Análisis
El verdadero Pacto de Mayo
Es imposible aceptar que se creen un relato y lo pongan al servicio de su proyecto político, hiriendo gravemente el significado del concepto Patria. Esa patria hoy reclama volver a aquel inicial Pacto de Mayo. Esa Patria exige que al que le quepa el sayo, se lo ponga.
La primera reflexión adquiere contenido sentimental. La Patria cumple hoy 214 años y nos embarga la emoción. La satisfacción de pertenecer, de amar el suelo donde nacimos y de las costumbres y tradiciones que nos identifican y enorgullecen. Porque “la Patria es un sentimiento en la mirada de un viejo, es la eterna primavera, risa de hermanita nueva, te contesto hermanito: Patria son tantas cosas bellas”, dice la canción del panameño Rubén Blades.
Aquella idea primera idea legada por los hombres de Mayo se consolidó con el tiempo. Cobró fisonomía propia. Fue abonada con el sudor y el esfuerzo de millones de compatriotas que los sucedieron. Y también de los cientos de miles de extranjeros que hicieron suyos los valores de la argentinidad y nos brindaron la posibilidad de tener una identidad particular. Es ésta la esencia de un pacto real que no pronuncia frases disonantes y tampoco reniega de principios sobre los que se asientan los distintos modos culturales que, unidos, nos permitieron forjar una historia común y una nacionalidad orgullosa de sus valores.
Pero esa historia común sabe de vaivenes y diferencias. De épocas de encuentro y otras de enfrentamientos. De altibajos, crisis y dramas. Aquel orgullo de ser argentinos no se manifiesta hoy con la amplitud que merece. Las urgencias del momento parecen arrinconar el sentimiento patriótico. Ya no aflora espontáneo. Pero sigue existiendo, intangible pero real. Asoma con algo de timidez, es verdad. Sin embargo, uno quiere a la Patria. Y otros como uno también. Por eso, podemos afirmar, con Cortázar, que “algo saldrá de ese sentir”.
¿Qué saldrá? El deseo es que reaparezcan nítidos los cimientos de la nacionalidad: la libertad, la aspiración de una sociedad justa, participativa e integrada, la cultura del trabajo, el acatamiento a la ley, la vigencia de la Justicia, el apego a la familia, el respeto inalterable, la solidaridad, la conmiseración con el que sufre y la búsqueda permanente del bien común. Este es el verdadero Pacto de Mayo que todos los argentinos deberíamos suscribir, comenzando por quienes tienen la responsabilidad de regir los destinos de la Patria.
La división, la grieta, difumina los alcances de ese pacto. Lo hemos experimentado a lo largo de los últimos años y también lo percibimos en la actualidad. Resulta inadmisible que un sector político –cualquiera sea su origen o ideología- se arrogue el derecho de decidir quién pertenece a la Patria y quién no. Es imposible aceptar que las facciones creen un relato y lo pongan al servicio de su proyecto político, hiriendo gravemente el significado del concepto Patria.
Esa patria hoy reclama volver a aquel inicial Pacto de Mayo. Esa Patria exige que al que le quepa el sayo, se lo ponga. Solo así podrá, como escribió Jorge Luis Borges, arder en el pecho de todos, “incesante, ese límpido fuego misterioso” que nos permitirá ser dignos “del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos”.