Sociedad
Élida y Florencia, un equipo que teje sueños y ayuda a los que más necesitan
Una aprende y se mantiene activa, la otra enseña y acompaña. Entre las dos ayudan y dan calor a quienes los necesitan, abrigando el cuerpo y el corazón de los niños. Hay muchas historias de solidaridad que se desprenden de la campaña “Al frío le ponemos corazón”, ésta es la de Élida y Florencia.
Por Isabel Fernández | LVSJ
En punto “Santa Clara” o “arroz”, sus manos -surcadas por las arrugas, pero llenas de amor y solidaridad- tejen sueños y crean chalequitos, escarpines, gorritos, capitas, que llevan calor a los bebitos que menos tienen y un abrazo de abuela que los conforta, ya que todo eso es donado a la campaña “Al Frío le Ponemos Corazón”, que lleva adelante la municipalidad de San Francisco en el Superdomo.
Élida Morano de Levetto tiene 95 años y no está sola en este desafío ya que, en el hogar para adultos mayores “La Familia” de Frontera, donde reside, recibe todas las semanas la visita de Florencia Maggi (34), con quien forma un equipo que produce y enriquece a todos.
Todos los lunes, Florencia, que es profesora de tejido, llega con su bolso lleno de lanas al hogar, donde entre charlas y mates, se pone manos a la obra: ella con crochet y Élida con sus dos ajugas. Aunque de joven a “Doña Levetto” –como le dicen quienes la conocen- le gustaba mucho tejer siempre ropita de bebé, ahora con la edad necesita refrescar algunos conocimientos, mantener su mente activa y ahí está Flor para acompañarla.
Para ambas la experiencia es muy enriquecedora, pero mucho más le aporta a Élida, que se mantiene saludable, lúcida y sobre todo ocupa las horas en algo productivo que es el tejido de ropita para bebé que luego donan para que sea distribuida a las familias de escasos recursos.
“Si Dios me permite tejer a esta edad, es porque aún tengo que seguir viva. Estoy todo el día sentada y si no tuviera el tejido no sabría cómo pasar el tiempo”, dijo Élida a LA VOZ DE SAN JUSTO, con la sabiduría de sus años.
Añadió que tejer la ayuda mucho para mantenerse saludable, con su edad, tiene algunas dificultades para movilizarse. “Me mantiene la mente activa y además estoy haciendo algo útil que sé que lo van a usar porque lo necesitan, porque hay familias que no pueden comprar ropa. Tengo que conseguir lana para poder seguir tejiendo más, mientras pueda lo voy a seguir haciendo”.
No solo teje con Florencia, sino que también, en el comedor del hogar, comparte charla y tejidos con otra abuela. Contó que el tejido siempre fue algo que le gustó mucho. “Siempre tejí, desde muy joven, lo que más hacía y hago es ropita para bebé como los chalequitos de lana, escarpines, gorritos, capitas. Ahora lo hago para ayudar a los chicos que menos tienen”.
Acompañamiento y enseñanza
Florencia contó cómo llegó al hogar para compartir sus conocimientos de tejido con Élida. “Doy clases de tejido y una hija de Élida que venía a mis encuentros me comentó que su mamá estaba en un hogar y que le gustaba mucho tejer cuando era más joven, pero que ahora había dejado porque olvidó de hacer algunos puntos. Entonces enseguida le ofrecí venir a visitarla y tejer con ella, cuando vine, enseguida se entusiasmó.
Afirmó: “Cuando juntamos varios chalequitos o escarpines o lo que estemos haciendo los llevo al Superdomo. Agradecemos al hogar que nos brinda el espacio para poder llevar adelante esta tarea”.
“Es importante que puedan tejer porque se mantienen ocupadas, de otra manera están mucho tiempo sin nada que hacer. El tejido tiene mucho de matemáticas, hay que contar puntos y eso ayuda a la mente, además lo bueno de todo esto es que se puede ayudar y eso te hace sentir mucho mejor”, remarcó.
Entre punto y punto, la charla fue amena y al finalizar el encuentro con Élida y Florencia en el que nos contaron su experiencia, nos fuimos con la alegría de saber que siempre la solidaridad y la unión, ayudan a construir una realidad mejor para todos y que hoy reflejamos en nuestras páginas.