Entrevista
“La danza española tiene hoy un lugar muy importante”
Yanina Maretto se enamoró de la danza española cuando era niña. Es bailarina y tiene su propia academia. Lo suyo es un paseo elegante por todos los estilos de esta expresión artística: flamenco, escuela bolera, regional y danza estilizada
Por Cecilia Castagno | LVSJ
Eso que la vocación de una bailarina nace cuando ve bailar por primera vez, no siempre funciona. En el caso de Yanina Maretto (35) se despertó al bailar ella misma, una conexión inexplicable que atraviesa su vida desde hace 25 años. Se recibió de profesora superior en Danzas Españolas y abrió su propia academia.
Su carrera se fue armando, literalmente, de pequeños logros. Recuerda con felicidad el día que pudo colocar el piso de madera en su salón de calle Juan de Garay, su lugar en el mundo, un tablao flamenco para bailar al compás de las palmas y zambullirse en el zapateo.
Si bien en su faceta docente Yanina no se encasilla en un solo estilo –además del español, enseña ritmos latinos- su pasión es ese baile al que no solo el flamenco nutre, el de las castañuelas y las faldas con volados.
“De chica tuve en claro que me gustaba bailar cuando empecé a hacerlo. Mi mamá quería que mis hermanos y yo hiciésemos una actividad extra escolar. Mi hermana ya iba a danza española así que me inicié en el taller municipal”, recordó sobre esos primeros pasos.
“Y cada vez me convencía más que esto era lo que yo realmente quería: bailar”, contó. No tardaron en llegar los certámenes y medallas cosechadas que fueron puliendo más esa convicción.
“Una competencia organizada por gente de Rosario” fue su primera presentación en público. Siempre acompañada por su familia y en espacial, su madre, una incondicional. Precisamente, una corazonada de Ana la motivó a viajar a Villa María y realizar un curso que fue la puerta a su instrucción profesional. Yanina se encontró con aquel jurado que la había premiado en el encuentro de San Francisco. Y allí, otra señal que no desatendió y dio sus frutos: después de ese curso, se unió al elenco femenino de la Escuela Integral de Danza villamariense.
Cada lunes viajaba desde nuestra ciudad para tomar clases de danza española, desde horas de la tarde hasta y a veces, hasta la medianoche. Todo esto en simultáneo con el trabajo de administrativa que hacía en la oficina del Registro de Motos, porque Yanina además es técnica en Administración de Empresas.
Podría decir que 2016 fue para ella un año de autodescubrimiento. Viajó a España donde se capacitó con grandes de la danza. “Siempre digo que paso a paso fui construyendo mi camino, mi carrera. Siempre remándola y con la familia como gran sostén. Siempre me apoyaron y acompañaron”, indicó.
Ser mujer trabajadora, bailarina apasionada y madre (tiene dos hijos de 1 y 3 años) es un verdadero reto diario también para Yanina, que concilia la vida familiar con la profesional. “A veces me preguntan: ‘¿cómo podés con todo?’ Bueno, la pasión, la vocación, es el gran motor”.
Entre los dos embarazos, una pandemia en el medio, y muchas sanciones mezcladas: mamá primeriza y los nuevos desafíos que planteaba la virtualidad. “Generaba toda una logística y organización diferente, pero pude”. Como tantos otros profesionales y artistas, tuvo que reinventarse. Al principio, “tenía ciertos temores o dudas de brindar clases virtuales”. Sin embargo, ya superados, Yanina hoy tiene alumnos de otros lugares como Córdoba, Chaco y Buenos Aires.
Bailarina “militante”
El poder del baile, así como la literatura o la música, desarrolla empatía. A través de los movimientos, se puede transitar con sensibilidad algunas temáticas.
En 2018, Maretto presentó en el Teatrillo Municipal la obra “Amor y cicatriz”, una historia de amor y desamor atravesada por la violencia de género. En 2022 hizo “Muerte en Granada”, un homenaje a Federico García Lorca, que fusionaba baile con poemas hechos canción, narrando con el cuerpo la vida del poeta, “su trayectoria, su persecución y fusilamiento”, espectáculo que podría remasterizar y volver a llevar a escena en 2024.
