En tres años la Iglesia tendría los primeros diáconos casados
Desde el Obispado estiman que en 2025 se ordenarán las primeras personas que se están formando dentro de la Diócesis de San Francisco. Desarrollarán algunas de las atribuciones más importantes de los sacerdotes, sin dejar de lado a sus familias.
Por Mauricio Argenti | LVSJ
La figura del diácono es muy importante dentro de la Iglesia Católica, ya que es considerado un servidor, un clérigo o un ministro eclesiástico, cuyas calificaciones y funciones muestran variaciones según las distintas ramas del cristianismo.
En San Francisco, en 2019, diez hombres finalizaron su etapa de discernimiento para luego, desde 2020, dar paso a la etapa de formación específica. En tanto, otros cinco cuentan con una formación más avanzada y se cree que en 2025 se puedan producir las primeras ordenaciones diaconales de hombres casados.
Al igual que ocurre con un sacerdote, un diácono recibe su ordenación como sacramento, aunque sin compararse con un cura.
Hace pocos días, el grupo de aspirantes a diáconos permanentes compartió junto al obispo de la diócesis local, Sergio Buenanueva, una jornada de retiro en Casa Betania, de Quebracho Herrado, como parte de su preparación al servicio.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, Buenanueva explicó que "estas personas están en diferentes etapas de su formación diaconal" y estimó que "en un cálculo cargado de ilusión, en los próximos 3 años podríamos estar ordenando los primeros diáconos", puesto que aquellos que están más avanzados "están completando el cursado académico para luego realizar la formación pastoral y de acompañamiento espiritual posterior".
Formación
El obispo aclaró que el proceso de formación diaconal difiere de la de un sacerdote ya que estos últimos "en su mayoría son jóvenes que ingresan a un camino exclusivamente formativo que los lleva a vivir en el seminario y estudiar en la facultad de teología durante seis o siete años" mientras que los diáconos "son personas adultas que mantienen su ocupación privada y responsabilidad familiar y en ese contexto deben ubicar su tarea diaconal".
Tras definir al diácono como "una persona que representa la dimensión de servicio de la persona de Cristo", es decir que "es un signo visible de Cristo como servidor", Buenanueva resaltó que el sacerdote y el obispo "tienen que hacer presente al Cristo que conduce, como cabeza de la Iglesia".
Una de las principales diferencias entre ambas figuras se encuentra que "el diácono no puede ser párroco mientras que el presbítero sí".
Entre otras tareas, el diácono suele ser el elegido para leer el Evangelio en misa y otras funciones similares, como bautizar, casar a una pareja, distribuir la eucaristía, llevar la comunión a los enfermos, celebrar las exequias, entre otras. Lo que no tienen permitido hacer es presidir la misa y menos consagrar la eucaristía; tampoco confesar, confirmar, ni administrar la unción a los enfermos.
Más allá de estas tareas específicas, Buenanueva señaló que "el gran servicio es todo lo que tiene que ver con la caridad, la solidaridad y el servicio a los pobres".
Antecedentes
En 1963 el Concilio Vaticano II restauraba el diaconado permanente como primer grado de la jerarquía eclesiástica que componen, según se sabe, el sacerdote (presbítero) y el obispo.
Reconocido en la Iglesia desde los tiempos de los apóstoles, el ministerio del diaconado fue declinando hasta prácticamente desaparecer, al menos en occidente, a principios de este milenio. Perdió presencia y sentido en la Iglesia y sólo se siguieron ordenando diáconos como paso previo a la ordenación sacerdotal.
En setiembre de 1964, un año después de aquella trascendente decisión del Vaticano II (1588 votos a favor; 525 desfavorables y 8 anulados), los padres conciliares también por amplísima mayoría (1598 votos a favor y 629 en contra) aprobaban la posibilidad de conferir el diaconado permanente a hombres casados.
"Desde que terminó el Concilio Vaticano II, en la Argentina y el resto del mundo comenzó a crecer esta figura de manera progresiva", explicó el obispo Buenanueva.
En este caso se estima que en nuestro país cerca de 700 personas revisten su condición de diáconos permanentes.
Acompañamiento familiar
Si bien la función diaconal le corresponde exclusivamente a quien ejerce esta tarea, en caso de ser casado, Buenanueva explicó que "esta decisión debe ser acompañada por su entorno familiar", por lo cual en momento de celebrarse el rito de la ordenación diaconal se le pregunta a la esposa e hijos si están de acuerdo y en caso de hacerlo deben expresar su voluntad de acompañar esta tarea".
Diáconos casados sí, ¿y los sacerdotes?
Sin duda alguna una de las polémicas en torno a la Iglesia Católica gira en torno a la vida célibe de sus sacerdotes y demás religiosos. Con la incorporación de diáconos casados se rompe, en parte, esta tradición que está firme en la Iglesia desde hace 899 años, luego que el celibato fuera instituido en los dos concilios de Letrán - el primero, en 1123, el segundo en 1139.
En este caso, el obispo reconoció que "inicialmente, al incorporar la figura del diácono casado en la vida de la Iglesia se trató de que no se llegue a la dicotomía de que como ahora hay diáconos casados, entonces pronto tendríamos que tener curas casados. Esta es una idea que sigue presente en la Iglesia, en algunos lugares con más y en otros con menos fuerza. Es una discusión abierta dentro de la Iglesia".
Desde su punto de vista personal, el obispo estimó que la incorporación de sacerdotes casados en la Iglesia "no se va a dar tan rápido" aunque sin embargo, lo consideró como "posible" para lo cual recordó que el Papa Francisco fue consultado al respecto y sobre el particular dijo que "si esto en algún momento se da, podrá ser por regiones, donde haya más necesidad de sacerdotes".
Sin embargo, en su reflexión, Buenanueva dijo que la incorporación de sacerdotes casados en la vida de la Iglesia "sería una decisión muy fuerte que no podría tomar un Papa solo. Es tan fuerte la figura del sacerdote célibe, con una experiencia tan positiva que en caso de tener que cambiar esta práctica debe realizarse bajo una decisión eclesial muy madura en el tiempo y nunca va a ser la supresión absoluta".
"Yo no creo que vaya a ser una cosa rápida. Es una discusión que está presente en la Iglesia con distinta intensidad según las regiones y es posible que en un tiempo arribe a algún resultado como sería admitir en la comunidad a sacerdotes casados", finalizó.