Análisis
Elecciones en Venezuela: bastaría con que “muestren el decreto”
La confusión volvió a ganar la batalla electoral. Bastaría con mostrar las actas para terminar con las discusiones. Sin embargo, parece poco probable que esto ocurra.
La confusión volvió a ganar la batalla electoral en Venezuela. Como desde hace un cuarto de siglo, los autócratas gobernantes del país caribeño recurrieron a todas las maniobras conocidas y anticipadas para conservar el poder. La posibilidad de un fraude escandaloso, pronosticada incluso en esta columna editorial el domingo anterior, asoma como factible luego de conocerse los resultados oficiales de una manera tan poco transparente como sospechosa.
Tras interrumpir el proceso de transmisión de las actas de votación luego de iniciado el escrutinio, el presidente del Consejo Nacional Electoral, un militante declarado del partido en el poder, anunció, pasada la medianoche del 28 de julio, la victoria de Nicolás Maduro y el inicio de una investigación de la Fiscalía General “sobre las acciones terroristas perpetradas contra nuestro sistema electoral y contra los centros de votación y contra, también, de funcionarios electorales”. El centro electoral venezolano difundió que Maduro había obtenido el 51,2% de los votos, frente al 44,2% de su rival Edmundo González. Pero no brindó ninguna prueba que corrobore estos guarismos.
La situación derivó en repercusiones de todo tipo. Regímenes no democráticos como Rusia, China e Irán reconocieron los resultados. Las diferencias ideológicas saltaron a la luz y determinaron enfrentamientos a través de las redes sociales. Las acusaciones entre los opuestos se enfervorizaron con el correr de las horas. Y, por supuesto, nada aclararon. Las tinieblas sobre lo ocurrido en Venezuela en esta última elección quizás persistan durante mucho tiempo.
En este marco, no hubo sorpresas en la Argentina. Las principales figuras del gobierno nacional redoblaron sus habituales mandobles de lenguaje agresivo contra el régimen de Venezuela, lo que no agrega argumentos sólidos para lograr que se esclarezcan los hechos. Lo mismo hacen desde las posiciones que apoyan abiertamente a Maduro y sus secuaces desde posiciones también extremas pero contrarias. Al mismo tiempo, los voceros de quienes dicen representar a la izquierda democrática miran para otro lado, guardan silencio, en una postura incomprensible. Como contrapartida, desde el otro lado de la cordillera, uno de los representantes de esa izquierda democrática, el presidente Gabriel Boric ha sido contundente: “El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer. La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores internacionales no comprometidos con el gobierno den cuenta de la veracidad de los resultados. Desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”. Precisamente, hasta el momento de escribirse esta columna, la condición de inverificable es el principal argumento para cuestionar el resultado o sospechar maniobras aviesas pergeñadas en las elecciones venezolanas.
Otra vez, la realidad se asemeja a aquel relato humorístico en el que un zorro intenta convencer a un loro de que baje del árbol afirmando que el rey león había firmado un decreto que prohibía las agresiones entre los animales. Pero cuando un lobo lo comenzó a perseguir huyó despavorido, mientras el loro, desde lo alto de una rama, le gritaba “mostrale el decreto”.
Bastaría con mostrar las actas para terminar con las discusiones. Sin embargo, parece poco probable que esto ocurra.