Día del Gastronómico
“El rubro gastronómico es difícil pero uno lo hace con gusto”
En el Día del Gastronómico, Christian Bertorello –un referente histórico en la ciudad- analizó la actualidad del sector y contó cómo supo forjar una marca que es reconocida a nivel nacional.
El apellido Bertorello está ligado al rubro gastronómico desde hace más de 40 años en nuestra ciudad. Hoy, en un día especial para el sector, Cristian cuenta que lleva adelante el emprendimiento familiar con gusto y pasión.
Hoy, La Parrilla Parador Internacional es un ícono de la gastronomía en nuestra ciudad y un punto de referencia para viajantes de todo el país. También, ha sabido seducir a famosos que se rindieron ante la oferta de fiambres y carnes tan características del lugar.
“Durante todos estos años hemos atravesado un sinnúmero de etapas. Épocas difíciles, pandemia, pero acá estamos y eso no es poco. Hoy la situación es dura, social y económicamente. Este es un rubro que está tocado, pero la gente todavía sale. Encuentra en una salida a comer un pequeño escape a la realidad. A veces no te da para otros gustos, pero una cena podés permitirte y eso te sirve para desconectarte un poco. Veremos hasta cuando se da eso, porque vemos que se viene acotando. De todas maneras, la gente necesita salir, huir de las malas noticias, porque si no es para volverse locos”, cuenta Cristian acompañado de su mujer Vanina.
La historia comenzó a finales de los 70 con Macao, continuó con Carlos V y Maui, y desde hace 23 años La Parrilla es la nave insignia de la familia, complementada por Runa en el rubro diversión nocturna.
“Cuando vinimos para acá estábamos atravesando un momento difícil, fue como un volver a empezar, arrancar de cero. Fuimos progresando de a poquito. Las cosas se fueron dando, con Víctor a la cabeza, trabajando en familia. Luego continuamos con mi hermano y en 2008 comenzó el proyecto de Runa. Nos fuimos consolidando como referente gastronómico. Cuando arrancamos no pasaba nadie por acá. De a poquito lo fuimos gestionando y hoy somos un punto clásico en la ruta. Hoy pasan colectivos, viajantes, turistas. El lugar se conoce a nivel país y es un punto de referencia”, asegura.
Para llegar a consolidarse como un ícono gastronómico de la ciudad no hay recetas mágicas: “Eso se va forjando en el día a día. Creo que el trato al cliente es muy importante. Hay gente que pasa a las 3 y media de la tarde y pregunta. ‘No hay drama’, algo te damos. Son las 12 de la noche, la 1 de la madrugada: ‘si tenemos, te atendemos’. Brindar esa solución a la gente que está de paso, es un servicio. Obviamente hay que mantener la calidad. Y así se va corriendo la bola”.
A modo de anécdota cuenta: “Un muchacho llegó a comer a las 3 y cuarto de la tarde. A las 12 había parado en un semáforo en Paraná. Le preguntó a un limpiavidrios dónde podía comer en el camino a Córdoba. Y le contestó que estaba a tiempo de llegar a almorzar a San Francisco. El tipo vino, comió y cuando terminó me contó la anécdota. Esas cosas suceden por el boca a boca, porque queda grabado cómo fue atendida la persona en su momento”.
El rubro demanda, y mucho. La parrilla solo cierra un día al año, y abre tanto al mediodía como a la noche. Pero Christian asegura que lo hace con placer: “Es como se dice: cuando el trabajo es un gusto, no es trabajo. A veces termino a las 6 o 7 de la mañana en Runa y si mi hermano necesita al mediodía acá, estoy con gusto. Acá no hay una certeza de cuánta gente vas a tener. Un día de semana, a la noche, podés tener 20 o 30 personas. Todo pinta tranquilo y de repente te caen dos colectivos y se armó el lío. Entonces uno tiene que armar todo sobre la marcha, pero lo hace con placer”.
Otra de las claves del éxito duradero radica en los trabajadores que acompañan en el día a día: “La gente que está trabajando con nosotros hace muchos años que nos acompaña. Ya son amigos. Nos conocemos mucho y eso se refleja también en el trato hacia la gente. Hay gente que vuelve después de mucho tiempo y te dice ‘me acuerdo de tal’ y ese tal todavía está acá trabajando con nosotros. Esa persona pasó y le quedó marcado el recuerdo de la parrilla y de la persona que lo atendió”.
Como mirada al futuro, confió: “Nosotros tratamos de mantener la línea, quizás no tanto crecer pero sí sostener el nombre que supimos forjar. Queremos que ese sea el legado para las generaciones que nos van a suceder. Tanto a mis hijos como a los de mis hermanos les brindamos la posibilidad de continuar con esto. Tanto la parrilla como Runa se convirtieron en una marca en base a muchos años de esfuerzo. No es algo fácil en este rubro. Pero a nosotros siempre nos gustó trabajar con desafíos”.
A modo de cierre, contó que son muchos los famosos que visitaron la parrilla. “Yo a los jugadores de fútbol no los conozco mucho pero los chicos siempre me dicen que vino tal o cual. Artistas, un montó. El Chaqueño Palavecino, Jorge Rojas, Abel Pintos. Abel fue el que mejor la hizo: estaba tan bien camuflado que recién nos dimos cuenta que era él cuando vimos la tarjeta con la que pagó”.