Historias
El Refugio “Daniel Mari” cumplió diez años de tarea solidaria
Ubicado en Padre Gervasi 366 de barrio Hospital, volvió a abrir sus puertas tras dos años de inactividad por la pandemia. Gracias a la solidaridad de toda la comunidad y los voluntarios sigue acompañando a familiares de personas internadas en la terapia intensiva del Hospital Iturraspe.
El Refugio “Daniel Mari” cumplió diez años y, tras la pausa de la pandemia, volvió a abrir sus puertas para cobijar a personas que tienen un familiar en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) en el Hospital "J.B. Iturraspe" que necesitan pasar la noche y no tienen dónde ir.
El sueño de Daniel Mari –quien falleció tras sufrir una cruel enfermedad en 2008 y su deseo era contar con un espacio para ayudar a quienes pasaban interminables días y noches acompañando a familiares en el Hospital- se sigue cumpliendo gracias al trabajo incansable de sus “amigos de fierro” y a la solidaridad de toda la comunidad que hace posible el funcionamiento de este espacio.
La casa –ubicada en Padre Gervasi 366- que abre sus puertas y su corazón para ayudar a quienes pasan por momentos difíciles. Después de un tiempo sin actividad hubo que realizar muchos arreglos y actualmente están organizando una peña para el mes de septiembre en fecha a confirmar, con el objetivo de obtener fondos que les permitan seguir sosteniendo la ayuda.
En el Mes de la Solidaridad y destacando la importante tarea que realizan los voluntarios que comparten su tiempo y sus corazones con las personas que llegan desde el Hospital, LA VOZ DE SAN JUSTO visitó el refugio para conversar con “los motores” de esta entrega, los amigos de Daniel y voluntarios.
Juan Oyola, Angélica Cabrera, Virginia y Mari Allocco, Romina Vocos, Alicia Lencinas, Gustavo Sosa, José Delgado, Pini David, Gabriel Patita Rogero, Vivíana Ribato, Marcela y Alicia Gattino, Hernán Brizzio, Américo Pastorizo, Víctor Melano, Mabel Weinzetel, Pablo Moyano y Pedro Peralta, son los protagonistas de esta cruzada que sigue ayudando.
“Sostenemos todo esto gracias a la solidaridad de la comunidad y al voluntariado, no tenemos socios en este momento, el municipio nos apoya cuando lo necesitamos. En estos diez años pasaron por la casa cerca de 1.500 personas de distintos lugares de la región, de las provincias Córdoba y Santa Fe y hasta de otras provincias. Actualmente también tenemos la ayuda de los intendentes de localidades del departamento San Justo”, aseguró Juan Oyola.
Por su parte, Virginia Allocco agregó: “No fue fácil atravesar el tiempo de la pandemia, en el que estuvo cerrado dos años, hubo que hacer arreglos en el edificio, se rompieron electrodomésticos, arreglamos todo, renovamos colchones y tuvimos que poner a día todo lo que tiene que ver con la documentación de la Asociación Civil”.
“Pudimos abrir gracias a la colaboración de la comunidad, hicimos una venta de rifas recibimos donaciones de pintura, vinieron a pintar los scouts de Frontera, hicieron arreglos, la municipalidad de San Francisco nos donó colchones y entre todos, de a poco, pudimos volver a poner en funcionamiento el lugar. El Consejo de la Mujer nos donó frazadas tejidas en el Superdomo y ahora necesitamos sábanas de una plaza, especialmente las de abajo”, afirmaron.
En tanto Angélica Cabrera remarcó: “Creemos que la Divina Providencia y el espíritu de Daniel están siempre presentes, porque a veces no sabemos cómo vamos a conseguir las cosas y de repente aparecen y podemos lograrlo”.
La satisfacción de poder ayudar
La gente que llega al refugio está preocupada por la salud de su familiar, la mayoría de las veces con problemas económicos y están solos, en la casa encuentran el calor de hogar que los cobija en ese momento difícil y la escucha de los voluntarios que les permite desahogarse.
Para Juan Oyola, voluntario desde el primer momento “poder acompañar a estas personas lo ayuda a estar bien. A veces escucho los problemas que tienen y puedo ver ayudarlos y eso es muy importante porque me ubica”.
Virginia Allocco siente lo mismo y destaca el agradecimiento de quienes se hospedan. “Son muy agradecidos, todavía hay personas que me escriben, me mandan saludos para los voluntarios y me agradecen por haber estado en esos momentos malos que pasaron”.
“Compartimos con ellos, no solo el espacio para alojarse, sino también la cena, el desayuno y compartimos también su dolor, tratando de aliviarlo”, remarcó.
Puede interesarte
Historia
Quienes llegan al refugio son derivados por las trabajadoras sociales del Hospital que luego de un relevamiento socio económico informan a los voluntarios sobre la necesidad de alojamiento y alimentación durante el tiempo que dure la internación del familiar.
La historia del refugio se remonta a muchos años atrás donde la persona que le dio su nombre, Daniel Mari, comenzó a transitar una cruel enfermedad de la que no se pudo recuperar y finalmente falleció en 2008.
Durante el transcurso de las prolongadas internaciones por las que tuvo que transcurrir, Daniel Mari había observado la necesidad de muchos familiares de pacientes con escasos recursos por contar con un lugar digno donde pasar la noche.
Ese deseo fue transmitido por el propio Mari a su grupo de amigos más cercanos quienes desde el mismo momento en que se produjo su fallecimiento supieron qué tenían que hacer.
Para ello, estos 16 amigos "de fierro", como Daniel Mari solía definirlos, comenzaron a realizar campañas para reunir fondos y elementos con los cuales brindar ayuda. Fue así que en una de las convocatorias realizadas a través de las páginas de LA VOZ DE SAN JUSTO, una vecina de nuestra ciudad, Otilia de Cerino, se hizo eco de este pedido y donó la propiedad donde se encuentra el refugio, en calle Padre Gervasi 366.
En enero de 2013 comenzaron a trabajar y dos meses más tarde, el 16 de marzo -fecha en la que se celebraba el cumpleaños de Daniel Mari- se dio paso a la inauguración formal de este espacio de contención que tiene capacidad para albergar a 14 personas.
El refugio cuenta con un pabellón de mujeres con ocho camas y un pabellón de hombres con seis camas, ambos con baño propio. También con un comedor equipado con muebles y electrodomésticos, todo producto de donaciones.
Los diferentes ambientes del inmueble llevan los nombres de personas que colaboraron para la obra. El comedor se llama Néstor Marengo, quien donó dinero para refacciones; el pabellón de mujeres, Otilia de Cerino, quien donó el inmueble, y el pabellón de hombres, Adelmo Cerino, esposo de Otilia.
Se puede colaborar comunicándose a través de Facebook: Refugio Daniel Mari o al teléfono 3564-613558 o 3564-221680.