Sociedad
Educación en casa: la desafiante decisión de una familia sanfrancisqueña
Cada vez más padres buscan formas de personalizar la educación de sus hijos. El homeschooling abre un debate sobre las ventajas y desventajas del sistema tradicional frente a otros más centrados en los chicos. La familia Cabrera Galliano cuenta cómo cambió sus vidas.
Por Isabel Fernández | LVSJ
La familia Cabrera Galliano de nuestra ciudad decidió dar un giro radical en su vida, y optar por la educación en casa de sus hijos, un camino que les permitió abordar el aprendizaje de una manera más libre y personalizada. Esta es la historia de María Eugenia Galliano y Pablo Cabrera, quienes, junto a Maitena (14) y Ulises (12) abrazaron el homeschooling como una forma de vida.
Aunque en el mundo esta alternativa educativa es muy frecuente, en la Argentina y en San Francisco es un desafío –ya que la falta de un marco legal claro genera incertidumbre- y refleja el creciente interés de las familias por personalizar la educación de sus hijos. El de los Cabrera Galliano es un ejemplo más entre muchos que decidieron tomar las riendas del aprendizaje familiar, creando un ambiente donde cada día es una oportunidad para descubrir algo nuevo.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, María Eugenia aseguró que la decisión fue consensuada en familia. “Veníamos cuestionando el sistema, había muchas cosas que molestaban y no veíamos cambios, no nos podíamos quedar con algo que no nos gustaba. Entonces el año pasado, cuando Ulises terminó la primaria y Maitena el segundo año de secundaria, juntos tomamos la decisión de que iban a continuar educándose en casa, sin asistir a la escuela”, dijo.
Destacó que los cambios “son muy buenos y notorios. Este sistema tiene muchas ventajas, los chicos aprenden a conciencia. En el homeschooling confían que la familia es quien califica al niño, entonces como padres somos responsables y con asistencia de profesores podemos cumplir los objetivos y asegurarnos que internalizaron los contenidos”.
Agregó que además de lo académico, “puedo trabajar con ellos la parte emocional, a veces es difícil, pero es la posibilidad de reforzar ese vínculo de estar y potenciar otras cosas en ellos. En las escuelas falta mucho de lo emocional, aunque lo están queriendo incorporar”.
“Noto que aprenden diferente, porque no lo hacen solo cuando se sientan con los útiles, sino también en otros momentos de la vida. A veces vamos en auto y me preguntan algo y puedo enseñarles ahí también, hacerlos pensar, estamos mucho tiempo juntos. Nos dimos cuenta que no sabían nada, en la escuela no se individualiza el niño en el sentido de que cada uno tiene una capacidad distinta y no somos todos iguales”, afirmó.
María Eugenia aclaró que en esto “hay pasos legales a seguir, porque no se puede sacar a los chicos de la escuela así nomás. Lo primero que se hace es una nota formal que presentamos a los directores de la escuela para que la eleven a sus superiores en el Ministerio de Educación. Pero antes de eso ya teníamos designada una ‘escuela sombrilla’, se llaman así a estos establecimientos que generalmente están en Estados Unidos y que tienen que estar certificadas por La Haya, porque el niño tiene que tener garantizado el título para poder ingresar a la universidad y la socialización”.
“El objetivo es que estudien y aprendan a conciencia. No es difícil, “es cuestión de organizarse y de establecer pautas, por suerte los chicos son dóciles y yo trabajo de manera independiente así que también puedo acomodar mis horarios”.
Aunque sus hijos no van a la escuela tradicional, socializan en otras actividades que realizan donde tienen compañeros y amigos. “A Maitena le gusta mucho hacer equitación, con esta modalidad puede ir todos los días y pasar muchas horas con los caballos, mientras que Ulises disfruta haciendo gimnasia artística. También socializan en inglés porque van a un instituto”.
Cómo es el sistema
La decisión de adoptar el homeschooling fue tomada en familia. María Eugenia y Pablo les explicaron a sus hijos cómo era y se entrevistaron con la profesora Karina González, docente y tutora de Buenos Aires que los asiste y prepara la currícula.
