Historias
El Mercado, asamblea pública donde deliberaban bohemios de San Francisco
Pedro Rodríguez, futbolista, director técnico y cronista de su tiempo, que firmaba “Piendibene”, nos ilustra sobre personajes de los años ´30 y ´40.
Por Arturo Bienedell | LVSJ
Hoy me limitaré a rescatar un fragmento de un interesante relato que Pedro Rodríguez, “Piendibene”, publicó en un suelto en agosto de 1955 y tituló “Reminiscencias del viejo San Francisco. El edificio del Mercado Municipal. Sus grandes figuras y personajes populares”, en el que refirió a amigos de sus años juveniles.
Luego de mencionar con nombres y apodos a más de un centenar de habitués del Mercado de los que dice que “gustaron del ambiente nocturno, bullanguero, trasnochador de la década de los ´30 para finiquitar a las 5 o 6 de la madrugada”, con nostalgia recordó esa bohemia lugareña.
Transcribo: “Mucho de la vida general de San Francisco de aquellos antiguos tiempos se forjó en el viejo Mercado y todo lo relacionado a las contiendas políticas por el gobierno municipal se desarrollaron en el círculo y ambiente de éste. Bares, puestos, despensas, parrillas, peluquerías, etc., etc. eran los lugares populares donde se discutía siempre de Tiro y Gimnasia y Sportivo Belgrano, los clásicos rivales del fútbol local y el otro tema importante y fundamental: Trigueros sí; Trigueros no. Después sobre el fascismo, el Duce, comunismo y todos esos grandes movimientos de opinión trabajadora popular, como el de la República Española, tuvieron en el viejo Mercado sus interminables controversias, acaloradas discusiones, terribles y fanáticas polémicas.
El Mercado era la opinión y el eco del pueblo transformado en asamblea pública, para deliberar sobre sentimientos, ideas, pareceres, simpatías y los eternos malignos intereses creados.
Bien lo dijo alguien: No piensa libremente quien quiere, sino quien puede.
En aquellos años la gente del Mercado supo dar lecciones magistrales de ciudadanía digna y libre, desinteresada, idealista, sentimental y muchos lo perdieron todo antes de claudicar ante el prepotente reaccionario y calculador. Por esos gestos y sacrificios, muchas buenas causas han sido posibles, una de ellas el edificio del Mercado Municipal.
Pasan los años, tenemos imprescindibles deberes morales que cumplir, siendo uno de ellos, fundamental, como es el recordar con gratitud a los hombres y sus obras realizadas en aquellos años de pueblo chico, modestos presupuestos, pasiones, calles de tierra, los bulevares con paraísos y sin verjas el Ferrocarril Central Córdoba y el gobierno municipal instalado en la esquina de 9 de Julio y Avellaneda, de propiedad del pueblo de San Francisco.
Eran otros tiempos y también otros los hombres; entonces debemos cumplir con honradez y justicia con aquellos que lucharon y todo lo hicieron por un San Francisco mejor”.
Rescatando el nombre de Pedro Rodríguez “Piendibene”, cumplimos en parte con su deseo, evocamos su escrito y con él traemos al presente el recuerdo de vecinos que tuvieron discrepancias y acuerdos, enojos y manos tendidas, todo para dejar -según sus criterios- algo bueno para la comunidad.