Una historia que emociona
“Delfina llegó a nuestras vidas para darnos una alegría muy grande”
En la casa de los Ponce se respira el milagro del amor. Hace poco más de una semana nació Delfina, la hermanita de Valentino, el pequeño guerrero fallecido hace menos de un año a raíz del cáncer infantil, llenando de felicidad y emocionando a todos.
Por Isabel Fernández|LVSJ
Su nombre significa “la que tiene Gracia”, la pequeña Delfina llegó hace dos semanas al hogar de la familia Ponce como la luz del sol cuando pasa la tormenta, llevando alegría y calor a los corazones. El pasado 18 de septiembre, Paola Favot, -la mamá de nuestro pequeño guerrero, Valentino Ponce quien falleció hace menos de un año a raíz del cáncer infantil- dio a luz a la beba que se encuentra bien y creciendo.
En la casa de barrio Jardín se respira el milagro del amor, Delfina duerme plácidamente en su cunita ante la atenta mirada de Ignacio, el hermano mayor y seguramente la de Valentino desde el Cielo. Su mamá Paola y su papá Jorge, experimentan sentimientos encontrados y, aunque no lo reemplaza, creen que su pequeño Valentino les envío esta bendición.
“Si bien cada hijo es único e irremplazable, Delfina llegó a nuestras vidas para darnos una alegría muy grande. La llegada de un hijo después de la perdida reciente de otro nos hizo experimentar muchas emociones encontradas. Transitamos el embarazo entre el dolor y la alegría, entre el duelo y la vida”, aseguró Paola en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
El nacimiento de Delfina fue especial y emocionante tanto para la familia como para toda la comunidad, el papá pudo estar en el quirófano durante la cesárea y fue muy importante.
Paola afirmó que el dolor por la pérdida de Valen, quien sufrió un neuroblastoma, “no va a desaparecer nunca, incluso seguimos elaborando el duelo como padres y como familia. Pero tratamos de incluir ese dolor a nuestras vidas porque esa es la única manera de continuar, la vida sigue”.
“A Valentino lo recordamos todos los días en nuestras conversaciones cotidianas, miramos fotos, videos. A veces sonreímos; otras lloramos. Pero tenemos la certeza de nos sigue acompañando desde otro lugar. Lo sentimos así”, agregó emocionada.
“Aferrarse a lo que hace bien”
Paola destacó que toda esta experiencia vivida “nos enseñó que hay que aferrarse a lo que nos hace bien. Sacar fuerzas de donde sea para reinventarse, porque nunca más vamos a ser los que éramos antes, aprender a convivir con el dolor, dejar de buscar los ‘porqués’ porque no somos nadie y no estamos exentos. Aprendimos a disfrutar del presente, de lo que tenemos hoy, porque el futuro es incierto”.
Añadió que es “importante y fundamental construir redes de apoyo que nos sostengan que hagan que todo sea más llevadero. El duelo es complejo, individual y hay que sanar muchas cuestiones. Con Valen tuvimos un proceso de enfermedad. Uno va elaborando una especie de duelo desde el momento del diagnóstico, un duelo anticipatorio, más allá de que el desenlace sea incierto”.
Añadió que en estos casos “está bien enojarse, llorar, estar tristes, encerrarnos. Pero lo que verdaderamente ayuda es el volver a sonreír a pesar del dolor, el salir al mundo nuevamente, aunque cueste, y el buscar motivos para estar bien”.
Una bendición
El embarazo de Delfina fue una sorpresa en medio del dolor, aunque estaba en los planes agrandar la familia, no lo esperaban tan pronto. “Quedé embarazada pocos meses después de la partida de Valentino y enterarnos fue una alegría inmensa para nosotros”.
Su nombre significa “la que tiene Gracia” y Paola contó que al momento de elegirlo consideraron que tenía que significar algo más. “Aparecieron muchas sugerencias sobre nombres que significaban: vida, luz, paz, que viene del cielo, etc. pero finalmente usamos el mismo criterio que con Ignacio y Valentino. Lo elegimos simplemente porque nos gustaba, no queríamos que su nombre sea una carga, ella es un ser único que no viene a reemplazar a nadie, ni a llenar vacíos, ni a cumplir ninguna expectativa. De todas maneras, en el fondo, creemos que Valentino nos mandó este regalo porque fue algo muy sorpresivo en medio de todo lo que pasamos”, afirmó.
Gracias Valentino
Hace casi un año el fallecimiento del pequeño Valentino Ponce, de tan solo 3 años, conmovió a la ciudad. Este “pequeño guerrero” fue protagonista de la, quizás, cruzada comunitaria más importante de nuestro tiempo. Y se convirtió en un símbolo. De lucha contra la enfermedad, sí. Pero también de vida plena. De humanismo profundo. De amor fraternal. De conciencia solidaria.
La historia de Valentino movilizó a toda la comunidad para alcanzar el monto que se requería con el objetivo de que pudiese ser tratado de su terrible mal en España. Fueron innumerables las muestras de solidaridad y hasta su caso tomó relevancia nacional e internacional cuando el astro futbolístico, Lionel Messi, le donó una camiseta firmada para subastar. Finalmente, con la ayuda de todos, el pequeño, junto a sus padres, pudo viajar para ser atendido en el centro de salud de Barcelona, pero lamentablemente una progresión de su enfermedad hizo que se debiera detener el tratamiento y volver a nuestro país.
Falleció el 10 de octubre del año pasado abrazado al amor de su familia. Y, a partir de ese triste instante, su resplandeciente rostro, su tierna sonrisa, su alegría de vivir, adquirieron un nuevo significado. Es que, pese a que no tuvo éxito, el aporte de miles de voluntades cuyo objetivo era darle a Valentino la posibilidad de sanar, tuvo –no obstante- un efecto sanador.