Entrevista
El privilegio de trabajar en un museo: la experiencia de José en el AGM
“La gente debe visitar los museos porque son espacios únicos que reflejan la historia de todos”, afirmó José Orellano Petracco, integrante del Archivo Gráfico y Museo Histórico.
¿Alguna vez te preguntaste cómo es trabajar en un museo? José Orellano Petracco, de 44 años, comparte su experiencia tras más de dos décadas en el Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región (AGM). Desde abril de 2003, ha sido testigo de la evolución de esta institución, que comenzó en un pequeño local alquilado hasta ocupar un edificio propio en avenida de la Universidad.
La historia del AGM se remonta a 1996, cuando Arturo Bienedell, periodista y ciudadano ilustre de San Francisco, fundó la institución. “Arturo es mi maestro”, dice José, quien ha aprendido mucho de él. Inicialmente, el museo no era más que un lugar para almacenar documentación, libros y fotografías. Sin embargo, a medida que la colección creció gracias a donaciones, se estableció como un espacio cultural viviente con secciones como archivo gráfico, hemeroteca, biblioteca, área paleontológica, entre otras.
Trabajar allí requiere de una verdadera vocación. José convive a diario con la belleza en el cuidado del patrimonio histórico. “Trabajar en un museo te permite ser versátil: nunca sabes a quién tienes delante”, afirmó Orellano en entrevista con Posta / LA VOZ DE SAN JUSTO. El museo, según él, es un proyecto colectivo y dinámico que depende de la participación del público y también del apoyo gubernamental. “Nos sentimos acompañados en este sentido”, añadió, destacando la importancia del compromiso de las autoridades para destinar fondos a la cultura.
José es parte de un equipo que se encarga de conservar obras y piezas con siglos de historia. “El trabajo de cuidado que no se ve es fundamental para que este espacio funcione”, señaló. Orellano enfatizó que “reinventarse es el gran desafío de los museos”, especialmente para atraer a un público más joven y para que un paseo cultural pueda ser entretenido para los niños.
La rutina de Orellano incluye coordinar visitas escolares y gestionar la agenda diaria. “Yo soy el nexo entre las escuelas y el AGM”, explicó. Además participa de la organizació y planificación de otras actividades. “Constantemente aprendo de mis compañeros, como Arturo y Beatriz (Casalis), María Teresa (Milani) y Alberto (Orellano)”, confesó.
Sin embargo, no es una tarea sencilla. “Otros desafíos son llegar a fin de mes y mantener la actividad durante el verano, cuando disminuyen las visitas”, aclaró José. “Para sumar nuevos públicos, hay que buscar estrategias adecuadas”, añadió, mencionando los recorridos por la ciudad que han implementado para atraer más visitantes.
La divulgación juega un papel clave. “Nuestros principales aliados son los docentes y los estudiantes. Ellos transmiten el interés a sus familias”, aseguró Orellano. “Todo lo que está en el AGM nos pertenece a todos los ciudadanos de San Francisco. Invitamos a la comunidad a acercarse”, instó con convicción.
Aprendizaje y satisfacción
José comparte que lo mejor de su trabajo es el aprendizaje constante. “Voy conociendo a gente interesante y colaborando con otros museos”, contó. En un mundo lleno de pantallas, destaca la importancia de la interactividad en las visitas. “Siempre buscamos un ida y vuelta con el alumno o visitante”, explica, “la idea es involucrarlos”.
Al reflexionar sobre el futuro del AGM, Orellano se muestra optimista. “Me imagino un lugar en crecimiento, con más salas y un compromiso constante de la comunidad”, dijo. “Las mudanzas han sido momentos significativos para nuestro desarrollo”, recordó, refiriéndose a la última, que fue un gran desafío. “Fue gratificante traer el sclerocalyptus (resto fósil) a nuestro nuevo hogar, haciendo un paseo por toda la ciudad”, rememoró la anécdota entre risas.
“En los últimos años ha habido una mayor apertura hacia la cultura y una popularidad creciente”, sostuvo en base a su experiencia en el AGM. “No es una visita tradicional; aquí se puede preguntar y participar. Nuestras visitas siempre son interactivas”.
Los proyectos a corto plazo incluyen la digitalización de archivos y la implementación de códigos QR durante las visitas, tarea que están llevando adelante con la colaboración de estudiantes de la Escuela ProA.
“La gente debe visitar los museos porque son espacios únicos que reflejan la historia de todos”, considera Orellano. “En el AGM, recorrerlo es como un viaje hacia la infancia; siempre recordarás algo de tu vida pasada, la casa de la abuela; sentirás nostalgia o vas a decir ‘en mi casa teníamos uno…’ al ver algún objeto”, concluyó.
El compromiso de José Orellano Petracco y todo el equipo del AGM es un testimonio de la pasión que se necesita para trabajar en el mundo de la cultura. A pesar de los desafíos, su dedicación y amor por la historia local aseguran que el museo siga siendo un faro de conocimiento y comunidad en San Francisco.