El milagro del santo Zatti al cura de Colonia Vignaud
Carlos Bosio es sacerdote de la orden salesiana y durante su juventud sufrió una enfermedad por la cual no le daban esperanzas de vida. Encomendaron su salud a Artémides Zatti y milagrosamente se recuperó. Es uno de los hechos por los que Zatti fue consagrado como Beato por el Papa Juan Pablo II y canonizado este domingo, por Francisco.
Nacido y criado en Colonia Vignaud, el padre Carlos Bosio- director de la Casa Salesiana de este pueblo de San Justo- tiene un fuerte testimonio de sanidad vinculado a Artémides Zatti, el primer santo argentino no religioso, declarado como tal, este domingo con una ceremonia encabezada por el Sumo Pontífice en el Vaticano.
En 1980, cuando Bosio tenía 24 años, sufrió un grave cuadro clínico: tuvo peritonitis, gangrena gaseosa, septicemia e infección pulmonar al mismo tiempo. A raíz de ello, debió someterse a cinco cirugías en 45 días, tiempo en el cual permaneció internado en el Hospital Muñiz de Parque Patricios.
Un grupo de salesianos encomendó su salud a Artémides Zatti y milagrosamente Bosio se recuperó.
Más de cinco médicos revisaron su larga historia clínica y todos coincidieron en que no había explicación científica. Fue así como años después se llevó adelante la beatificación por Juan Pablo II y este domingo la declaración de santo por otros milagros que se le atribuyen.
Según contó Bosio en diferentes entrevistas realizadas por medios de nuestra región, "mi problema de salud comenzó cuando tenía 24 años y fue durante un campamento de integración en Buenos Aires, junto a un grupo de seminaristas que encarábamos la última etapa de teología para ordenarnos como curas".
"Me llevaron al hospital con un cuadro de apendicitis, de ahí me trasladaron a Bahía Blanca y se convirtió en una peritonitis que comenzó a complicarse por lo que deciden operarme. A los tres días entré en un estado febril muy intenso y deciden intervenirme otra vez y se encuentran que generó una gangrena gaseosa", continuó su relato.
"Pasaron varios días, la situación era delicada por lo que llamaron a mi familia. Pasé 15 días en terapia intensiva, pero el proceso infeccioso era muy fuerte por lo que me recomiendan ir al hospital de Muñiz en Buenos Aires que siempre se especializó en enfermedades infecciosas y el primero del país que contaba con una cámara hiperbárica (tubo de vidrio donde te inyectan oxígeno puro a presión con propiedades para frenar la infección). Allí estuve casi dos meses internado, porque después la infección de fue a los pulmones".
"La fiebre no calmaba, no tenía apetito y descubren que el cuadro se había convertido en septicemia (grado de infección de todo el organismo), algo difícil de controlar y que se complicaba más por mi estado físico", comentó Bosio.
Según indicó el director de la casa salesiana en Colonia Vignaud, "tenía grado de inmunidad ´cero´, por lo que estadísticamente hablaban de un cuadro mortal".
Fue allí cuando sus familiares elevaron plegarias a Zatti y Bossio se curó "de un día para el otro",
"Les dijeron a mis familiares que prevean el traslado porque probablemente no pasaría la noche. Pero a las 6 de la mañana se despierta, pregunta qué hacían ahí. "Vinieron las enfermeras, no tenía fiebre, al rato pedí de comer. El médico cuando llegó a las 11 no lo podía creer, porque ya estaba consciente, sin fiebre, bien", recordó Carlos.
"El médico, jefe de sala, un especialista de fama mundial, el Doctor Hugo Zabalza, fue quien me bautizó como ´el muerto que parla´", dijo.
A partir de allí, Bosio asegura que la evolución fue muy rápida al punto tal que en mayo de ese año regresa a Vignaud y participa de la tradicional peregrinación a María Auxiliadora.
