Día del Síndrome de Down
Enseñanza en la diversidad: derribar las barreras en el aula
Las maestras de educación especial e integradoras, Micaela Useglio y Agustina Agodino, analizan la educación inclusiva en las aulas y la enseñanza a niños con Síndrome de Down.
Por Isabel Fernández | LVSJ
La educación inclusiva es un proceso que busca que todos los estudiantes puedan participar y aprender juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales. Su objetivo principal es garantizar una educación de calidad y equidad para todos.
Aunque existen avances en cuanto a esta enseñanza en la Argentina, todavía se enfrentan muchos desafíos y barreras. ¿Se cumple realmente en las escuelas? ¿Cómo se educa a una persona con Síndrome de Down? ¿Cómo tendría que ser un aula inclusiva?.
En el marco del Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down, LA VOZ DE SAN JUSTO analizó este importante tema junto a las profesoras de Educación Especial y docentes integradoras, Micaela Useglio y Agustina Agodino, quienes explicaron cuáles son los objetivos de la educación inclusiva y si realmente se cumple en las escuelas.
“Aunque el concepto de educación inclusiva es cada vez más reconocido y valorado, aún estamos lejos de que se cumpla plenamente en las escuelas. Se busca brindar a cada niño o niña la oportunidad de desarrollarse plenamente, tanto en el aspecto académico como en su crecimiento emocional, social y personal. Debe reconocer y atender las barreras para el aprendizaje, proporcionando los apoyos y recursos necesarios para que cada estudiante pueda alcanzar su máximo potencial”, aseguraron las docentes.
- Esta educación inclusiva, ¿se cumple realmente en las escuelas?
Aunque el concepto de educación inclusiva es cada vez más reconocido y valorado, aún estamos lejos de que se cumpla plenamente en las escuelas. En muchas ocasiones, el sistema educativo no ofrece suficientes herramientas, recursos o capacitaciones para que los docentes puedan llevar a cabo una verdadera inclusión. Muchos educadores, aunque tienen una fuerte vocación de integración, reconocen que no cuentan con la formación adecuada para adaptar los contenidos o metodologías de manera efectiva para todos los estudiantes. Es fundamental que los planes de estudio y los diseños curriculares se reestructuren para que sea una práctica integral y no marginal. Además, las escuelas deben ser adaptadas para responder a las nuevas realidades y necesidades de los estudiantes.
- ¿Por qué es importante que sea una realidad en las aulas?
Creemos que la educación, como la vida misma, no se reduce únicamente a lo académico. Es también una escuela de vida en comunidad, un espacio para aprender a convivir con las diferencias, para respetar y disfrutar de los derechos de todos, para compartir, para naturalizar lo diferente y, sobre todo, para aprender a vivir con un otro. Esto solo es posible si los adultos estamos dispuestos a acompañar estos procesos, a derribar miedos y prejuicios, y a fomentar un entorno donde todos los estudiantes, sin distinción, se sientan parte activa de la sociedad en la que viven. Todos los niños, sin importar sus características, tienen algo valioso que ofrecer a la sociedad, y nuestra misión como educadores es reconocerlo, potenciarlo y darles las herramientas para que puedan desarrollarse plenamente. Debemos abrirnos al diálogo, a la reflexión y a la mejora continua, porque es solo a través de este proceso que podemos construir un futuro verdaderamente inclusivo, donde la diversidad sea entendida como una cualidad más de la persona y no como una barrera determinante o delimitante. Es fundamental que todos los actores de la comunidad educativa —ministerio, docentes, directivos, estudiantes y familias— trabajen de manera conjunta para crear un entorno inclusivo que permita a cada estudiante desarrollarse plenamente. No es una tarea fácil, pero es nuestra responsabilidad y compromiso promover una sociedad donde todos, sin excepción, tengan la oportunidad de aprender, convivir y aportar desde sus propias características. En este camino, es vital reconocer la importancia del trabajo docente, el cual es indispensable para construir una sociedad más inclusiva, justa y equitativa donde quepamos todos.
- ¿Cómo es la educación de las personas con síndrome de Down?
Cada estudiante con síndrome de Down es único, por lo que cada proceso de aprendizaje también debe ser personalizado y adaptado a sus necesidades, intereses y capacidades. Si bien es una condición que presenta diversos desafíos, cada niño y niña tienen habilidades y potenciales que pueden ser desarrollados con el acompañamiento adecuado. Desde nuestra experiencia creemos que es esencial trabajar en la individualización de los procesos de aprendizaje, diseñar trayectorias educativas que se ajusten a las características de cada estudiante, fomentando el desarrollo de habilidades claves como la comunicación, la interacción social y los aprendizajes académicos vigentes. La escuela debe ser un espacio donde cada estudiante, sin importar su diagnóstico, pueda crecer, aprender y disfrutar de sus derechos como cualquier otro niño o niña.
- ¿Cómo sería un aula inclusiva? ¿Qué dice la ley al respecto?
Un aula inclusiva valora y respeta la diversidad de todos los estudiantes, promoviendo la participación activa y la igualdad de oportunidades para todos, independientemente de sus necesidades o características. En esta aula, los estudiantes se sienten comprendidos, mirados, apoyados y respetados en sus tiempos y procesos de aprendizaje, que no son lineales. Los docentes, por su parte, adaptan los materiales educativos y las evaluaciones, asegurándose de que todos tengan acceso al conocimiento y puedan desarrollarse a su propio ritmo. La ley, a través de normativas como la Resolución Ministerial 1825/2019 en la provincia de Córdoba, establece que la educación inclusiva debe responder a las diversas necesidades, habilidades y estilos de aprendizaje de todos los estudiantes. Promueve la elaboración de Proyectos Pedagógicos Individualizados (PPI), donde se tiene en cuenta la situación particular de cada estudiante, garantizando que todos puedan acceder al conocimiento y participar plenamente en la vida escolar. Garantizar la inclusión no es solo un esfuerzo individual de las docentes integradoras o de un profesional; sino un trabajo colaborativo y respetuoso entre todos los actores de la comunidad educativa: docentes, directivos, estudiantes y familias.