Yanina, la profe. “Me defino como una profesora muy apasionada, que lo da todo en clase. Una bailarina que lo da todo en el escenario. Desde la humildad, me gusta apoyar a otros colegas”. Se recibió en Villa María con la profesora, directora y jurado Alicia Rolfo.
Yanina se define como “una apasionada” de la danza española. En su academia aborda “las cuatro ramas de la disciplina: la escuela bolera, lo regional (folklore español), la danza estilizada (que algunos llaman clásico español) y el flamenco”. De todas, la última es la que más le gusta, porque “a partir del baile se habla del amor, el desamor, la soledad, el enojo, el llanto, el grito, los encuentros y desencuentros, pasás por muchas emociones”, confesó.
El movimiento, en su más pura expresión, va más allá de la danza. También se baila por la necesidad de hablar de aquello que las palabras no bastan. Bailando se agitan pensamientos, sentimientos y sensaciones. Yanina piensa sus coreografías “con mucho de teatro, mucho de expresión artística”. Fue parte de obras como ‘La Casa de Bernarda Alba’, “’Doña Rosita la soltera’, ‘Yerma’, entre otras de La Comedia San Francisco.
En tanto, hay una historia que aún no contó y le gustaría contar: el origen del flamenco, pasando por “sus tabúes, el rol de la mujer, la clandestinidad en el patio de las casas, luego el salto a los cafés cantantes y de ahí, a los escenarios”.
Sus presentaciones de cierre de año de la academia reflejan la pasión que Yanina le pone a lo que hace. “No son una simple muestra, sino una gran puesta en escena con mucha gente detrás, técnica, vestuario, escenografía, performance, luces, con excelencia y calidad y el cuidado de lo más mínimo desde el primer momento de concepción”, describió su trabajo con mucho orgullo.
Con ganas y perseverancia, proyecta, sigue proyectando… imparable. Ahora está pensando en “el flamenqueando en San Francisco”, llevar es expresión cultural a la calle.
Su mirada de la danza
Afirma que vive un nuevo resurgir. “Hay más visibilidad y más espacio, pero aún hay cierta desinformación o fallas en la comunicación. Por ejemplo, muchas personas me vieron actuar en el Festival de la Buena Mesa, una fiesta que todo un país estaba mirando. Familiares en Ushuaia me vieron y dijeron: ‘¿por qué no nos avisaste que ibas a estar en este festival?’. Creo que nosotros, los mismos artistas, a veces no medimos la dimensión que tienen estos eventos”.
Yanina se lució en el último festival en la Rural en una fusión con el Ballet Municipal Patria que avivó el aplauso espontáneo. “Fue otro sueño que se hizo realidad; otra puerta que se abrió”, confesó.
“La danza española tiene hoy un lugar muy importante en la Argentina, aunque esto sucede más en las grandes ciudades. Por eso, cuando hay un espectáculo en San Francisco, ningún apasionado de la danza debería perdérselo”, agregó.
La danza involucra diferentes aspectos de la personalidad; el eje es el cuerpo en movimiento, pero desde una perspectiva sensible. Y no existe una edad concreta para empezar la práctica de esta hermosa actividad artística. “Cualquier persona puede bailar, nunca es tarde. Se trata de encontrar tu lugar, como lo hice yo”, indicó Yanina y reconoció que, como en otros ámbitos, “existe discriminación, prejuicios con el cuerpo o la edad. A lo largo de estos 25 años he visto tantas cosas y sufrido otras tantas, pero de esas experiencias malas también se aprende. En mi academia, las puertas están abiertas para todos”.
Yanina es auténtica y libre, pero no deja de mirar a aquellos grandes de la danza que la nutrieron e inspiraron. “Una de mis maestras en España, le dicen ‘La Tati’; también admiro mucho a Alejandro Granados y a Amelia Vega. Y a Macarena Castaño, una reconocida bailarina de flamenco de Córdoba. Son muchas las personas que me iluminaron a lo largo de estos años”, finalizó.