Historia de vida
El “baricumple” de Eugenia: “Mi bienestar es una batalla diaria con la comida”
Esta sanfrancisqueña celebra su transformación tras la cirugía de obesidad. Logró bajar 60 kilos en un año y medio. El cambio “elevó mi autoestima y mi gusto por la vida –confesó-. Miro hacia atrás con el orgullo que solo un luchador puede sentir después de tanta pelea”.
Por Stefanía Musso | LVSJ
Muchas son las personas que, en su vida, por salud o bien por una cuestión estética, deciden comenzar el proceso de transformación hasta llegar a la cirugía por sobrepeso.
Este es el caso de Eugenia Rodríguez, una vecina de nuestra ciudad que hace unos días celebró su “baricumple”, como ella llama al aniversario del día en que se sometió a una cirugía bariátrica que supuso un cambio de 180 grados, un antes y un después, que le devolvió calidad de vida.
Hoy, con muchos kilos menos, Eugenia lucha día a día por mantenerse saludable y cambió su vínculo con la comida hasta el punto que ésta se convirtió en su fuente de trabajo, ya que hoy se dedica a vender viandas saludables.
“El deseo de ser mamá fue lo que me llevó a tomar la decisión de hacerme la cirugía bariátrica, ya que junto a quien hoy es mi expareja quisimos ser padres, pero no nos fue fácil debido al sobrepeso que yo tenía. Mis médicos me aconsejaban que perdiera la mayor cantidad de peso posible”, recordó Eugenia.
“Así fue que después de sufridas dietas, ejercicios agotadores y uno tras otros intentos de perder peso, hice las averiguaciones correspondientes para la cirugía bariátrica y luego de dos intentos y un año y medio de espera, la operación fue posible. Fue una cirugía sin mayores riesgos ni mucho dolor”, contó.
La lucha contra la obesidad
Eugenia lucha contra la obesidad desde pequeña. “Desde los dos años sufro obesidad. La timidez no me permitía disfrutar la vida como lo haría una niña delgada y feliz. Mi abuela me ‘curaba' las heridas del bullying con comidas, algo que también influyó en mis gustos por la gastronomía”, expresó.
En su adolescencia Eugenia pesaba 80 kilos. “No había ropa de moda con mi talla y me vestía con ropa de hombre, no salía a bailes ni juntadas con amigos”, dijo.
Con esa realidad, “mi adolescencia fue una continuidad de dietas, ejercicios y trampas en las comidas, acompañados por culpas por no obtener los resultados anhelados”.
El miedo al rechazo hacía que viera cada posibilidad amorosa como un imposible, pero en Córdoba, y con 23 años, conocí a mi exesposo. Me casé y el matrimonio agregó a mi cuerpo otros 36 kilos”, recordó. Eugenia llegó a pesar más de 100 kilos.
Aprender a vivir con “mi nuevo yo”
Después de la cirugía, el proceso posoperatorio y la relación con la comida significaron un cambio total en la vida de Eugenia. “Tuve que aprender a comer de forma diferente, pasé de la dieta líquida (con caldos y sopas) a papillas, y después agregar alimentos sólidos. Con el paso del tiempo, llegué a bajar 60 kilos en un año y medio”.
“Lo primero que noté fue el cambio de la temperatura corporal, pasaba frío, no reconocía mi imagen en el espejo y no tenía ropa adecuada. La mirada de las personas, en especial los hombres, me incomodaba. Pero con el tiempo me fui adaptando a mi nuevo yo”.
El cambio físico le dio a Eugenia el impulso que buscó durante mucho tiempo. “Tenía ganas de iniciar nuevos proyectos sociales, como salir, hacer actividad física, comprar ropa y hacer nuevos amigos. Mi cambio estético elevó mi autoestima y mi gusto por la vida”.
“Me vi radiante, llena de esperanza por modificar lo que durante tantos años había impedido mi disfrute, quería vivir, quería ser feliz. Pero la vida suele no adecuarse a lo que uno planea. Me divorcié y mi vida tuvo que modificarse una vez más”.
“Los malestares emocionales me llevaron a los viejos hábitos. Y ahora, 8 años después de mi manga gástrica, miro hacia atrás con el orgullo que solo un luchador puede sentir después de tanta pelea”.
Un día a la vez
Para la protagonista de esta historia, “mi bienestar es una batalla diaria, donde enfrento a cada comida como una elección entre lo saludable y no saludable; donde la estética queda de lado y es reemplazada por la salud, física y mental, y lo espiritual le gana al espejo y las falsas aprobaciones ajenas; donde el amor propio es la única arma que me protegerá de mí misma”.
“Hoy miro hacia atrás y entiendo que el valor que tuve para operarme es mínimo en frente a mi lucha de todos los días. Por ello, festejo mi ‘baricumple’, mi cumpleaños número 8 en esta nueva etapa llena de amor, batallas y esperanza”.
Un mensaje
Eugenia reflexionó sobre la operación y dejó un mensaje para quienes buscan este camino como una alternativa en su vida: “Para todos los que valientemente deciden cambiar su vida, les digo que tengan ánimo y valor para esta nueva etapa, que no bajen los brazos, que sigan las indicaciones de sus médicos y si caen en la desesperanza, que no se rindan, porque la gloria es seguir luchando todos los días”.
“A mis 44 años sé que la obesidad es una enfermedad que se pelea a diario y soy una atrevida que se da el lujo de ser feliz en esta historia solamente mía”, concluyó.