Entrevista
Emi Riboldi, la “influencer fit”
Esta profe de educación física de 29 años supo construir una comunidad dentro de su gimnasio pero también en el mundo virtual.
Es casi el mediodía del 24 de diciembre y todo el mundo ultima detalles para el festejo navideño. Emi Riboldi llega corriendo a su gimnasio para la entrevista. En un rato dará su segunda clase del día y más tarde la tercera y última.
Se nota que disfruta de ese ritmo frenético, pero luego de la sesión de fotos contará que este año que deshoja sus últimos días hizo un click y trata de tomarse todo con más calma y buscando el equilibrio.
Con 29 años de edad, un recorrido ya consolidado en su rubro y más de 14.000 seguidores en Instagram, Emilia es toda una referente en lo suyo. Una “influencer fit”, término que nunca había considerado pero que no le desagrada.
Su diferencial es que supo crear comunidad tanto dentro del gimnasio como en el amplio mundo de las redes sociales. Allí, donde tanto los elogios como las críticas pueden ser implacables, comprendió el alcance que puede tener lo que quiera comunicar.
Si bien sabe que su imagen es inevitablemente importante para su actividad, hoy busca recalcar que la salud física, pero también la mental y el poder disfrutar del proceso son lo que realmente importa.
- ¿En qué momento decidiste hacer de tu pasión por el entrenamiento físico un modo de vida?
Yo toda mi vida quise ser maestra jardinera (risas). Terminando la secundaria empecé a durar y surgió la posibilidad de estudiar psicología, pero al ver todos esos libros supe que no era para mí. Un buen día me levanté y dije “educación física”. Mi familia un poco me festejó que me haya decidido y cuando fuimos a conocer la facultar a Córdoba supe que era ahí. Se me pone la piel de gallina de recordarlo, pero yo me sentía como en una novela, tipo High School Musical.
Ya en tercer año empecé a trabajar en gimnasios de Córdoba, en el verano venía a San Francisco y hacía de niñera, trabajaba en escuelitas de verano, en gimnasios. Yo me recibí un martes y el lunes siguiente ya estaba trabajando en un gimnasio de acá, luego llevé currículums y llegué a trabajar hasta en tres a la vez.
- ¿Cómo fue dar el paso para tener tu propio espacio?
Mi papá siempre fue de decirnos a mí y mis hermanas que nos pongamos algo propio, pero cuando me decía yo todavía no me sentía preparada. Unos meses más tarde lo llamé y le dije “estoy lista”. Arranqué por Roca y me fue bien, venía cada vez más gente y el espacio empezaba a quedar chico. Dos años después empezamos a construir este lugar (gimnasio Be Fit por Ramón y Cajal) y acá estamos, siempre creciendo.
- ¿Cómo encontraste tu manera de destacarte?
En educación física tenés muchas áreas, yo me fui por el lado de las clases, que es lo que más me gustaba. Siempre me gustó integrar el grupo. El tema de las máquinas, la sala de musculación, no me disgusta pero me parece algo más individual: uno viene, hace su rutina y se va… si quiere ni saluda, se pone los auriculares y chau.
Mi objetivo siempre unir a las personas, que se sientan como en una comunidad, hasta si se quiere algo parecido a una amistad. Si alguien tiene un mal día, que sienta que acá tiene un grupo que contiene. Entrenar no es solo formar el músculo, es también formar la mente, la autoestima, las emociones. Siempre quise construir algo más integral, algo más grande que venir a hacer una sentadilla.
- Hace unos años el gimnasio, los “fierros”, era visto como algo de los hombres, pero en tu caso se ve una gran mayoría de mujeres…
Ese es un paradigma que viene de hace tiempo, que dice que el hombre tiene que hacer pesas y las mujeres tienen que seguir a la persona que tienen adelante como en una coreografía. Se veía a la mujer que hace fierros como machona, que se iba a poner grandota y no sé cuántas cosas más.
Siempre quise cambiar eso. Mis clases son grupales pero no todos hacen lo mismo, cada uno va a su ritmo, según sus posibilidades. Yo siempre estoy aprendiendo, estudiando y cambiando mi modalidad de clases, las mujeres se animan a trabajar con pesos y los hombres también vienen a trabajar con nosotras. Creo que este año que termina pude construir una comunidad en base a eso.
