Primera santa argentina
“Estoy feliz y emocionada”, dijo María Cristina, la sanfrancisqueña descendiente de Mama Antula
La pariente de la santa que vive en San Francisco, celebró la declaración realizada por el Papa Francisco y dijo a los argentinos que sigan el legado y le pidan a Mama Antula por la unidad de nuestro país.
Por Isabel Fernández|LVSJ
María Antonia de San José de Paz y Figueroa, también conocida como Mama Antula (su nombre en quechua), nacida en Santiago del Estero se convirtió en la primera santa argentina y San Francisco también celebra, ya que tiene en su comunidad a una parte de su legado: María Cristina Arredondo Gallo de Madoery, quien es parte de la familia en la que nació la beata jesuita.
María Cristina –que vivió parte de su adolescencia en Santiago del Estero-, junto a su hermana gemela María Inés, estuvo durante los días anteriores a la declaración como santa de Mama Antula en las celebraciones que se hicieron en Santiago del Estero y emocionada hasta las lágrimas contó a LA VOZ DE SAN JUSTO cuáles son sus sentimientos tras la canonización.
“Me siento feliz y emocionada, no por mí, sino por el santiagueño que tiene tanta fe y manifiesta su religiosidad. De ahí salió Mama Antula, de la fe del santiagueño que es muy propia del norte, como en Salta con la fiesta de la Virgen y el Señor de los Milagros”, aseguró María Cristina.
Invitó a todos los argentinos que le pidamos a Mama Antula que ayude nuestro país. “Pidamos que podamos unirnos como argentinos y para salir adelante, porque somos una sola Patria, y el pueblo argentino es bueno”.
“Mama Antula quería transmitir la fe en Dios a través de los ejercicios ignacianos y entonces los daba a conocer pero los tenía que dar un sacerdote. Ella entonces se encargaba de la logística, llegaba a un lugar, buscaba un sacerdote, una casa donde se pudieran hacer los ejercicios y se ocupaba que los asistentes tengan para descansar y comer. Unía a los ricos, a los pobres, a los negros, a los libertos, a todos, porque para ella todos eran hermanos”, remarcó.
Al explicar cómo es su parentesco con la santa argentina, afirmó: “Con mi hermana somos parientes colaterales, somos descendientes de otros descendientes por el lado de la familia Gallo. Mama Antula tenía varios hermanos y una familia extensa. Formamos parte del listado de los parientes que conformaron quienes trabajaron para la santificación. Para la beatificación que fue en 2016 mi hermana y yo ya teníamos la identificación como pariente”.
María Cristina participó durante los últimos días de las celebraciones que realizaron en Santiago del Estero con motivo de la canonización. “Hay muchos devotos de Mama Antula que estaba en Villa Silípica, en esa localidad se puede sentir la presencia de ella, está su impronta. En Santiago del Estero se vivió una fiesta y con una gran manifestación de fe. A pesar del calor tremendo, mucha gente estaba acompañando la celebración”.
Afirmó que en su familia la fe siempre estuvo presente y la imagen de la santa se fue haciendo fuerte con el paso del tiempo. “Mi padre era muy católico y siempre fuimos gente de oración, de misas dominicales y de rezar unos por otros, pero la figura de Mama Antula no estaba tan fuerte, se fue fortaleciendo con el paso del tiempo, se fue haciendo el camino”.
Recordó algunas anécdotas y contó la que ocurrió en la basílica de Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires donde descansan los restos de la beata jesuita. Contó que cuando llegó a Buenos Aires “a Mama Antula la recibieron en la basílica de la Piedad en Buenos Aires y al fallecer, la enterraron en esa iglesia sobre la tierra y le pusieron una piedra como almohada para el descanso de su cabeza, acorde a la humildad y el amor con el que vivió”.
“Cuando llegó el momento de instalar su imagen, no podían encontrar el lugar donde estaba enterrada y de repente se les apareció a los obreros una niñita, que sin hablarles, les señaló un lugar y cuando cavaron encontraron el cuerpo de María Antonia”, agregó.
María Antonia es la primera santa argentina, aunque el país ya contaba con otros santos, como el enfermero Artémides Zatti y el Cura Brochero, canonizados por Francisco en 2022 y 2016 respectivamente. Además, hay varios beatos argentinos que aún no han completado el proceso para alcanzar la santidad, como el Obispo Enrique Angelelli, asesinado por la dictadura en 1976, el joven mapuche Ceferino Namuncurá y el fraile Mamerto Esquiu, entre otros.
