchas deudas impositivas. Ni siquiera puedo pagar el monotributo. Lo que se puede acomodar será para pagar moratorias o impuestos atrasados", destacó Jaluf.
Noelia Bedino, como muchos, alquila y se hace más difícil. "Trabajo para pagar gastos. Ganancias casi no se ven y más dando clase en un salón alquilado. Pagando impuestos, luz, seguro, servicio de emergencia no sé en qué momento podré recuperarme económicamente porque cada mes es buscarle la vuelta a todo".
Emanuel Araya, por su parte, dijo que "hasta ahora me mantuve con ahorros, sin la posibilidad de afrontar gastos con los ingresos del estudio y con muchas deudas".
Y el caso de Mugna no es diferente. "El año pasado pude sostenerme gracias al plan Desarrollar del Gobierno Nacional, plata con que pagué dos meses de alquiler y el apoyo de mi marido. En junio tuve que dejar el aula anexa porque no lo pude más mantener".
La segunda casa
Deporte, bienestar, salud. Las academias aseguran que su aporte en tiempos de pandemia es sustancial para el bien de las personas. "Fuimos y somos muy castigados sin razón, somos parte de la solución, el bienestar, salud física y mental. Un sistema inmunológico fuerte se enfrenta favorablemente al virus. Y como dije antes no hubo contagios dentro del salón y eso demuestra que se trabaja a conciencia", destacó Bedino.
"Es muy difícil cuando trabajas con niños, el no poder abrazarlos o demostrarles cariño cuando la academia de baile era su segunda casa. Fue un sector castigado innecesariamente teniendo en cuenta la afinidad de esta actividad con la salud física y mental", manifestó Jaluf.
Unidos para salir adelante
Ante la difícil situación que a todos afectó por igual, las academias decidieron unirse en una cámara donde reflejar sus dificultades. Así nacio la Red Sanfrancisqueña de la Danza, la cual representa a más de 60 academias e institutos de baile de todos los géneros.
Para Mugna, presidenta de la red, "ser autogestivo y trabajador cultural independiente es muy difícil en la Argentina. Hay gente que la está pasando muy mal. Armar una red de danza nos visibiliza, nos da representación a las 60 escuelas que están en San Francisco para la cantidad de familias que viven de esto. Hoy nos falta la motivación de subirnos a un escenario y poder ensayar"
"Armar la red de danza nos ayudó a poder tener gente que nos represente frente las autoridades de la ciudad para no actuar con prepotencia o falta de respeto hacia nadie porque también en nuestro rubro al alumnado se le inculca el respeto", manifestó Oses.
"También nos ayudó a contarnos entre nosotros a conversar de la situación personal laboral de cada uno. Obviamente somos personas que tenemos sentimientos y no somos frívolos donde solo nos interesa la distracción del alumno porque hay mucho más atrás de una clase de danza, no es solo mover el cuerpo", agregó la directora de Tepsicore.
"Tener una cámara o red de academia de danza es un gran logro que nos brindó esta pandemia. Pudimos unirnos como colegas y tener gente que nos represente y pelee por nuestros derechos. Abocamos a que desde el municipio nos entiendan y nos apoyen en adelante porque somos un sector que está en decadencia", concluyó Bedino.