Análisis
El Gobierno tiene su ley: ¿la base está?
Las idas y venidas, los enfrentamientos y las dilaciones que caracterizaron el tratamiento de la Ley Bases reflejan el contexto problemático y dividido que marcó la vida política argentina durante varias décadas.
Luego de medio año de tormentas parlamentarias, el gobierno nacional consiguió la aprobación de las dos primeras leyes de su gestión: la denominada Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los argentinos y el paquete fiscal que incluye reformas a impuestos sensibles como ganancias y bienes personales.
En verdad, el trámite legislativo fue arduo y demasiado agitado. Quizás no se podía esperar otra cosa con el panorama político que se abrió tras las elecciones presidenciales del pasado diciembre. A los mandobles y contradicciones de las principales voces del gobierno, encabezadas por el propio presidente de la Nación, se suman las posturas irreductibles de opositores que dejaron un país desquiciado, siguen sin comprender el mensaje de las urnas y pretenden hacer realidad aquello de que “cuanto peor, mejor”.
Por fortuna, todavía existe racionalidad en algún sector de la dirigencia política nacional. Esto fue lo que permitió la aprobación de las leyes y, por ende, la posibilidad de abrir una nueva etapa en la que pueda transitarse el camino hacia la recuperación y el cumplimiento de las expectativas comunitarias.
En este contexto, el gobierno nacional ya no podrá seguir argumentando, casi exclusivamente, que la "casta" le impide tener los recursos necesarios para implementar sus planes de gestión. La mayor responsabilidad recae en quienes hoy están en el poder. Es momento de tomar las riendas y dirigirlas hacia objetivos concretos para mejorar la realidad social y económica de Argentina. Se reconoce el gran esfuerzo realizado en estos meses para ordenar las cuentas fiscales. El doloroso ajuste era inevitable. Pero ahora, con la vigencia de las leyes conocidas como las Bases, las demandas aumentarán y será necesario demostrar capacidad de gestión e innovación para enfrentar los próximos desafíos.
Por otro lado, una gran parte de la oposición tiene la misión histórica de trabajar para alcanzar consensos que permitan recrear la esperanza y devolver al país a un camino de racionalidad y crecimiento. Sin embargo, sería ingenuo no reconocer que muchos dirigentes de la oposición no comprenderán la gravedad del momento y seguirán sembrando discordia y poniendo obstáculos. Mantendrán las mismas conductas de siempre, en las que se declaman y exigen equilibrio y responsabilidad institucional, pero rara vez se practican.
Es posible que se abra una nueva etapa tras la aprobación de las primeras leyes promovidas por el actual gobierno nacional. Se espera que el nuevo tiempo albergue soluciones para los profundos problemas del país. No obstante, las idas y venidas, los enfrentamientos y las dilaciones que caracterizaron el proceso legislativo de estas normas reflejan el contexto problemático y dividido que ha marcado la vida política argentina durante varias décadas. Las dudas no se han disipado y, por eso, quizás resulta oportuno el interrogante futbolero del título.