Sociedad
Cumple 100 años el estudio jurídico fundado por el primer abogado nativo de San Francisco
Joaquín Gregorio Martínez lo fundó en 1924. La historia de su vida, su esfuerzo, sus afanes, sus ideales, su legado y la trayectoria del estudio jurídico en esta nota, adaptada a partir de un texto escrito por el periodista Sergio Benitez
Cada vez que nos referimos a un emprendimiento centenario, estamos haciendo un implícito homenaje a quien tuvo una visión que trascendió el tiempo. Esto cobra relevancia en la celebración de los 100 años del Estudio Jurídico Joaquín Gregorio Martínez y nos hace fijar la mirada en la vida de su fundador.
El origen de esta historia es España, donde Damián Martínez de Mendivil, imprentero, nacido en Salinas de Leniz en el País Vasco y su esposa Ulpiana Maritorena, tomaron la decisión de viajar a la Argentina, urgidos por circunstancias históricas, sociales y personales.
Tras vivir un tiempo en diferentes ciudades, recalaron en San Francisco. Llegaron con su hija Juana, la única española y aquí nacieron Carlos, Joaquín y José el menor. Tuvieron cuatro hijos más. Tres murieron en una epidemia y el cuarto, Luis, falleció como consecuencia de la patada de un caballo.
Joaquín nació el 24 de diciembre de 1896. A sus 13 años, un problema en un parto le arrebató a su madre, Doña Ulpiana. Su hermana Juanita se hizo cargo de sus hermanos menores y su padre.
Damián había fundado el periódico La Semana y ese entorno de publicaciones e ideas, despertó en Joaquín un apego al conocimiento. Es así como ingresó a la escuela, asistiendo a los institutos particulares existentes en ese momento. En 1911 se aprobó la creación de la Escuela Normal, destinada a brindar educación secundaria y formar docentes. Joaquín integró la segunda promoción de maestros normales en el año 1917 y su vida quedó marcada por esos años en los que se moldeó su carácter agradecido, su aspiración profesional y su vocación docente.
Para Joaquín, se abría ahora un porvenir que él imaginaba cursando el nivel universitario. Pero para acceder a esos estudios no alcanzaba con el título docente, debía realizar el bachillerato. Se instaló Santa Fe para rendir las equivalencias. Había obstáculos de tipo económico para ello. Pero la respuesta familiar a su anhelo tuvo un nombre: Carlos. Su hermano le dio el apoyo imprescindible para avanzar en sus aspiraciones y compensó las necesidades que atravesó en ese tiempo.
Alentado por su hermano mayor, se mantuvo en Santa Fe trabajando como maestro en una escuela para adultos. En 1919, ya con el título de bachiller, ingresó a la Facultad de Derecho en Córdoba, ciudad donde también estudiaría y trabajaría. Su ámbito laboral fueron los tribunales donde fue escribiendo de juzgado y luego secretario. Egresó como abogado en el año 1924, año en que fundó el estudio jurídico que lleva su nombre. Para el Dr, Martínez habría sido fácil quedarse en el ámbito judicial de Córdoba, pero su objetivo era servir a la tierra que lo vio nacer. Es así como fue el primer abogado nativo de San Francisco y comenzó a desempeñar su profesión en su estudio de calle General Paz 156.
El fundador, el docente, el escritor
Quienes lo conocieron hablan de un balance entre el excelente profesional y un cálido ser humano. Dueño de un carácter firme, fue un abogado que exponía sus argumentos con claridad y con vuelo literario e intelectual. Trabajador incansable, disfrutaba de la práctica del derecho y nunca rechazaba una defensa sin importar el interés económico en discusión. Aún perdura en el Estudio Jurídico un cuadro donde se lee: “Ningún abogado es tan rico como para rechazar asuntos justos porque sean chicos, ni tan pobre como para aceptar asuntos injustos porque sean grandes”. Su desempeño profesional le abrió las puertas a numerosas e importantes empresas e instituciones de la ciudad y la región.