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Quién era Mama Antula
María Antonia de Paz y Figueroa, popularmente conocida como Mama Antula, nació en 1730 en Villa Silípica, actualmente ubicada en la provincia de Santiago del Estero. Originaria de una familia notable, la beata inició su camino religioso al vincularse con los jesuitas.
Durante su vida consagrada, fundó la Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, en su lugar de origen. Desde 1760, Mama Antula y un grupo de jóvenes mujeres se dedicaron a la caridad y colaboraron estrechamente con los jesuitas en diversas iniciativas.
Tras la expulsión de los jesuitas del Virreinato y España en 1767 por orden del rey Carlos III, Mama Antula emprendió un viaje por el noreste argentino, difundiendo los ejercicios espirituales. Desafiando las normas sociales de la época, se vestía con atuendo masculino y ejerció una influencia significativa en la sociedad colonial.
Durante su misión, recorrió a pie cerca de 5.000 kilómetros por el virreinato del Perú, abarcando las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba. Fundó la Santa Casa de Ejercicios, popularizando los ejercicios espirituales ignacianos. Además, se dedicó a brindar protección a mujeres sin hogar y a acoger a niños abandonados, proporcionándoles alimentación, vestimenta y bautizándolos con el apellido “San José”.
Mama Antula falleció en 1799 y sus restos descansan en la basílica de Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires.
La beatificación de Mama Antula tuvo lugar en 2016 en Santiago del Estero, después de que el Papa autorizara la declaración de un milagro relacionado con la curación de una religiosa de las Hijas del Divino Salvador. Según la tradición, esta mujer recuperó su salud en 1900 gracias a la intercesión de Mama Antula.
Los milagros que hizo
El primer suceso considerado milagroso, asociado a la recién canonizada santa argentina, se remonta al caso de la hermana Rosa Vanina, perteneciente a la orden religiosa de las Hijas del Divino Salvador. En 1904, la hermana Vanina padeció una grave enfermedad, una colecistitis aguda, que en aquellos tiempos, sin el beneficio de los antibióticos, representaba un peligro de muerte inminente debido a los síntomas de shock séptico que presentaba.
Se dice que, tras solicitar el milagro a través de la intercesión de Mama Antula, la hermana Vanina se recuperó de manera rápida y completa, dejando perplejos a los médicos de la época.
La segunda ocasión considerada milagrosa ocurrió en 2017 en la provincia de Santa Fe. En este caso, se atribuye a Mama Antula la curación de Claudio Perusini, un antiguo alumno del papa Francisco. Perusini había sufrido un episodio grave de ictus isquémico con infarto hemorrágico, seguido de un coma profundo, sepsis y shock séptico resistente, lo que provocó un fallo multiorgánico y dejó a los médicos sin esperanzas de recuperación. Sin embargo, tras las oraciones dirigidas a María Antonia, se produjo una recuperación milagrosa y sorprendente en su estado de salud. La historia clínica fue evaluada por expertos médicos de diversas partes del mundo, quienes no encontraron explicación lógica para la mejoría del paciente. El Vaticano, tras un análisis detallado, concluyó que esta curación milagrosa fue atribuible a la intervención sobrenatural de María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula.
“YA PASARÁ”,
según la tradición oral,
era la frase que repetía a menudo
Santa MARIA ANTONIA de PAZ y FIGUEROA
Si la vida te fatiga y no sabes qué hacer;
no temas, “ya pasará”.
Si la cotidianidad te aplasta y la monotonía te sume en el hastío; espera, “ya pasará”.
Si hoy estás temeroso por el futuro, no desesperes,
“ya pasará”.
Si te agobian los temores y las incertidumbres de esta etapa de tu vida; trabaja, “ya pasará”.
Si el desconsuelo por la partida de un ser querido encoge tu corazón; ora y “ya pasará”.
Si la ansiedad o la depresión te hunden en el temor y la queja; confía, “ya pasará”.
Si lo que sufres te parece sin fin; aguarda, “ya pasará”.
Y si te parece que has logrado todo y
que ya no debes luchar más;
mi querido,
no te duermas, que “ya pasará”.
Aldo Marcos de Castro Paz