Análisis
Emergencias y urgencias en un país agitado
Es necesario reclamar que gobierno y oposición hagan foco en las emergencias que están destrozando el tejido social y amenazando seriamente la vida y los bienes de los ciudadanos.
La ciencia médica se encarga de delimitar los significados de dos conceptos que, muchas veces, se utilizan como sinónimos, aunque no lo sean. Una emergencia es una situación repentina y a menudo peligrosa que requiere una acción inmediata. Una urgencia es un episodio que requiere atención inmediata, pero no supone una amenaza inminente para la vida o la propiedad.
La velocidad con la que transcurren estos meses no da respiro a los argentinos. El cambio de gobierno marcó una bisagra enorme. Casi un cambio de época en donde la dirección que se propone desde el gobierno está en las antípodas de las que pretendieron encaminar los funcionarios del gobierno anterior. Sin embargo, al menos en estos primeros dos meses de gestión, la desmesura priva sobre la racionalidad que debería exhibirse desde el poder. Las exageraciones, las imposiciones, las diatribas, las contradicciones y tantas otras conductas difíciles de comprender forman parte del acervo de la praxis política de todas las veredas. Porque, más allá del paso de una era a otra, es preciso reconocer que algunas virtudes siguen siendo inexistentes en la dirigencia política. Entre ellas, el raciocinio y la reflexión serena que buscan soluciones a través de los consensos.
En este contexto, las cuestiones urgentes continúan estando allí. Requieren atención inmediata, aunque no vaya la vida en ello. Pero, como no han sido eliminadas, han gestado severas emergencias. Por caso, la inflación, una urgencia cotidiana, deriva en una emergencia que ya es una desgracia: la pobreza y la marginalidad espantan. Otro ejemplo: la inoperancia en atender la cuestión urgente de la seguridad ha derivado en la cruel emergencia del auge del delito organizado. En verdad, todas las urgencias no resueltas en este país originaron u originarán emergencias de carácter grave. Consecuencias de “mirar siempre para otro lado”.
Algunos indicios muestran que los compartimentos estancos de la política nacional detentan ciertas filtraciones. Sería un indicio positivo si no se tratase de componendas de poder que permiten, por ejemplo, nombramientos en el gobierno de figuras acomodaticias y pertenecientes a la “casta” tan vapuleada desde el poder. Por estas cosas, la ciudadanía tiene la sensación de que las emergencias en la Argentina solo existen si en ellas “va la vida” de ciertos dirigentes o gobernantes. La metáfora podría resumir la gravedad del panorama que se vive.
En medio del vértigo en el que está sumido el país, más allá de decretos denominados, paradójicamente “de necesidad y urgencia” o de leyes ómnibus despedazadas por desaciertos de redacción o variedad de intereses sectoriales, se hace necesario reclamar que gobierno y oposición hagan foco en las emergencias que están destrozando el tejido social y amenazando seriamente la vida y los bienes de los ciudadanos. Claro que para lograrlo será vital remediar las múltiples urgencias con las que se convive desde hace tiempo.