- También construiste una comunidad en las redes…
Es algo que siempre me gustó y tengo proyectos a futuro respecto a eso. Me gustaría hacer rutinas online, trabajar más con las redes. Es algo que me apasiona. Si tengo que tirarme al suelo para filmar un video lo hago, me gusta sacar fotos, editar… es algo que disfruto.
- Es una herramienta muy poderosa
Sí, no solo por el tema de las rutinas. Me gusta hablar de nutrición, de salud mental. Esto tiene que ver con una experiencia propia, con cosas que me pasaron en la vida. Entonces con el tiempo comprendí que desde mi vivencia puedo con una palabra tal vez ayudar a gente que esté pasando lo mismo, que sepa que a otros les pasa, por qué les pasa.
Creo que mi profesión abarca mucho y siento que desde mi lugar puedo ayudar, no solo a los que vienen al gimnasio, sino también a quienes me puedan ver por las redes desde cualquier parte. Mucha gente me escribe pidiendo consejos y eso me encanta. Aunque no conozca a la gente, me gusta poder ayudar en lo que pueda.
- ¿No te preocupa que pueda haber gente tomándose de una manera muy fundamentalista un consejo que puedas dar?
Sí, por eso te decía que este año fue muy especial para mí, de muchos cambios. Cambié mucho yo, porque siempre fui del blanco o negro, no había términos medios para mí. Era entrenar de lunes a lunes, cuidarme todo el tiempo, hacer lo que hacía al 100% sin grises. Este año aprendí a buscar el equilibrio, aprendí que los extremos no son buenos. Que no hay bueno o malo: lo que a algunas cosas les puede hacer bien, a otras no tanto. Entonces en las redes trato de decir “hoy esto me hace bien a mí”, no enviar el mensaje de que eso es lo único correcto.
La salud física está bien cuidarla, pero también está la mental. Si hoy te hace bien juntarte con amigos a comer un chori y pasarla bien, eso es salud mental: no estar sintiéndote mal por hacerlo.
- ¿Cómo te manejas con las críticas y los elogios?
Este año me pasó mucho de venirme abajo con las críticas o la forma en que me decían algunas cosas. Lo trabajé mucho y me propuse hacer foco en lo bueno. Muchas veces cuando alguien te critica habla más de esa persona que de vos mismo. Empecé a enfocarme en lo positivo y me di cuenta que de esa manera soy más agradecida y puedo ayudar más.
- ¿Qué importancia le das hoy a tu imagen?
Creo que, como en cualquier profesión, la apariencia física importa a la hora de comunicar. Es como si un peluquero con un mal corte de pelo o alguien que vende ropa, pero no sabe de moda, intentaran dar una buena impresión. En mi caso, el físico es importante porque ayuda a transmitir credibilidad. Aunque un buen entrenador no necesariamente tiene que entrenar, para mí es clave dar el ejemplo: demostrar que lo que haces funciona.
Antes me preocupaba mucho por cómo me veía en los videos; si no estaba producida, me costaba filmar. Ahora prefiero mostrarme más natural porque las redes no reflejan siempre la realidad. La vida no es estar siempre peinada, maquillada o feliz. Por mucho tiempo, al ver perfiles perfectos, me hacía sentir que esa gente tenía una vida ideal, pero entendí que solo muestran lo que quieren.
Lo visual sigue siendo importante porque es lo primero que atrae, pero creo que también es necesario compartir un poco de lo real. La gente a veces idealiza lo que ve y eso puede generar frustración. Por eso intento equilibrar entre lo que inspira y lo auténtico, para no alimentar expectativas irreales.
- ¿Un deseo para 2025?
Mi principal deseo es seguir teniendo estas ganas que hoy tengo, esta energía, esta ilusión para seguir creciendo porque tengo muchos proyectos. Creo que el camino es seguir con las mismas ganas y seguir siendo agradecida porque yo siento que cuando agradezco es cuando más me motivo. Entonces mi deseo es seguir agradeciendo lo que tengo y como soñando y pensando el futuro con mucha motivación.