Una curación que la medicina no puede explicar
Consultado sobre como empieza el proceso de beatificar a Don Zatti, Bosio cuenta que "Se da la casualidad que cuando empiezo a estudiar teología en Buenos Aires, los dos salesianos que eran formadores míos eran del sur y habían conocido a Don Zatti por eso empiezan los trámites para declararlo en el Vaticano, primero Beato y después Santo".
En este sentido contó que "se fundamentó el pedido con la documentación que surge a raíz de las historias clínicas que me hicieron en ambos hospitales donde los médicos sostenían que era una enfermedad mortal y que mi sanidad no tenía explicación médica".
"El médico, jefe de sala, un especialista de fama mundial, el Doctor Hugo Zabalza, fue quien me bautizó como ´el muerto que parla´",
Bosio explica cuál fue la respuesta de los expertos cuando su curación fue puesta bajo la lupa de la ciencia. "Toda la historia clínica fue entregada a cinco médicos de la especialidad relacionada con mi caso, enfermedades infecciosas. Son cinco profesionales que sin conocerse entre sí estudian el caso y dan su opinión. No es que digan que ocurrió un milagro. Ellos concluyen, por ejemplo, que, estudiado el caso, considerando las medicinas que se suministraron, clínicamente tendría que estar muerto. Los cinco votan. En el caso mío, fue unánime: todos dijeron que no hay explicación médica, teniendo en cuenta la medicina de ese tiempo, los antibióticos disponibles.
"El enfermero de los pobres"
Artémides Zatti se convirtió en el tercer santo argentino, y el primero "no religioso".
El beato ítalo-argentino fue hijo de una familia que del norte de Italia emigró a la Argentina y se radicó en la ciudad de Viedma. Con apenas 20 años, su fuerte vocación lo motivó a ingresar en la familia salesiana. Una grave congestión pulmonar ocasionada por la tuberculosis que contrajo cuidando a un sacerdote le impidió participar de la ceremonia de graduación y recibir el hábito sacerdotal. Trasladado, por esa circunstancia al hospital de Viedma Artémides aceptó su enfermedad y se puso en manos de la Virgen María Auxiliadora. El capellán del establecimiento y su superior le dijo: "Si Ella te cura, te invito a que te dediques durante toda tu vida a estos enfermos".
Artémides creyó en el auxilio de María, prometió dedicarse a los enfermos, se curó y cumplió con su promesa aceptando renunciar al sacerdocio. Se consagró a los enfermos, al mantenimiento y administración del Hospital.
Se hizo enfermero en Viedma y allá por 1905 dirigía el único hospital de toda la zona sur. Venían los mapuches con tuberculosis, muchos de ellos iban a morir. Zatti estuvo 40 años a cargo de ese nosocomio, que era obra de los salesianos. El Estado en esa época aún no tenía centros de salud en la región.
El llamado "enfermero de los pobres" viajaba a bordo de su bicicleta a los lugares más alejados de Viedma y Carmen de Patagones para curar a los enfermos casa por casa.
Se ha dicho que "la mejor medicina que suministraba era él mismo con su actitud, las bromas, la alegría, el cariño. No solo quería administrar medicamentos, sino ayudar a los pacientes a ver en su situación un signo de la voluntad de Dios".
Zatti falleció el 15 de marzo de 1951. El 14 de abril del 2002, el papa Juan Pablo II lo proclamó como beato de la Iglesia Católica y fue canonizado luego de que se reconociera el milagro logrado a través de su intercesión en la curación de un hombre que sanó de un "ictus isquémico cerebeloso derecho, complicado con lesión hemorrágica voluminosa", en agosto de 2016 en Lipa, Filipinas.
De esta manera Zatti se convirtió en el tercer santo argentino. El primero fue Héctor Baldiviezo, quien desempeñó su sacerdocio en la ciudad de Buenos Aires, y el segundo José Gabriel Brochero, quien lo hizo en la provincia de Córdoba.