Sociedad
Daniel Bertea: “El gran desafío es ser una iglesia inclusiva”
El sacerdote regresó a la ciudad para visitar a la comunidad de la Consolata. Celebró la canonización de José Allamano y reflexionó sobre su labor misionera.
El padre Daniel Bertea, sacerdote de la congregación Misioneros de la Consolata y actual encargado de la parroquia Nuestra Señora del Rosario en Andacollo, en San Juan, estuvo de visita en San Francisco, su ciudad natal. Durante su estancia, visitó a la comunidad del instituto Pablo VI y dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO sobre la próxima canonización del fundador de su congregación, el beato José Allamano, que tendrá lugar el 20 de octubre, presidida por el papa Francisco.
Bertea destacó la importancia del milagro que ha conducido a esta canonización: “Estamos preparando la canonización del beato José Allamano, que fue beatificado en 1990. En 1996, se confirmó una curación milagrosa por su intercesión, que había quedado algo en el olvido”, explicó. El milagro involucra la curación del indígena Sorino en la Tierra Indígena Yanomami, en Roraima, Brasil, lo que ha revitalizado el interés en la figura de Allamano.
“Es una inmensa alegría que el papa Francisco lo canonice. Los santos son ejemplos para la Iglesia universal, y Allamano es un modelo de servicio”, agregó. Bertea enfatizó la conexión de Allamano con la comunidad indígena y la relevancia del milagro en un contexto de lucha por justicia social y cultural. “Dios sigue obrando en lugares alejados donde hay gritos de justicia”, subrayó.
En relación al legado del fundador, Bertea destacó: “Primero santos y después misioneros. Ese es el mensaje. Ser santo no significa ser perfecto. El bien se hace bien y sin ruido”. Esta perspectiva resalta la necesidad de una vida dedicada al prójimo y a la búsqueda de la santidad en la cotidianidad.
Sacerdotes en la misión
Bertea también reflexionó sobre el contexto social actual y el papel de los misioneros. “Hoy somos misioneros hacia aquellos que aún no conocen a Jesús. Buscamos ofrecerles una nueva esperanza”, afirmó. Además, enfatizó que la labor misionera va más allá de la religión: “No se trata solo de la fe, sino de brindar dignidad y herramientas para salir adelante”.
La parroquia de Bertea, que abarca aproximadamente 30.000 habitantes, enfrenta el desafío de atender tanto las necesidades espirituales como las prácticas de acompañamiento a los fieles. “Es esencial darles herramientas y enseñar oficios”, explicó. “La gente tiene una experiencia religiosa que, a menudo, proviene de la tradición. El gran desafío es ser una iglesia inclusiva, que respete la dignidad de cada persona”.
Bertea, quien ha trabajado durante 18 años en Nairobi, Kenia, comentó sobre la importancia del sentido comunitario que vivió en África. “Un filósofo africano decía: ‘Yo soy porque nosotros somos’. Esa idea de comunidad es fundamental”, reflexionó. La experiencia en Nairobi le enseñó que el compromiso con la Iglesia va más allá de la asistencia a misa; se trata de ayudar y dignificar al otro.
“Uno de los desafíos de la vocación misionera es salir al encuentro del otro y eso se puede lograr en cualquier lugar del mundo. Es una actitud que ojalá todos podamos mantenerla en todos lados”, manifestó Bertea, quien fue ordenado sacerdote en 1996 luego de cursar su formación religiosa como misionero de La Consolata durante tres años en Buenos Aires en distintos seminarios.
“El deseo siempre es que la educación pase por el corazón. Ese es otro desafío”
“Nosotros debemos no solo estar con Dios, sino también con el otro”, afirmó, subrayando la relevancia de construir comunidades inclusivas. Además, se refirió al aspecto educativo: “El deseo siempre es que la educación pase por el corazón. Ese es otro desafío”, concluyó.
La canonización de José Allamano se perfila como un momento significativo no solo para la congregación de los Misioneros de la Consolata, sino también para toda la comunidad católica, al recordar la importancia del servicio y el compromiso con los más necesitados en el mundo actual.
El milagro de Allamano
Los misioneros de la Consolata llegaron a la Amazonia en 1948, estableciéndose en Roraima, Brasil. Desde el inicio, se dedicaron a apoyar a las comunidades indígenas, especialmente en las Tierras Indígenas Raposa-Serra do Sol y Yanomami. En 1996, Sorino Yanomami fue atacado por un jaguar, poniendo en riesgo su vida. Tras recibir atención en la misión de Catrimani y un traslado urgente al hospital, los misioneros invocaron al beato José Allamano. Milagrosamente, Sorino se recuperó y volvió a su hogar el 8 de mayo, reanudando su vida normal.