El faro del agro regional
En un tiempo caracterizado por la división y el enfrentamiento, la historia de la Sociedad Rural de San Francisco emerge como bastión de la comunión de esfuerzos en pos de elevar la riqueza de la ciudad y la región.
"Cuando se considera el proceso civilizador que la humanidad cumple en respuesta a la condición del hombre, surge como elemento protagónico el papel que en todos los lugares del mundo ha llenado y sigue llenando el productor agropecuario, el colono. El colono entendido en su accionar como orientación inequívoca y permanente hacia la explotación del suelo, para obtener los frutos que solamente la tierra puede ofrecer a quienes comprenden la misteriosa fuerza de su seno y siguen las reglas que la experiencia y el estudio plantean, para mejor disfrutar de ese servicio que la Creación nos brinda".
El párrafo anterior fue publicado en esta columna allá por los primeros años de la década de los años 80. Su autor, Juan Carlos Brook, resumió en ese texto el profundo significado del aporte del productor agropecuario, indoblegable obrero de la tierra, a la vida de San Francisco y de las demás comunidades del departamento San Justo. Fue ese colono, como antes se lo llamaba, encontró, hace un siglo, la posibilidad de reunir fuerzas, aunar esfuerzos y defender sus intereses a través de una institución que nació el 29 de agosto de 1920. Desde entonces, el productor y la Sociedad Rural de San Francisco han mantenido una simbiosis que permitió grandes logros y también enalteció al sector agropecuario, ámbito vital de la economía lugareña.
A un siglo de aquel gesto valeroso de la fundación, la Sociedad Rural de San Francisco continúa haciendo honor al mandato inicial: "Velar por los intereses de la campaña, propender al mejoramiento y estudiar los medios prácticos para el adelanto de la ganadería, propagar los conocimientos agrícolas, investigar las clases de semillas y plantas alimenticias que puedan introducirse y aclimatarse con ventaja, gestionar ante los poderes públicos todas aquellas medidas que tiendan a beneficiar a los intereses de los habitantes de la campaña y celebrar periódicamente ferias rurales, exposiciones de ganado y de todo género de productos agrícolas e industriales".
Apenas había transcurrido poco más de una década del nacimiento de la institución cuando, mientras la ciudad conmemoraba con fervor religioso la fiesta del santo patrono de Asís, el 4 de octubre de 1931, se inauguraba la primera exposición, inaugurándose así una nueva etapa que, con el tiempo, permitió que la Sociedad Rural se fuese convirtiendo en la entidad más representativa del campo de la región y un faro que ilumina desde hace décadas la actividad del productor agropecuario.
No puede ser de otro modo. En un tiempo caracterizado por la división y el enfrentamiento, la historia de la Sociedad Rural emerge como bastión de la comunión de esfuerzos en pos de elevar la riqueza de la ciudad y la región, sin ingresar en opciones partidistas sino mostrando que el agro mantiene su fuerte apuesta al crecimiento y al desarrollo. Porque es desde el campo donde parten transformaciones profundas nacidas del patriotismo y la responsabilidad del productor. Porque con su trabajo, al decir del recordado Juan Carlos Brook, consigue "dibujar sobre el mapa regional la fisonomía tan particular y tan valiosa de sus campos en permanente producción. De sus campos ofreciendo al mundo el pan obtenido".
Por ser el ámbito en el que se congregan los afanes de nuestros productores, la Sociedad Rural se erige en un hito enhiesto y sólido, sustentado en la férrea y empecinada voluntad del hombre de campo y su cultura del trabajo. Porque la Rural de San Francisco se identifica con la enorme obra del productor. Y se proyecta al futuro sustentada en su brillante labor centenaria.