Análisis
El mensaje de las canchitas de básquet
Las canchitas de básquet 3X3 diseminadas por el ejido urbano de San Francisco sirven como ejemplo de que la ciudad es una construcción de todos sus habitantes.
“Si hay gente, hacemos un torneíto. La otra vez, con algunos compañeros del colegio armamos uno de 3 contra 3”, recordó. La cancha solo requiere “de una barrida de vez en cuando” y se puede disfrutar a cualquier hora del día. Las palabras entrecomilladas pertenecen al niño que, mediante una carta, pidió la construcción de una canchita de básquet en su barrio.
Aquella solicitud tuvo repercusión nacional. Pero mucho más en el ámbito local. Porque se transformó en una estrategia del gobierno municipal destinada a dar utilidad social a diversos espacios urbanos vacíos. La erección de los playones para practicar básquetbol se extendió por varios barrios y ya son cinco los sitios en los que los aros aguardan la llegada de los jugadores.
El sueño de Mateo Bianchotti Cattaneo de tener un espacio en su barrio José Hernández donde jugar al básquetbol con amigos no solo se hizo realidad, sino que sentó las bases de una política pública. Porque ya son seis las plataformas construidas en la ciudad. Los barrios Independencia, Sarmiento, Jardín y El Prado tienen la suya, así como el paseo del Ferrocarril Mitre. Y ya se proyectan otras en barrio Maipú.
Niños y jóvenes, especialmente, se congregan en estos lugares para socializar y hacer deporte a pocos metros de sus hogares. Reeditan de este modo aquellas costumbres que parecían perdidas: la de la “barra” que jugaba en el barrio, que fortalecía la amistad y que todavía hoy despierta nostalgia en quienes vivieron ese tiempo de encuentro, de fraternidad y de juegos. Una costumbre que parecía haberse perdido frente a las urgencias y vertiginosidad de la vida actual, amenazada también por la inseguridad creciente.
En enero pasado, en esta columna editorial, se afirmó que “más allá de cualquier especulación vinculada con el marketing político –que se transforma en inevitable en todos estos casos- una simple petición de un niño terminó generando una movida social y deportiva en una ciudad en la que no es frecuente que las ideas de cualquier vecino “suban” hasta los centros vecinales y municipio”. Más aún, vivimos en una ciudad que tiene en el Concejo Deliberante una “banca del vecino” que rara vez es utilizada para plantear problemáticas referidas en especial a las necesidades barriales.
Por ello, las canchitas de básquet diseminadas por el ejido urbano sanfrancisqueño sirven como ejemplo de que la ciudad es una construcción de todos sus habitantes. Y que las inquietudes ciudadanas pueden concretarse en obras que satisfagan necesidades. Esto es lo que ha ocurrido luego de que una simple, pero vigorosa, pretensión de un niño fuese escuchada y permitiese rescatar el juego barrial, la vida de la “barra” de amigos y los beneficios del encuentro lúdico a través del deporte que educa y enaltece la condición humana.