En el cementerio local
El monumento que evoca un doloroso naufragio
Se cumplen 75 años del hundimiento del buque ARA Fournier en el estrecho de Magallanes. Ese dramático suceso dio origen a uno de los primeros monolitos evocativos en el cementerio municipal. Rinde homenaje a los dos marinos sanfrancisqueños que fallecieron en las frías aguas del sur
Una serie de monolitos y monumentos reciben al visitante del cementerio municipal apenas se traspasa el pórtico de entrada. Entre ellos, el que recuerda a las víctimas sanfrancisqueñas de uno de los hechos navales más traumáticos de la historia argentina: el naufragio del ARA Fournier, ocurrido el 12 de septiembre de 1949, hace 75 años.
Entre las 77 víctimas fatales del hundimiento se encontraban Henry Milton Silva y Sixto Capdevila, dos jóvenes de nuestra ciudad que cumplían con sus obligaciones militares y habían sido destinados a esa nave relativamente pequeña pero robusta, utilizada principalmente para tareas de apoyo y patrullaje.
Es considerado el primer monumento evocativo que se construyó en cementerio de San Francisco. Fue obra del recordado artista Miguel Pablo Borgarello y allí pueden observarse las fotografías de los dos marinos sanfrancisqueños fallecidos en el naufragio, así como varias placas conmemorativas.
Se inauguró poco más de un mes después de la tragedia fueguina: el 31 de octubre de 1949. Esa mañana, la sirena de la fábrica Tampieri sonó estridente para anunciar el cierre de los comercios. Minutos después, numerosos vecinos se congregaron en el ingreso a la necrópolis para participar del acto. Allí ya se encontraban formados los soldados del Distrito Militar N° 42 y una delegación de oficiales de la Armada Argentina.
El padre Carlos Borello bendijo el monumento. También hablaron en la ocasión el presidente de la Asociación de Reservistas “General José María Paz”, Dr. Emilio Fantín, el comisionado municipal Juan María Baggio Ferrazzi y el jefe del Distrito Militar, Tito Luciani.
El hundimiento
Construido en 1938, y bautizado en honor de César Fournier, un corsario italiano, que había tomado parte de la guerra contra el Brasil del lado argentino, pero terminó desapareciendo en alta mar, el buque tenía un desplazamiento de 650 toneladas y era parte de la flotilla naval argentina encargada de operaciones en la región patagónica y la Antártida. Estaba diseñado para navegar en condiciones climáticas extremas, pero el Estrecho de Magallanes es notoriamente traicionero, con fuertes corrientes, vientos impredecibles y aguas heladas.
El 12 de septiembre de 1949, el Fournier zarpó desde Río Gallegos, al norte del estrecho, con destino a la base naval de Ushuaia, en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Esa misma jornada, el clima comenzó a empeorar dramáticamente. Fuertes vientos y una tormenta complicaron la navegación. El último contacto radial con el Fournier fue a las 10:35 AM del 12 de septiembre. A partir de ese momento, se perdió todo rastro del buque. Se cree que la embarcación fue víctima de un fenómeno conocido como "mar cruzada", donde las olas provienen de diferentes direcciones, lo que probablemente desestabilizó al buque y lo llevó a su hundimiento.
Al no recibir más comunicaciones, la Armada Argentina inició una búsqueda desesperada. Durante varios días, barcos y aviones argentinos y chilenos recorrieron las traicioneras aguas del Estrecho de Magallanes. Sin embargo, la búsqueda se dificultó debido a las condiciones climáticas adversas y la falta de pistas concretas sobre la ubicación exacta del naufragio.
Finalmente, días después, restos del barco argentino comenzaron a aparecer en la Bahía Ladrillero, en la costa chilena. A pesar del extenso operativo de búsqueda, no hubo sobrevivientes. El naufragio dejó un saldo trágico de todos los tripulantes muertos.
La tragedia del Fournier marcó profundamente a la Armada Argentina. En honor a los marinos caídos, se erigieron monumentos en varias ciudades del país. Uno de ellos es el que “recibe” a quienes apenas ingresan al cementerio de nuestra ciudad.