Al ser consultada por este diario, la docente explicó que existen dos modalidades, “la posibilidad de rendir libre en escuelas de Caba, que certifican por medio del mismo Ministerio de Educación. Aunque también se puede certificar mediante escuela sombrilla, que tienen sede en Estados UJnidos pero se valida el título mediante apostillado de La Haya. La escuela sombrilla es quien realiza los boletines y se pagan una vez al año”.
Aseguró que las ventajas “son muchas, sobre todo si existe alguna discapacidad. Una de ellas es que los chicos pueden estudiar en los tiempos que quieran, y así dedicarse a otras actividades o terapias. Muchos dedican tiempo a conservatorios, deportes federados, entrenamientos. Los padres en general contratan docentes y tutores para brindar los contenidos y el seguimiento”.
Cada vez son más familias en el país que optan por esta modalidad. “Cuando empezamos con este camino por redes seguía a la doctora Claudia Cristiano que hablaba del sistema, empecé a informarme más y encontré otras familias en el país que optaban por esta forma de educar, por ejemplo, los hijos de Facundo Arana”, añadió María Eugenia.
La experiencia de Maitena y Ulises con el homeschooling
Horarios flexibles, lazos más estrechos con sus padres y familiares y profundizar en lo que les gusta. Hasta el año pasado, Maitena y Ulises Cabrera Galliano asistían a un establecimiento educativo para estudiar, pero ahora lo hacen en casa. ¿Cómo viven ellos este cambio?, ¿Cómo aseguran las horas de estudio?, ¿Extrañan la escuela?.
Maitena aseguró que, para ella, el homeschooling “es mucho mejor no extraño para nada ir a la escuela, eran muchas horas, muchas pruebas y no podía hacer equitación y otras cosas”.
En tanto Ulises agregó que “es bueno poder estudiar en casa y acomodar los horarios, elegir más lo que me gusta según lo que indica la profesora. Además, me gusta mucho ir a gimnasia artística, danza y a inglés donde comparto con amigos”.
Su mamá María Eugenia asegura que el objetivo “es que estudien y aprendan a conciencia” y agregó que no es difícil, “es cuestión de organizarse y de establecer pautas, por suerte los chicos son dóciles y además yo trabajo de manera independiente así que también puedo acomodar mis horarios”.
Contó que los chicos “se amoldan a los horarios y, como ya están en secundaria, la idea es irlos soltando un poco para que puedan tener más autonomía. Como mamá los acompaño en ese camino, Maitena está un poco más suelta mientas que a Ulises lo sigo más de cerca ya que comenzó el secundario. Para sacarse dudas, una vez a la semana tienen una clase de consulta por zoom con la profesora Carina, que incluso también me sirve a mí. La abuela, que fue profesora, los acompaña y también lleva la currícula”.
“Siempre se busca el espacio para estudiar. Si por alguna razón tenemos que viajar, se llevan las cosas o si no reforzamos otros días, recuperando horas perdidas”, añadió.
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Remarcó que los chicos “deben hacer todas las materias que se exigen dentro del programa, pero la diferencia es que es más personalizada. Quizá hay un tema que les cuesta más o no les gusta, los conceptos básicos se ven si o sí, pero se profundiza más en las materias que prefieren, potenciando los talentos o facilidades que tienen. Lengua y Matemáticas son materias obligatorias, igual que la lengua extranjera, por eso van aprender inglés”.
María Eugenia finalizó diciendo que para adoptar este sistema “es importante asesorarse y no hacer nada fuera de la ley, cumplir con todos los pasos legales. Hay mucha gente que asesora mal y si no se busca una escuela sombrilla que certifique después pueden venir los problemas, el homeschooling tiene un título que garantiza que ellos puedan seguir estudiando en la facultad”.
El homeschooling ofrece un enfoque educativo que puede adaptarse mejor a las necesidades individuales de los chicos, promoviendo un ambiente de aprendizaje positivo, personalizado y enriquecedor, ya que se fortalecen los vínculos familiares, se flexibilizan horarios, se previene el bullying y se reduce la competencia, entre otras cosas.
La calidad de la educación se asegura con planificación estructurada, atención individualizada, seguimiento y un ambiente positivo, además de un fuerte involucramiento familiar y oportunidades adecuadas para la socialización.