Siempre mostró sus ideas liberales y rechazaba cualquier forma de gobierno autoritaria, manifestándose y atacando a quienes consideraba como tales. Esto obviamente le trajo sinsabores a lo largo de su vida. Estas preocupaciones políticas no partidarias eran parte de una visión que muchas veces se vio reflejada en sus escritos. Así alimentaba expresaba su amor a las letras transmitido por la vicedirectora de la Escuela Normal, Rosalía Pubill, y los docentes que lo guiaron en su historia como alumno.
La literatura y la historia fueron parte inseparable de su personalidad, al punto que escribió varios libros que fueron referencia obligada para estudiosos de la historia de San Francisco y para conocer sobre la vida de personalidades importantes.
La educación fue una de sus obsesiones. Sus experiencias educativas lo marcaron profundamente. Por ello, no extrañó que decidiera iniciar la tarea de fundar un colegio nacional. Así, junto a reconocidos vecinos de la ciudad, comenzaron los trámites para fundar el colegio que más tarde sería el Colegio Nacional y Comercial San Martín. La oficialización llegó 1940 cuando el Dr. Martínez se desempeñaba como rector.
El sueño se había hecho realidad y varias generaciones pudieron completar sus estudios gracias al trabajo desinteresado de aquellos hombres. Su labor como docente en las cátedras de Literatura y de Historia, fue marcada por su rectitud, su severidad, pero también por su equidad y justicia.
El Estudio Jurídico
Año 1924. El poblado ya había sido declarado ciudad, desde el año 1915. Su presente era promisorio: San Francisco experimentaba una expansión significativa en su producción agrícola y comenzaba a destacarse en la producción lechera, con la instalación de fábricas y cooperativas. La ciudad recibía inmigrantes y se avanzaba en la mejora de los caminos rurales que la conectaban con otras localidades. Era una época floreciente para la economía, la educación, el trabajo y las actividades culturales, deportivas y sociales.
En ese marco fundó su estudio jurídico el Doctor Joaquín Gregorio Martínez. Con el paso del tiempo, se incorporaron sus hijos, Joaquín Guillermo y Jorge Joaquín; uniéndose luego el Procurador Federico Madoery y la secretaria ejecutiva Rosita Guevara, quienes fueron pilares e inolvidables protagonistas de esta historia. Posteriormente, se incorporó la tercera generación, llegando al estudio Gustavo Damián Martínez hijo de Jorge Joaquín, quienes luego formaron su estudio propio. El Estudio Jurídico continuó liderado por el Dr. Joaquín Guillermo Martínez y sus hijos Julián María, Damián Pablo Martínez como abogados y Joaquin Guillermo (h) como contador y otros colaboradores asociados. Actualmente sus nietos continúan con el legado familiar.
Desde el comienzo, se proyectó con una destacada actividad en el asesoramiento de empresas, especialmente de seguro, agropecuarias, comerciales, industriales y médicas. Este funcionamiento se distingue por la idoneidad de sus profesionales y el compromiso de concretar resultados satisfactorios, obrando con lealtad, probidad y excelencia. Las bases sobre las que se apoyan y dan sentido a esta tarea son tres: Integridad ética, Profesionalismo y Excelencia.
Para estar a la altura de las demandas de sus clientes, el estudio contó con un equipo de abogados especialmente capacitados para asesorar en cuestiones de negocios, así como en la resolución de conflictos que se presenten con particulares y con las distintas agencias públicas.
Al cumplir un siglo, el estudio es reconocido por su seriedad y ética en el desempeño de la actividad profesional. Ese reconocimiento se traduce en la antigüedad de su clientela, la cual ha sido atendida por su fundador y luego por sus hijos y nietos.
Estos valores se proyectan hacia el futuro ya que el estudio dispone de un equipo de profesionales entrenados en la práctica del pensamiento estratégico, para asesorar, prevenir el conflicto, solucionar los existentes, crear y mantener las buenas relaciones procurando resguardar los legítimos intereses y derechos del cliente.
Por ello, repasar el ejemplo de esfuerzo y sacrificio que dio origen al estudio jurídico que cumple 100 años, permite celebrar la fidelidad a un legado y a las raíces que lo sustentan.