El sanfrancisqueño que soñaba ser Cousteau y hoy tiene su centro de buceo
Martin Frizza tiene 50 años y está radicado en Playa del Carmen, México. donde lleva adelante su gran aventura, tener su propia escuela de buceo recreativa y técnica, a la cual se acercan cientos de personas para descubrir los tesoros ocultos bajo el agua.
Por Stefanía Musso | LVSJ
De niños, muchos
miraron el cómic de Superman y soñaron con volar. Otros, con ser pilotos de
carrera pero están los que se adentraban en el mundo de los documentales de
Jacques Costeau y soñaban con conocer el mundo bajo el agua. Pero, ¿Cuántos
pudieron cumplir su deseo?
Cada 7 de septiembre se celebra el Día Internacional del Buzo y Martín Frizza de nuestra ciudad, tiene 50 años y cumplió ese sueño. El sanfrancisqueño fundó su propia empresa de enseñanza de buceo técnico y recreativo en la ciudad de Tulum, México.
"Al iniciar un buceo tus sentidos cambian, es como que tu cerebro se pone en un modo distinto. Los sonidos, los colores, el ritmo de tu respiración, el contacto del agua en todo tu cuerpo. Si es verdad que existe la memoria genética, esto sin dudas nos remite a nuestros recuerdos más primitivos. El tiempo pasa distinto, lento, y la sensación de paz es indescriptible", dice Martin Frizza sobre esta actividad que cada vez seduce a más y más personas.
Y no es para menos. Desde que en la década de 1940 Jacques Cousteau inventó el sistema de respiración autónomo, con tanques de aire comprimido y un regulador de presión que entrega este aire a demanda lo que cambió las posibilidades para siempre. "Los equipos que hay hoy en día son muy confiables y las técnicas de enseñanza permiten que cualquier persona que desee pueda conocer (con ciertos límites) este maravilloso entorno subacuático", aseveró Frizza.
Martín no es un buzo más. Es uno de los pocos hombres capacitados, formados y equipados para realizar espeleobuceo, buceo bajo tierra en cuevas inundadas.
Martín y su experiencia en Yucatán, México.
El viaje que lo cambió todo
Desde niño, Martin "viaja" por el mundo subacuático. "Veía los documentales de Jacques Cousteau y soñaba con conocer el este ambiente submarino. Ese sueño estuvo latente durante muchos años, y como todos fui haciendo mi vida lejos de esto porque en San Francisco no hay agua", recordó el entrevistado.
Pero un día, todo cambiaría. "Hace años vi que en el Sport Automóvil Club que había un curso de buceo y ahí empezó la aventura".
Como muchos, fue buscando lugares en el mundo donde hacer visible y realidad su experiencia como buzo. "Conocí México en un viaje de buceo con amigos, y me dí cuenta por qué es uno de los mejores lugares del mundo y la meca del buceo en cuevas, es decir, espeleobuceo. Y surgió la oportunidad de aprender esta disciplina. Esto cambió mi vida".
Un viaje tras otro, hicieron que un día se materialice el sueño de su propio emprendimiento de buceo en la meca de la actividad. "Empecé a venir a México bastante seguido, mis amigos me decían que gastaba mucho en viajes, y yo les respondía que ellos habían cambiado el auto. Yo seguía con mi autito viejo pero estaba dando respuesta a mis sueños de chico".
"De tanto venir y conocer gente un día, decidí con mis compañeros de buceo intentar poner a prueba un concepto basado en calidad de servicio y enseñanza, y abrimos GoDiveMEX".
"De tanto venir y conocer gente un día, decidí con mis compañeros de buceo intentar poner a prueba un concepto basado en calidad de servicio y enseñanza, y abrimos GoDiveMEX" (Foto gentileza: Martín Frizza)
Uno de cinco en un millón
Lo que comenzó como algo recreativo, fue creciendo en experiencia y profesionalismo llevándolo a lo más extremo de la actividad. "Mientras que al principio era para divertirme, con el tiempo se transformó por las demandas del ambiente un buceo técnico científico, donde el objetivo es la exploración de los ríos subterráneos con todo lo que ello conlleva".
"Por supuesto, alguien se preguntará si hace falta estar loco para meterse bajo tierra a veces a kilómetros del aire respirable más cercano dentro de un laberinto de cuevas inundadas donde solo reina la oscuridad y el silencio... digamos que no es necesario, pero ayuda bastante...", expresó el entrevistado.
Por cada millón de buzos que hay en el mundo solo 10 mil son buzos técnicos y de ellos, solo mil tienen grados de buceo en cuevas, y de esos solo 50 tienen grados avanzados.
De esos, solo 5 bucean con técnicas y equipos de última generación que de hecho hoy se encuentran en estado de desarrollo y prueba. Martín, el sanfrancisqueño, es uno de esos cinco en un millón que además vive en el lugar donde todo está pasando, que es un paraíso caribeño. "Tengo la suerte de tener un centro de buceo reconocido internacionalmente, puedo entrenar y aprender con los mejores buzos del mundo, colaborar en filmación de documentales y películas, mis días libres transcurren en la selva buscando huecos (cenotes) para ingresar al sistema subterráneo y explorarlos, en fin: la verdad que mi objetivo hoy es seguir haciendo lo que hago".
Apasionado como el niño que aún vive en él y veía a Jaques Cousteau, "La gente cree que es una actividad adrenalínica, y lo primero que se descubre que es todo lo contrario. Superada la etapa de aprendizaje y al ganar confianza en nuestras habilidades para manejarnos en este entorno nuevo el buceo es algo muy tranquilo, introspectivo, los movimientos son suaves, casi como una danza", confirmó.