Análisis
Es hora de terminarla
La expectativa es evidente. Finalizar la autopista 19 es una necesidad. Se impone por lo tanto asumirla como una prioridad para que deje de ser un anuncio esperanzador.
El reciente llamado a licitación para completar la autopista de la Ruta Nacional 19, que conecta nuestra ciudad con la capital provincial, representa un avance significativo. Este paso puede convertirse en el inicio de un proceso que culmine con la habilitación total de esta obra largamente esperada. Si se concreta, se cumplirán los anhelos de las comunidades del este y noreste de Córdoba, y quedarán atrás años de gestiones infructuosas, reclamos reiterados y sucesivas postergaciones.
Poner fin a lo que el gobernador de la provincia calificó como “monumento de la vergüenza nacional” simbolizará también el final de una prédica periodística que ha tenido a LA VOZ DE SAN JUSTO como estandarte, especialmente en los últimos 20 años. Durante este tiempo, se publicaron incontables notas, editoriales, entrevistas y crónicas que reflejaron el desencanto generado por promesas incumplidas, así como las dificultades que aún padecemos quienes vivimos en esta región al viajar hacia la capital de la provincia.
El actual gobernador, nacido en esta tierra, conoce en profundidad las dificultades que marcaron la historia de esta obra inconclusa. Por eso, su declaración tajante —“no va a parar hasta terminarla y finalizarla”— se transforma en una nueva señal de esperanza para los vecinos de las distintas localidades del departamento San Justo, un sector históricamente relegado por las decisiones centralistas tomadas en los escritorios porteños.
Transitar hoy el tramo que une a Santiago Temple con Arroyito, por ejemplo, es la muestra cabal del abandono. Una ruta angosta, en estado de conservación deplorable, deformada, colapsada, con banquinas en mal estado que verdaderamente da vergüenza. Algo similar ocurre en algunas porciones del tramo de la autopista entre Arroyito y Cañada Jeanmaire, donde se puede evidenciar la fragilidad de la carpeta asfáltica, lo que revela los problemas estructurales del sistema de obra pública vigente durante los gobiernos anteriores. Por ello, finalizar esta autopista implica una reivindicación imprescindible para poblaciones cuyo desarrollo ha sido demorado por incumplimientos, ineficacia y corrupción.
Estamos frente a un hecho trascendente para el futuro de varias comunidades y así debemos entenderlo, protagonizando activamente las gestiones para que esta promesa se transforme pronto en una realidad. La expectativa en nuestra región es evidente. La autopista es una necesidad. Se impone por lo tanto asumirla como un desafío propio, como una prioridad, y llevar adelante todos los esfuerzos para que deje de ser un anuncio esperanzador.
El párrafo anterior resume, creemos, el sentimiento compartido por los habitantes de esta región respecto a la obra de la autopista de la ruta 19. Vale recordar algo: estos conceptos se publicaron en esta misma columna en agosto de 2004, hace más de dos décadas.
Es hora de terminarla.